"Este país tiene que revisar algunos santos 

que están en los altares".

Carlos Huneeus,

En los sistemas políticos más avanzados la capacidad crítica es frecuente y la vitalidad con que se manifiesta constituye tal vez la prueba de su progreso. En los sistemas políticos atrasados la crítica es considerada una actividad casi perversa y autodestructiva y se observa mucho más una tendencia hacia la ‘revisión’ que, al final, siempre refuerza la mantención en los altares de quienes debieron dejarlos hace un tiempo o, nunca debieron ocuparlos. La principal consecuencia, o a lo mejor el principal objetivo de este manejo es que seguimos sin entender las razones de por qué estamos como estamos (la excepción: la alegría de la liturgia dominical).

El libro “La democracia semisoberana. Chile después de Pinochet” del académico y ex embajador demócrata cristiano, Carlos Huneeus, se suma a los muchos publicados sobre el tema de la transición.  Entre  los que recuerdo haber leído analizando ese período tan importante para la democracia, vale la pena citar “Chile actual, anatomía de un mito” de Tomás Moulián, “El Chile perplejo: Del avanzar sin transar al transar sin parar” de Alfredo Jocelyn – Holt  y “Crónica de la transición” de Rafael Otano.

Carlos Huneeus es muy crítico de los gobiernos democráticos post Pinochet.  Refiriéndose a Edgardo Boeninger el “gurú” de Patricio Aylwin, dijo en una entrevista reciente: “él fue un funcionario público distinguido que redujo la política a la formación de políticas. La democracia es más que eso. Nos ha hecho muy mal decir que hemos sido la transición más exitosa de América Latina, y que la Concertación es la coalición más exitosa de Chile.” Hablando de uno de los presidentes de la transición planteó: “Efectivamente le doy al Presidente Frei Ruiz-Tagle menos relevancia, por la escasa experiencia política que tenía.” Y al analizar la gestión del presidente Lagos señaló: “Debió profundizar transformaciones que no hicieron los gobiernos anteriores y que él pudo haber hecho. Desde ese punto de vista, su gestión me parece insuficiente.”

Resulta interesante recordar estas opiniones a propósito de que en estos días  me enteré de una nueva interpretación acerca de los grupos sociales en el conflicto post Trujillo. Como entre las novedades aparecían los posibles paladines del bien y aquello de que el conflicto es entre civilización y barbarie, supuse que la referencia a los civilizados está describiendo a esa parte de la población que utiliza tenedor o que cuando va a un restaurante chino se las arregla bien con los palitos y luego se los lleva en la cartera debidamente envueltos en servilletas.

Queda para futuras reflexiones la joya de ‘tutumpotes’ e ‘hijos de machepa’. Por el momento es suficiente tener claro que ahora los ‘tutumpotes’ son buena gente por sus aportes de campaña, financiamiento a fundaciones y cheques para obras sociales y que los ‘hijos de machepa’ tienen ‘tarjeta’. Las consecuencias políticas de tal afirmación en la transición deberán esperar algo más de viento.

Leyó usted bien, transición.  En el nuevo relato, en los nuevos contenidos de la política y en los objetivos de la Ciencia Política dominicana debe estar el tema de la transición. No se me ocurre otra manera de poner el presente a moverse. Poner en el centro el tema de la transición implica evitar el intento ‘revisionista’ que busca poner en movimiento el ‘borrón y cuenta nueva’.

‘Medir’ los avances de las transiciones a la democracia es bastante sencillo, aunque hay muchas formas de hacerlo. La primera es si los servidores de la dictadura dejaron de cobrar en el Estado o están presos.

 

Otro indicador indiscutible es respecto de los medios de comunicación. Si se observa en ellos un marcado pluralismo, si se informa sobre todo lo que ocurre, si son tan fieles al mandato axiológico que funcionan como un muro de contención a los excesos, es señal que avanzamos.   Esto llega a los extremos cuando, en plena transición a la democracia, un ministro borracho se faja a las trompadas con algunos invitados a una boda y dispara en el estacionamiento a la vista de casi todos los funcionarios del gobierno de…. Tarkmonistun. Cuando los medios informaron, el atribulado ministro luego de disculparse con la dama ofendida, se suicidó.

Si algo es fácil de identificar como avance de las transiciones a la democracia en América Latina es que, de los medios de comunicación, desaparezcan calificativos como “traidores a la patria”, por muy del patio que sean. Esa ofensiva muletilla es utilizada por rabiosos sin nobleza, con frecuencia mientras se sienten con la impunidad de no tener que responder por sus agresiones y por desconocer el idioma del respeto. El lenguaje de la democracia les resulta inaceptable. (Permítame algo personal: Casi todos los “traidores a la patria”, en todas partes, siempre son amigos míos.)

Uno de los espacios en donde el avance hacia la democracia es muy notorio es precisamente en el tipo de fuentes de los medios de comunicación. Estaremos más cerca de la democracia cuando los medios utilicen menos las fuentes oficiales y desconfíen más de ellas.

Más larga será la distancia que hay que recorrer para culminar la transición si ocurre lo que escribe Alfredo Jocelyn – Holt: “Si antes bastaba con eliminar a opositores de maneras no muy sanctas, ahora lo que interesa es perpetuar a una mayoría como sea… “.