He cerrado mi balcón
porque no quiero oír el llanto
pero por detrás de los grises muros
no se oye otra cosa que el llanto.
Hay muy pocos ángeles que canten,
hay muy pocos perros que ladren,
mil violines caben en la palma de mi mano.
Pero el llanto es un perro inmenso,
el llanto es un ángel inmenso,
el llanto es un violín inmenso,
las lágrimas amordazan al viento
y no se oye otra cosa que el llanto.
(Casida del llanto, Federico García Lorca).
Secuestro, cuerpos mutilados, robos, violencias, ejecuciones, a cada momento, a cada hora, es el panorama que respiramos en el país, estamos tan intoxicados e infoxicados que ni siquiera se siente.
El suceso del jueves 12 de octubre 2017, se pretende ver como parte de la cotidianidad, apareció un cadáver más o un asesinato más. El cadáver del abogado y académico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) Juniol Ramírez, es para que la sociedad se estremezca, para que haga una catarsis colectiva, específicamente en nuestra universidad, la forma en que fue asesinado, atado con cadenas y dos bloques de hormigón en un arroyo de Hato Nuevo, próximo a Los Alcarrizos de Manoguayabo en Santo Domingo Oeste, deja mucho que decir de esta dominicanidad transida que al parecer se encuentra atada de pies y de manos, con escarcha en pleno clima tropical y ausente de toda indignación permanente.
El vil asesinato del amigo Juniol con un disparo en un ojo, la forma en que las imágenes le muestran en las redes nos dice cómo una sociedad se ha hecho indiferente ante la muerte, porque vive indiferente ante la vida. Se piensa que la vida feliz es fama, consumo, ser famoso, vivir en alegría, pero lo que veo por dondequiera son fantasmas, fantoches, máscaras alegres para seres tristes que se pasean en medio de ejecuciones, violaciones, horrendos asesinatos en zonas grises, danzando al compás de la muerte, huyendo de sí mismo.
Hay que comprender que el hundimiento social es posible y es real cuando las sociedades no reaccionan, cuando el Estado enmudece y es percibido como fúnebre y con el trasero hinchado de Producto Interno Bruto, síntoma de un crecimiento de excremento que mutilan la vida de la mayoría de los dominicanos que viven a la intemperie, entre los leones, buitres y sujetos grises que viven descuartizando o golpeando como los caballos de Atila.
Estos sujetos siguen galopeando porque se sienten seguros ante un Estado que lo único que garantiza es el reinado de la impunidad. Por eso lo de Quirino y lo de Qurinito son una pos verdad que entretejida en la justicia dominicana suenan a cantos de sirenas.
Transido, llanto e indignación amigo Yuniol, qué más te puedo expresar, siento un dolor, un desgarramiento al saber (si no se aclara tu asesinato y caen los culpables) te convertirás en símbolo del Cantar de la campana de Huesca, en una sociedad transida, repleta de alcahuete y chabacanería, que en unos días comienza hablarse no de la temporada ciclónica sino de la temporada de pelota. Somos una sociedad transida de peloteros, meteorólogos, pero no de ciudadanos con una ética cívica ante un panorama gris que necesita cubrirse de esperanza verde.
No puedo dejar de pensar lo entusiasmado que estabas con tu libro Uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación en la Enseñanza Superior Dominicana, de algunas ideas que dialogamos sobre lo transido que ha estado viviendo la sociedad dominicana, tu ética en pleno ejercicio contra la corrupción e indignación ante el panorama gris que vive la sociedad dominicana, trasciende cualquier tipo de moralina (vida reducida a un acto, escamoteando su trayectoria) que la moral del orden saque a relucir. No puede haber silencio, te quisieron desaparecer, pero apareciste encadenado, y con un tiro en un ojo, y mostraste la imagen de la sociedad en que vivimos, por lo que es mejor indignarse que morir de asfixia moral.