Las malas prácticas terminan o perjudican las carreras políticas en diferentes latitudes.
Cabe observar eventos recientes donde políticos “exitosos” repentinamente son puestos en entredicho. Este es el caso de Marine Le Pen, euro diputada, candidata presidencial de la ultra derecha francesa, citada por las autoridades, para que se explique en torno a empleos ficticios y pago de salarios a su personal desde las arcas de la Unión Europea. Por su condición de parlamentaria, ella goza de inmunidad parlamentaria y se niega a asistir a la cita con la justicia.
No ha sido el caso del candidato Francois Fillon, Primer Ministro durante el periodo (2007-2012 de Sarkozy). Fillon ha tenido que asistir ante el juez luego de estallar el escándalo, tras haber dado un empleo ficticio a su esposa, y un cargo al hijo en la Asamblea Nacional. Siendo inculpado por el uso de fondos públicos, Fillon se aferra a su candidatura, faltando apenas días para las elecciones.
Más triste aun es lo sucedido a la destituida presidenta de Corea del Sur, Park Geun-Hye . Su amiga y confidente Choi Soon -Sil la llevo a la ruina política en uno de los escándalos de tráfico de influencia más espectaculares que conoce la historia de la corrupción en Asia. Se dice, que ambas formaron una red para recaudar fondos millonarios de grandes empresas a cambio de favores políticos. En este caso fue acusado y apresado el heredero de la corporación Samsung, por dar fondos al gobierno para ganar espacios de poder. Toda una verdadera telenovela de la corrupción.
Pensar que en una sociedad como la nuestra puedan producirse acontecimientos como los arriba citados resulta difícil de creer, no obstante el ritmo de escándalos y tipología de la corrupción a los cuales nos tienen acostumbrados. Aquí la buena gestión pública esta distorsionada por la, llamada “cultura de la corrupción”, que no es más que una serie de actos corruptos amparados en la más rigurosa impunidad.
Sin embargo la realidad está mostrando que el tráfico de influencia puede acabar con la carrera de cualquier político, en cualquier parte del mundo, perdiéndose en un instante las oportunidades de gobernar. En especial, cuando la ciudadanía es persistente y exige a sus representantes ética e idoneidad.
En América Latina también se está dando el fenómeno de perder la carrera repentinamente por el tráfico de influencia. Todo comenzó hace tres años con la operación Lava Jato, vinculado al peculado en la empresa estatal Petrobras y a las malas prácticas en la corporación privada Odebrecht. Brasil mostró al mundo, no solo la grandeza de su territorio, sino la dimensión de su corrupción, que tiene 78 ejecutivos de la empresa Odebrecht imputados tras firmar el acuerdo ‘do fim do mundo’, como lo ha llamado el pueblo brasileño.
Generándose una crisis política, que viene terminando con la carrera de “exitosos “políticos locales y regionales. Inédita y extraordinaria oportunidad, que sirve para limpiar y constatar que, en estos países, la justicia suele estar comprometida con el poder de turno, y las ciudadanías no tienen los mismos niveles de participación y percepción de la ética, para controlar la corrupción. De aquí que las consecuencias se harán sentir de manera distinta en cada una de estas sociedades partiendo de la debilidad institucional, y el tipo de democracia que se practique.
Gracias a la justicia brasileña, por haber solicitado eliminar la inmunidad de 83 políticos para ser investigados en el escándalo, creciendo el suspenso, en torno a las carreras de varios políticos, incluso del presidente Michel Temer. Mientras las donaciones a campañas electorales continúan comprometiendo el prestigio de otros presidentes de la región, quienes emergen como cómplices de la estrategia de la empresa, de convertir en política de Estado la corrupción.
En Republica Dominicana, donde no existen condiciones para castigar la corrupción, no obstantes las acusaciones, ningún político está imputado, lo que no niega que Odebrecht esté arrastrando la carrera política de muchos señores.
La repercusión de este escándalo, objeto de estudio, marca un antes y un después en la lucha contra la corrupción, que podría incidir en la organización de los partidos y sistemas electorales de las naciones implicadas, al exigirse una mejor calidad del quehacer político, no solo en Brasil, sino en el resto de Latinoamérica. Esta región donde continuismo y reelección vienen propiciado regímenes dictatoriales y/ o autoritarios, bajo el ropaje populista o tecnocrático.
Las noticias de Odebrecht desde Brasil y las filtraciones locales deben ser compaginadas .Todo conduce a un derrumbe de la clase política dominicana, si bien no se conocen los nombres de las personas comprometidas, el gobierno parece haber perdido credibilidad, y la “fábrica de presidentes” su propósito.
Se ha colocado al país en una verdadera crisis de operatividad y credibilidad política, de la que no sabemos cómo se saldrá.