Hace muchos años yo colaboraba en uno de los periódicos de circulación nacional. Puede que sean unos veinte a treinta años atrás. Siempre agradeceré la amabilidad de los recordados periodistas Don Rafael Herrera, Don Francisco Comarazamy  y Don Rafael Molina Morillo, quienes amablemente siempre tomaban mi participación con mucha atención. Recuerdo que en una oportunidad, uno de mis artículos fue elegido para aparecer junto a  otros tantos como uno de los mejores de ese año. Luego con la llegada de un nuevo director, no me fueron publicados más y desistí de escribir,  hasta este pasado diciembre en que la nostalgia me volvió y retomé esa costumbre y gentilmente Don Fausto Rosario, me abrió las puertas en este medio. Gracias.

Recuerdo que en una ocasión escribí cómo estábamos perdiendo nuestras tradiciones, nuestra propia identidad y cómo íbamos adoptando las foráneas, principalmente las de los Estados Unidos de Norteamérica.

Trataré de recordar algo de lo que escribí.

Por ejemplo, en estos días y meses tenemos muchas fiestas que hemos imitado como los monos.  Ahora en el mes de octubre tenemos a Halloween, o el día de las brujas, eso dicen, pues de corazón les diré que no he investigado mucho, pues no me interesa. ¿De dónde a nuestro país han llegado o visto esas brujas? Pero lo más interesante es que hasta los centros comerciales reciben a los niños con sus canastas a recoger dulces por sus diferentes tiendas. Las decoraciones son de terror, calabazas, telarañas, horribles máscaras. Fiestas en escuelas y colegios laicos o de enseñanza en inglés y los colegios enganchados, para no quedarse atrás.

Pasado octubre, comienzan los preparativos de “san pavo” o sea, el día de Acción de Gracias, pero, ¿por qué ese jueves de noviembre debemos celebrar el que hayamos sido beneficiados con una buena cosecha? En este caso debiéramos pedirle a Dios que nos mande agua para lograr buena agricultura y poder mitigar el hambre que están pasando miles de dominicanos, entonces sí poder dar gracias a Dios y tener nuestro día de acción de gracias por este hecho. Es la fiesta más importante en los EEUU para reunir a la familia. Todos hablan de ella, dónde la van a pasar, en fin, que no hay más tema de conversación.  Es también importante en Canadá, Brasil y en algunas islas del Caribe en donde hay asentamientos norteamericanos.

Lo más lamentable y penoso es que  han venido a sustituir nuestras tradiciones locales. Hay familias que hacen esta gran celebración y han dejado de lado la calidez de un 24 de diciembre en que celebramos el Nacimiento del Niño Dios.

Los Santos Reyes y El Niño Jesús ya no visitan nuestros hogares, que según las regiones iban  a unos o al otro. En mi casa siempre han ido los dos, al que no le doy cabida es al viejo ese panzón que llega con un “jo jo jo” en un trineo, pues como no tenemos nieve, no creo pueda llegar a mi casa, ni a las de mis hijos a llevar juguetes a mis nietos. Conozco familias que contratan al Santicló, para que sorprenda a sus niños, los cuales quedan anonadados con tan inesperada visita.

¡Qué hermoso era levantarse y encontrar debajo de la cama o del árbol de Navidad los regalos traídos por los Santos Reyes o por el Niñito Jesús! No creo que exista un niño que no se acostara temprano, se arropara de pies a cabeza por el miedo a encontrarse con la sorpresa, aunque siempre se sacara un ojo con disimulo para ver si los pescábamos en un descuido. Muchos niños le dejaban un vaso de agua a los Reyes Magos, un cigarrillo para que se lo fumaran entre los tres, la yerba para los camellos y hasta la menta verde de espíritu, que son las que llaman “de guardias”.

No dejemos perder nuestras tradiciones y sustituirlas por las de “los países”, como se les llama a los EE.UU.