Hoy día, en Dominicana, los jóvenes que por primera vez sacan la cédula o la licencia de conducir, por ejemplo, no se imaginan la brega que nos daba a los de mi generación, hace 30 o 40 años, hacer esos trámites (y otros, como sacar la placa del vehículo) que hoy son fáciles y rápidos.

En 2014 fue la última vez que saqué la cédula (la nueva emitida por la Junta Central Electoral que presidió Roberto Rosario). Mi mujer y yo acudimos un domingo a las 9:00 de la mañana al centro de cedulación de Plaza Naco y a las 9:20 ya estábamos afuera con nuestras cédulas nuevas. Todo el proceso apenas tomó 20 minutos, cómodamente sentados y en aire acondicionado.

Las últimas dos veces que he renovado la licencia de conducir (2014 y 2018) me tomó solo 5 minutos para pagar el impuesto en el Banco de Reservas y otros 15 minutos para el resto del proceso en el módulo de La Sirena Churchill, cómodamente sentado y en aire acondicionado.

Desde hace años, comprar el marbete de la placa me toma solo 5 minutos en una de las asociaciones de ahorros y préstamos con sucursal en Bella Vista Mall, otro proceso fácil y rápido en la comodidad del aire acondicionado.

Sin embargo, era desconcertante y desalentadora la respuesta que durante años me daban, tanto la Procuraduría General de la República como la Autoridad Metropolitana de Transporte, cada vez que les escribía correos electrónicos preguntando sobre el procedimiento para pagar las multas o infracciones de tránsito: 

“Debe presentarse a la Fiscalía de Tránsito ubicada en la Av. 5to. Centenario casi esq. Av. San Martín en la primera planta, segunda ventanilla, con su cédula o licencia de conducir, donde le suministrarán un detalle de sus multas. Si desea pagar le suministrarán la autorización  de pago a la cual debe de sacarle dos copias, pasa al Banco de Reservas y efectúa el pago, luego debe de traer copias del mismo y de la autorización a la tercera ventanilla de la fiscalía para retirarle del sistema” (sic).

Pero a principios del año pasado, cuando volví a preguntar, esta fue la respuesta: “Debe de dirigirse al Banco de Reservas con su cédula o la contravención y ya una vez realizado el pago se le descargará automáticamente del sistema”. Y en efecto, así fue. Acudí a una sucursal del Banco de Reservas con mi cédula y me tomó apenas 5 minutos pagar mis multas y ser descargado del sistema.

En 2017 nos tocó a mi mujer y a mí renovar los pasaportes, para lo cual necesitábamos nuestras actas de nacimiento legalizadas. Menos de media hora me tomó obtener dichas actas de nacimiento en la Oficialía de Estado Civil de la Décima Circunscripción (ubicada en la avenida Rómulo Betancourt) y aproximadamente 40 minutos legalizarlas en la oficina de la Junta Central Electoral del Centro de los Héroes (sentado y en aire acondicionado). Menos de 5 minutos hacer el pago en el Banco de Reservas y aproximadamente dos horas el proceso en la Dirección General de Pasaportes (Ave. George Washington esquina Héroes de Luperón): una hora haciendo fila y una hora sentado y en aire acondicionado. A los seis días laborables, fuimos a buscar los nuevos pasaportes y salimos en menos de quince minutos.

El pasado abril acabamos de renovar las visas estadounidenses, proceso que ahora requiere llenar por internet (en la página web de la Embajada) un formulario e insertarle una fotografía digital, imprimir el recibo con el cual se hace el pago en el Banco Popular y en el caso nuestro (tratándose de una cuarta renovación) imprimir la carta de confirmación para exención de entrevista, ya que calificamos para el servicio de depósito de documentos sin necesidad de cita para entrevista. En el Centro de Atención ubicado en Galería 360, depositamos los documentos (trámite que tomó menos de diez minutos) y dos semanas después (diez días laborables después) en el mismo lugar nos entregaron nuestros pasaportes visados por otros diez años (trámite que tomó menos de cinco minutos). Atrás quedaron los tiempos (desconocidos para los jóvenes de hoy) de la pela que cogíamos haciendo fila en la acera de la antigua sede del consulado en la César Nicolás Penson esquina Máximo Gómez, con “el sol quemándonos la entraña” como decía hace tres décadas el merengue de Juan Luis Guerra, “Visa para un sueño”.