Raro suena el título de este artículo, pero si consideran que es el tema del XII Simposio Internacional de Estudios Generales, que se celebrará del 23 al 26 de junio en la PUCMM, algo de sentido comenzarán a percibir quienes tengan nociones de lo que son los Estudios Generales. En nuestro país esta modalidad de experiencia universitaria arranco con el segundo simposio que se celebró en nuestra universidad en octubre del 2010, con la fuerte y saludable influencia de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). El gran gestor de ese proceso fue el Lic. Francisco Polanco, que fue Vicerrector Académico de la PUCMM y que la muerte nos lo arrancó en el 2009 antes de ver los primeros frutos de su iniciativa.

Existen muchas experiencias y teorías acerca de lo que son los Estudios Generales y siguiendo un texto de Jorge Rodriguez Beruff, el especialista más destacado de los mismos en la actualidad, quien señala “…la importancia de dos fuentes intelectuales para la creación de la Facultad de Estudios Generales y de un currículo de educación general a comienzos de los cuarenta: José Ortega y Gasset, particularmente La rebelión de las masas y La misión de la universidad (1930) y Robert C. Hutchins, quien esboza su proyecto educativo en The Higher Education in America (1936)”. Son estas dos fuentes que influirán en la decisión de Jaime Benítez Rexach, un lúcido rector y amigo personal de Juan Bosch, de impulsar los Estudios Generales en la UPR. Y de la UPR pasó décadas después a la PUCMM.

En ese mismo texto Rodriguez Beruff llama la atención de la definición de los Estudios Generales en la UPR. “…los cursos de educación general no son remediativos ni introductorios a disciplinas, clarificación que Manuel Maldonado Rivera había hecho hace mucho tiempo. Tampoco es suficiente que sean no especializados o tengan un enfoque interdisciplinario”. Esos rasgos o, mejor dicho, la negación de esos rasgos, provocó en nuestro caso la feroz oposición de los pedagogos que bloquearon su implementación hasta el 2015. Si algo se puede decir afirmativamente de los Estudios Generales es que demandan gran libertad de los docentes y los estudiantes, rigor en los esfuerzos de investigación y por supuesto falta de respeto por las fronteras disciplinares para abordar los problemas que se estudian. Quienes perciben el proceso enseñanza aprendizaje como una actividad de amaestramiento, o de memorización o incluso de formar en competencias, usualmente le tienen terror a los Estudios Generales o los desnaturalizan si tienen potestad sobre su implementación.

De manera propositiva afirma Jorge Rodriguez: “La educación general es un campo de experiencias y prácticas académicas coordinadas, constituido por el entrecruce de enfoques multi e interdisciplinarios, laborados a partir de grandes áreas del conocimiento y de la complejidad de los campos y disciplinas emergentes. Su carácter distintivo es que está encaminada al examen de los fundamentos y procesos de la producción del conocimiento mismo en el contexto de la formación integral del estudiante como sujeto situado histórica y culturalmente. Por ende, lo que define este componente académico es su orientación integradora y formativa en el abordaje de las tramas de relaciones constitutivas del proceso de conocimiento en sus diversas modalidades”. Es en síntesis la médula de la experiencia de la investigación y el aprendizaje, sin someterse a modelos pedagógicos únicos o propósitos utilitarios para la empresa o las ideologías.

Y precisamente la democracia demanda para su compresión y aplicación abordarla más allá de las disciplinas. La democracia es un sistema político y un ordenamiento social, es una mentalidad y un modo de resolver los conflictos, se expresa en las legislaciones y las moralidades, hunde su raíz en la vida personal, familiar y pública, ordena de una manera particular la educación y la salud, norma las relaciones internacionales y sirve de eje para la paz. En su dinámica la relación forma y contenido de la democracia es un círculo virtuoso: el ordenamiento democrático siembra una cultura de tolerancia y diálogo, a la vez esta cultura construye ordenamientos públicos y privados democráticos.

La democracia al ser investigada desde una perspectiva transdisciplinaria abre todos los ricos matices que se engarzan en la antropología que le brinda sustento. Únicamente una óptica de los seres humanos que reconozca su autonomía y la imperiosa necesidad de que ejerzan su libertad impulsa el desarrollo de los estudios generales. Toda forma de imposición, de control, de autoritarismo, de fascinación por la magia, de sometimiento a los rituales del poder, son enemigas de una antropología que reconozca la alteridad como absoluto frente al cual únicamente podemos interactuar mediante la palabra honesta.

La democracia demanda una sociedad donde todos nos reconozcamos iguales y nadie se abrogue ser poseedor de la verdad. Es un ejercicio personal, familiar, comunitario, nacional y mundial comprometido con la dignidad de todo hombre y mujer, de respeto a la diversidad de perspectivas y culturales, únicamente condicionado a que los únicos discursos que deben ser excluidos son las formas de discriminación y segregación de cualquier persona. La democracia demanda la solidaridad y reduce la competencia a las áreas que no comprometan el bienestar de toda persona. Estudiarla es necesariamente una actividad transdisciplinar y está en la esencia de todo currículo de Estudios Generales.