El Gobierno dominicano no ha cambiado su política económica basada en altos déficits presupuestarios, financiados por continuos endeudamientos externos e internos. Su política de gastos corrientes sigue en aumento, muy por encima de los ingresos. De hecho, ya van nuevo años de déficit fiscales y de una espiral peligrosa de mayores deudas públicas, sin tener definido una clara política de desarrollo doméstico de los sectores productivos y las exportaciones y de redefinir una efectiva política fiscal de consolidación y viabilidad a mediano plazo.
El Gobierno tampoco tiene una política gradual de salida de su encerrona fiscal. Por este motivo el Gobierno ha entrado en una zona de fragilidad y viabilidad fiscal cada vez más delicada. El país se encuentra ante una gran encrucijada frente a la enredada situación fiscal y el aumento creciente del servicio de la deuda, de RD$ 159,126 millones/US$ 3,518 millones. Lo más preocupante, es que no se preocupa.
Considero que el déficit fiscal para el 2016, aún con maquillaje y deudas flotantes, se mantendrá por encima de 2.3 % del PIB, equivalente a RD$ 75,893 millones o US$ 1,649 millones, suma ésta que habrá que financiar con nuevas emisiones de bonos y préstamos. Ahora, si medimos la relación deuda total con ingresos corrientes, que es la forma más realista, se apreciará que el 45 % de los ingresos tributarios del Presupuesto se destinarán para pagar el servicio de la deuda pública, una suma muy preocupante. Un verdadero freno presupuestario. Debemos tener en cuenta que se paga con el flujo de caja, no con el PIB, que es una mediación abstracta genérica.
Es preocupante que en el mismo Presupuesto Nacional Plurianual aprobado por el Congreso, el Gobierno proyecta mantener un mínimo tres años más de déficit fiscales, RD$ 75,893 millones o el 2.3 % del PIB en el 2016, otro déficit en el 2017 de RD$ 75,516 millones, o el 2.1 % del PIB y para el 2018 otro déficit de RD$ 67,706 millones, o el 1.7 % del PIB, aunque creo mayor el déficit proyectado. En términos absolutos se mantiene el déficit casi igual, pero en baja un poco, al medirlo con el PIB. Pero eso no es realista, otra vez, no es una disminución que reduzca la necesidad y dependencia de más deuda pública.
La deuda pública consolidada es de alrededor de US$ 38,000 millones, incluyendo el Gobierno Central y Organismos Descentralizados, el Banco Central, la Distribuidoras y entidades eléctricas de Estado, deudas flotantes y corrientes. Según el último informe del Fondo Monetario Internacional es del 52 % del PIB. Su servicio como señalamos absorbe el 45 % de los ingresos tributarios. El costo de la deuda va en aumento, por el incremento de las tasas de interés en Estados Unidos, y porque está aumentando mucho más rápido el endeudamiento interno, que tiene tasas más altas de interés. Es decir, el perfil de la deuda ha cambiado mucho.
Habría que seguir tomando prestado para pagar solamente los interés anuales de la deuda púbica. Esto es una centrífuga riesgosa. Por lo tanto no es cierto de que el Gobierno ha comenzado a desmontar su alta dependencia del endeudamiento, como han expresado, ni tampoco lo tiene planeado. La propaganda de los funcionarios es engañosa y virtual, propio de un clima electoral, pues alegan que están consolidando la política fiscal y frenando el endeudamiento público, cuando ambas cosas son inciertas como demuestran estos números oficiales.
Reitero que en nada ha cambiado la política fiscal ni económica del Gobierno actual. Es el mismo modelo económico de los Gobiernos del PLD. Considero que alegar que lograron obtener un superávit primario de 0.5 % en el 2015 y será de 0.7 % en el 2016, es un dato falso e incompleto, porque piensan reducirlo de forma contable artificial, dejando de pagar la Cuentas por Pagar de más de RD$ 30,272 de facturas y cubicaciones vencidas, que no se pagaron para pasarlas a financiar este año, al incluirse en el Presupuesto Nacional 2016. Esto se llama maquillaje contable.
