Yo estaba a miles de kilómetros del país que me era familiar. No entendía la lengua en que hablaban. Todo caminaba de prisa (…) Iglesia, palacios y museos; intentaba mitigar mi angustia con todas las obras de arte. Un truco clásico: quería transformar la rebeldía en melancolía. Pero en vano: cuando salía de allí volvía a ser un extranjero. (Albert Camus: “Con el alma transida”, en El revés y derecho, 2006: 59-61).
Desde la ventana de mi biblioteca donde a lo lejos puedo avizorar el mar, me sumerjo en la profundidad del ciberespacio por un instante, cuando de pronto entra una llamada en videoconferencia (WhatsApp) de mi hijo Ángel Andrés, por lo que vuelvo al plano normal de la información de ese espacio virtual, que es hábitat común de la inmensa mayoría de los sujetos cibernéticos.
En la videoconferencia se podía observar, en medio de una caminata apresurada por alcanzar el tren, cómo los vientos helados abatían la ciudad de Nueva York, la cual se encuentra en estado de emergencia, ante el fenómeno meteorológico, denominado la “bomba ciclón invernal”, una combinación de frío, nieve y viento, que está azotando la parte Este y Noroeste de la Unión Americana, lo que me hace recordar los vientos helados que atravesaron mi alma durante los años cuando viví en ese País.
Quizás con menos intensidad, pero he vivido esos vientos helados, ese frío entrecruzado de copiosa nieve, marcado por temperaturas bajo cero, que dejaban en estado de orfandad sus calles, avenidas y puentes.
A excepción de acontecimientos como: actos terroristas, asaltos, robos, balaceras en el metro, en una escuela, u otro lugar o incendio, terremotos (California), tormentas, ciclones (Miami, Houston) parte de las ciudades de los Estados Unidos, viven con más intensidad lo transido tránsito en el período invernal, como hoy les está sucediendo a ciudades como Boston y Nueva York.
Lo Transido entra en lo que defino como angustia, temor, zozobra de manera intensa, en la que, en parte entra el dolor en cuanto a estudio transdisciplinario de lo filosófico, psicológico, cibernético, histórico y social. Sin embargo, lo transido como transitorio no tiende a permanecer de manera indefinida en los sujetos de una sociedad. Aunque muchos de estos sujetos se encuentran atrapados en lo transido como permanente, como fueron los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en la ciudad de Nueva York. El impacto provocado ese día, por dos aviones comerciales que los terroristas estrellaron contra las Torres Gemelas y causaron sus derrumbe, impregnó de por vida la condición transida de muchos de sus habitantes, y los cuales desde entonces, no han podido ser los mismos.
En este tipo de ciudad lo transido fluye por la fortaleza de sus instituciones jurídicas y políticas, las cuales forman parte de una tradición histórica que se articula a la conciencia cívica de sus pobladores para enfrentar una vida transida de manera transitoria ante cualquier acontecimiento natural y social.
Por lo que, no es lo mismo hablar de sociedad transida (República Dominicana ) o hipertransida (Haití), tránsito transido como Costa Rica o estos tipos de ciudades que padecen estas clases de fenómenos atmosféricos.
Es bueno puntualiza que lo transido no solo tiene que ver con la modernización del desarrollo social, económico, tecnológico y cibernético, sino con la modernidad que implica una conciencia de ciudadanía (educación y ética cívica) en el ámbito de las leyes, de la constitución, que contribuye a menguar las situaciones frágiles de la condición humana en estos tiempos cibernéticos y transidos.