Las leyendas musicales no nacen de un momento a otro por un hit popular o por un boom temporal en las redes sociales o en los medios convencionales de comunicación. Las leyendas se forman por una acumulación extensa e intensa de creaciones, originalidad y persistencia.

Durante esto 40 años en el arte, Xiomara Fortuna ha ido construyendo un estilo único como cantautora, fundamentado en un trabajo de investigación, en la recreación de símbolos, imágenes y metáforas, mitos y leyendas y crudas realidades, con puro sentido de dominicanidad; asumiendo descaradamente la desnudez de sus raíces, las huellas de la afrodescendencia, la belleza y los misterios de los tambores, el hechizo de los altares y la magia inagotable escondida en las múltiples manifestaciones de las culturas populares.

Todo ello ha  posibilitado que sus canciones fueran tejiendo silenciosamente, en medio  de las dificultades, barreras y dolores, una tonada de esperanza con sabores de utopía; un espacio, con forma de nido y espiral, en los corazones de tantas personas sensibles que aman las bondades y cicatrices de esta media isla caribe.

Si miramos hacia atrás, hacia cada uno de nuestros lados, incluyendo todo lo que está sucediendo hoy día en frente de nuestras miradas, podremos percibir y valorar las grandes voces de mujeres que han marcado el pasado y otras que siguen definiendo sólidamente el presente. Sin embargo, si analizamos a profundidad esta temática, nos daremos cuenta que la mayoría de las grandes compositoras no han sido grandes voces, y la mayoría de las grandes voces no han sido grandes compositoras. Ante tal realidad, el caso de Xiomara marca la diferencia; sólo debemos detenernos a escuchar y observar la dimensión de su obra.

Si tomamos en cuenta la cantidad y variedad de sus producciones musicales, la diversidad y riqueza de los temas abordados en sus composiciones, la musicalización realizada de la poesía nacional, los aportes melódicos, rítmicos y literarios en sus canciones, el sello personal y autodidacta que aporta en los arreglos musicales de su banda, los variados colores de sus fusiones, donde se mezcla la música raíz dominicana con el blues, el rock, el jazz y otros estilos universales y contemporáneos, los niveles de su registro vocal, su capacidad interpretativa, el color y particularidad de su voz, la ruralidad de su canto urbano, hasta la forma de transmitir lo ancestral desde la gestualidad y modernidad escénicas.

Y si a esto le sumamos el recorrido, proyección y reconocimiento en los festivales internacionales de “World Music” o “Música del Mundo”, su rol de gestora cultural, su defensa indoblegable de la mujer y la equidad de género, sus trabajos comunitarios, su defensa del medioambiente, su lucha contra toda forma de discriminación social y racial, y contra toda marginalidad y modos de pobreza, veremos cómo se agranda su magnitud como artista comprometida y extraordinario  ser humano. En fin, es una obra de vida completa, que además lleva como guía existencial la espiritualidad.

Por todo ello, me sale de la razón y el corazón afirmar que Xiomara Fortuna representa hoy día la más transcendente cantautora en la historia musical de la República Dominicana.