La Convención Marco de las Naciones Unidas del Cambio Climático (CMNUCC) en su Art. 4.5 señala que las Partes que son países desarrollados y otras Partes desarrolladas incluidas en el Anexo II, deben adoptar todas las medidas prácticas para promover, facilitar y financiar, como fuese apropiado, la transferencia de o el acceso a, tecnologías que sean ambientalmente sólidas y sostenibles y a los conocimientos dirigidos hacia otras Partes, particularmente Partes que sean países en desarrollo, a fin de permitirles implementar las provisiones de la Convención.

En el  Plan de Acción de Bali dos de los cinco pilares se centran en acciones mejoradas y la provisión de recursos financieros para permitir el desarrollo y la transferencia de tecnología. En la COP 14 (Poznan, diciembre de 2008) el Programa Estratégico de Poznan sobre Transferencia de Tecnología se adoptó un paso hacia adelante ampliando la escala del nivel de inversión en transferencia de tecnología a fin de ayudar a los países en desarrollo a hacer frente a sus necesidades de tecnologías que no dañen el Medio Ambiente.

En la COP 15 (Copenhague, diciembre de 2009) se sugirió el establecimiento de un Mecanismo de Tecnología “…para acelerar el desarrollo y la transferencia de tecnología a favor de acción sobre adaptación y mitigación que será guiada por un enfoque orientado al país, y se basará en circunstancias y prioridades nacionales”.

En este contexto, por transferencia de tecnología se entiende un conjunto amplio de procesos que abarcan las corrientes de conocimientos técnicos, experiencia y equipo, para la mitigación de los efectos del cambio climático y para la adaptación,  que tiene lugar entre las distintas partes interesadas, como: el gobierno, las entidades del sector privado, las instituciones financieras, las organizaciones no gubernamentales y las instituciones educativas y de investigación.

Como parte de las acciones emprendidas para hacer efectiva la transferencia de tecnología, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha desarrollado dos rondas de evaluaciones de necesidades de transferencia de tecnología.

En la primera ronda participaron 15 países provenientes de diferentes regiones del mundo (Asia, África, América del Sur y Central y Europa). En la segunda ronda se añaden más países de las mismas regiones y se incluye al Caribe,  específicamente a Cuba y a la República Dominicana.

En nuestro país la Evaluación de las Necesidades Tecnológicas para hacer frente al cambio climático se centra en la mitigación para el sector energético, y en adaptación para los sectores del agua, turismo y foresta.

Los sectores abordados en el proyecto fueron seleccionados teniendo en cuenta su importancia para el desarrollo humano, para lo cual fue esencial contar con la colaboración de una amplia gama de partes interesadas que incluye representantes de los sectores público y privado, así como de la sociedad civil, que se han conformado en equipos técnicos; además se ha realizado un análisis de las estrategias y planes nacionales, tales como la Estrategia Nacional de Desarrollo (convertida en ley en enero de 2012), el Plan de Desarrollo Económico Compatible con el Cambio Climático (DECCC), el Plan Nacional de Acción para la Adaptación (PANA), las Directrices para la Estrategia Nacional de Cambio Climático y la Primera Comunicación Nacional y Segunda Comunicación Nacional.

Las evaluaciones están orientadas el desarrollo de un Plan de Acción de Tecnología en nuestro país, con cuya implementación “se podrá ayudar a establecer marcos habilitantes para la difusión de las tecnologías priorizadas y facilitará la identificación de proyectos exitosos de transferencia de tecnologías y sus conexiones con fuentes relevantes de financiamiento”.