Con apenas 8 años, el niño de origen Hindú ha vivido más tragedias de las que ningún ser humano debería tener.  Considerando los estigmas propios de su cultura, que establece pocas o ningunas oportunidades de progreso, Nazir (nombre sustituto para proteger su identidad) nació en extrema pobreza, de personas consideradas escoria, sin valor.

A pesar de los millones de “dioses” que tienen las múltiples religiones Hindúes, todas tienen en común que si no se conjugan una series de golpes de suerte a tu favor, como para que tengas cierta estirpe, estás condenado a ser un menesteroso por el resto de tus días.

Si encima quedas huérfano, automáticamente te conviertes en esclavo de tus familiares, esto si ellos aceptan “hacerse cargo de ti”.  Esto fue precisamente lo que le sucedió a Nazir.  Su padre muere de cáncer y su madre apenas logra sobrevivir recolectando despojos.

Un día, tratando de cocinar se desató un fuego debido a una explosión del tanque de gas, matando a la madre y desfigurando el rostro de Nazir.  Sin ninguna compasión por el mozuelo, su tía lo encadena en el patio de su casa, y lo pone como esclavo.

Poco tiempo después, la mujer decide que no lo quiere tener más en su casa, y el niño deambula por las faldas de las montañas (del Himalaya) expuesto al crudo frio, animales salvajes, hambre y toda clase de peligros.

A pesar de la hambruna, las personas creen que las vacas son sagradas, por tanto, ni las comen ni consumen su leche.  Sin embargo, utilizan sus excrementos una vez secos, como combustible para encender calentadores y fogones para cocinar.  Así que, para sobrevivir, Nazir persigue las vacas y recolecta sus desechos, poniéndolos a secar, para luego salir a venderlo.  En el mejor de los casos, se los intercambian porun plato de comida.

El misionero cristiano que llega a predicar a la remota villa comienza a predicar un Dios para ellos desconocido.  Uno que dice amarte y valorarte por quien eres y no por lo que tienes.  Al hablarle de Jesús como el Creador que vino a vivir en medio nuestro en forma de hombre, sembró ejemplo de lo que es vivir para Dios, amar al prójimo hasta el punto de sacrificarse a sí mismo para darnos vida eterna, esto generó curiosidad e impacto.

¿Cómo es posible que Dios en vez de ser servido viniera a servir?  Se preguntaban los lugareños acostumbrados aun a lavar las estatuas de piedra para luego arrodillarse ante ellas, a ver si algún día les cambian la suerte.

Tal desprendimiento y muestra de amor resultaba incomprensible y a la vez apetecible.  Sobre todo si la sociedad donde vives te dice que nunca, nunca dejarás de ser el don nadie que naciste, aun tuvieras acceso a educación.  ¿Será posible que yo pueda tener segundas o más oportunidades ante los ojos de ese Dios llamado Jesús?

Nada convence más que el ejemplo.  El misionero junto a su familia acogieron al desfigurado huérfano que nadie quería ayudar.  Lo trajeron a vivir a su casa, le ofrecieron cama para dormir, comida y algo que el huerfanito quería y no creía jamás conseguir; asistir a la escuela.

Al cabo de unas semanas, el menesteroso era ahora el niño más feliz de la zona.  A pesar de ser el mayor en edad en el curso, no podía disimular su entusiasmo de poder aprender a leer y escribir.

El resultó ser el primero en ser llamado “hijo” en la única familia de blancos que los lugareños habían visto en toda su vida.  Sin saberlo, Nazir era el primero de muchos huérfanos que dicha familia acogería.

El cambio positivo y la transformación de estos niños, los cuales llegaron piojosos, maltratados y desnutridos, ha sido la muestra fehaciente de transformación de ese Dios real y misericordioso llamado Jesús, del cual ellos ahora se preguntan, ¿por qué no habían escuchado antes?

Cuando aceptamos el llamado misionero de Dios, testificaba el predicador, sabíamos que al igual que nuestro Salvador, tendríamos que pagar un precio.

Nuestros hijos, aunque de nacionalidad americana, están criándose en estos lugares, asistiendo a nada avanzadas escuelas, pero valorando al humano, al necesitado, por encima del lujo y las comodidades.

Todo para llevar el Evangelio a aquellos pueblos, hasta aquellas almas que no han tenido el privilegio de oír de Jesús.

La pregunta que les hago –dijo a la congregación- es, ¿están ustedes dispuestos a pagar el precio para cumplir La Gran Comisión?  Si no tienen el llamado misionero directamente de Dios, ¿estarían dispuestos a apoyar a los que dijimos sí y lo dejamos todo, arriesgando aun nuestras propias vidas, para llegar hasta los perdidos?

Y tú  que has tenido el privilegio de vivir en un país donde no te persiguen por lo que crees, que te rodean miles de iglesias y tienes a mano la Biblia, para conocer y vivir en comunión con tu Creador, ¿qué te lo impide?

Mateo 28:18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.

19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;

20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Efesios 4  Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,

con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;un Señor, una fe, un bautismo,un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.

Por lo cual dice:  Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. 

Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,

12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

¡Bendiciones!