Asimismo, la alegada disminución del déficit de caja presupuestario, es cosmético, porque no se consideran las cubicaciones a contratistas, facturas a suplidores, deudas a los generadores y distribuidores eléctricos y otras deudas flotantes vencidas por el orden de RD$ 40,000 millones o más. Por eso si el Gobierno deja de pagar a tiempo los compromisos vencidos, es obvio que obtendrá un falso superávit primario, que en el fondo es un espejismo contable y es irreal. Por eso el déficit es mayor y las presiones financieras del Gobierno son cada vez más serias y limitantes. Tiene ahora una gran estrechez de liquidez presupuestaria. Y todo esto en un año electoral, que seguro aumentará el gasto por encima de sus posibilidades, con fines de captar votos.
Por otro lado, de una carga tributaria de 14.0 %, el Gobierno, según el Presupuesto aprobado, tiene comprometido en remuneraciones-salarios y bienes y servicios el 6 % del PIB, en intereses RD$ 97,764 millones o el 3 % del PIB, en amortizaciones y pagos de Cuentas por Pagar otros 3 % del PIB. Estas tres partidas fijas, suman un 12 % del PIB, de una carga tributaria de 14.0 %. Ese es el resultado de crear más de 200,000 empleos públicos, del clientelismo, los aumentos de salarios a los altos funcionarios, y del aumento vertiginoso de los pagos de amortizaciones e intereses de la deuda pública. En esencia, las finanzas públicas están atrapadas y son inviables.
Puede mejorarse en algo los ingresos, a través de una reforma fiscal integral que apoyamos totalmente. Ahí, por los ingresos de impuestos, hay tela por donde cortar. No obstante, el real problema principal son los excesos de gastos, los altos costos de la corrupción galopante, el clientelismo botellero asfixiante, la enorme cantidad de agencias e instituciones gubernamentales y ministerios innecesarios que duplican sus funciones, sumado a tres Altas Cortes que no son imprescindibles y que su rol podría asumir la Suprema Corte de Justicia. Hay demasiadas instituciones que son una carga fijas que no la aguanta un país tan pequeño, que le quitan recursos que deberían ser destinados a la salud, acueductos, el aumento de salarios y mayor protección social.
Estimo necesario cambiar los Presupuestos Plurianuales del 2017 al 2020 que mantiene cada año déficits fiscales y endeudamientos permanentes y recomiendo cambiar buena parte de la Estrategia Nacional de Desarrollo, para comenzar un plan gradual de cambios en la política fiscal-deuda, y buscar la meta de equilibrar el presupuesto y tomar menos recursos prestados. Debe ser un estrategia de salida y reforma fiscal integral, que no afecte al desarrollo ni produzca efectos sociales negativos. Por eso hay que realizar fuertes reformas del gasto y mejorar los ingresos.
Será un proceso complejo que requiere el concurso de mayores inversiones del sector privado, para que se mantenga como el motor de la economía, debido a que el Gobierno tendrá que reestructurarse y poner la casa en orden. Sin duda el Gobierno que surja de las elecciones de mayo, tendrá la gran tarea de cambiar el modelo económico agotado y mal usado. Habrá que achicar el hipertrofiado Estado, reducir gastos superfluos y mantener las inversiones públicas y mejorar la calidad de la política social y de creación de empleos. Es una tarea de cirugía mayor, pero posible.
Será una tarea reformadora importante y compleja dado las expectativas sociales y económicas de la sociedad. Para realizar este cambio de modelo, se requiere un cambio de partido gobernante. Después de 16 años, el PLD no podrá auto cambiar su modelo económico con los mismos funcionarios y estructura política. Ya están agotados y demasiados acostumbrados o comprometidos con una política de gastos y de clientelismos y costosas alianzas que estrangulan más al Presupuesto Nacional.
El cambio solo lo podrá realizar el nuevo partido PRM. Se necesita un nuevo estilo de gobernar y un nuevo liderazgo moral y político, que en estos momentos solo lo encarna, el compañero Luis Abinader y los hombres y mujeres del PRM. Para realizar los cambios necesarios, habrá de producirse un cambio político hacia un futuro diferente, con cambios y nuevas prioridades económicas y sociales.
El gran objetivo será el crecimiento con sanidad fiscal, con inclusión social y creación de empleos en los estrados de la mujer, la juventud y la baja clase media y trabajadora. La pobreza del 40 %, las desigualdades y los bajos salarios son un reto que hay que vencer. Solo un cambio hacia el progreso y la responsabilidad fiscal y social, lo puede lograr.