«Tengo un tractor amarillo que es lo que se lleva ahora», cantaba un grupo español en los noventa. Solían poner dicha canción en las bodas, para que todos se entregaran al baile y pudieran así digerir mejor los alcoholes y los arroces. Otro tractor, azul según las fotos, se ha trepado a los titulares franceses. Mejor dicho, su conductor, del que nada sabemos (la Ley de Datos Personales protege su identidad), salvo que manejaba –lenta, muuuy lentamenteee– por una vía rápida, lo cual; por supuesto, está prohibido.

El hecho ocurrió el jueves veinticinco de febrero. Un tractor cruzaba «veloz» una autopista en la región de Berry hasta que fue detenido por dos motociclistas uniformados. Lo iban a escoltar hasta la comisaria así que, antes de proseguir, pidió permiso de recuperar su abrigo. En esa región del centro de Francia, famosa por sus leyendas de brujas alegres, hace bastante frío en esta época del año. Al subir de nuevo a su armatoste, aprovechó un parpadeo de los azules y en lugar de seguirlos sumisamente, pisó a fondo el pedal y aceleró y aceleró, con la clara intención de darse a la fuga.

Sin embargo, hubo varios problemas: El primero, que no pudo superar los 30 kilómetros así que los motociclistas lo seguían de cerca como moscas y lo conminaban a detenerse. El segundo, en lugar de obedecer, tuvo la idea de echarles el tractor. ¿Quería arrollarlos para poder continuar su camino? ¿A dónde iría? ¿Huía de su esposa? Prefiero la cárcel que seguir a tu lado, le habría escupido con un portazo de despedida. Aferrado a su bólido Ford, la oscuridad de la ruta A77 le ayudó a disipar su furia. Quizás era soltero y se había peleado con la novia; por eso tenía prisa de reconciliarse. ¿Le llevaba flores para contentarla? Lo imagino cortando unas cuantas, con brusquedad, de esas típicas florecillas silvestres cuya belleza radica en su sencillez. A lo mejor estaba simplemente aburrido de tanto encierro, he allí el tercer problema: había violado el toque de queda que el Gobierno de Francia, como tantos otros, ha impuesto con la vana ilusión de frenar los contagios del Covietcétera…

En el imaginario francés, el agricultor es uno de los personajes consentidos. Es del campo de donde sale tanta cosa rica, no sólo tomates y pimientos, sino también los quesos con aroma a pies, los vinos suntuosos, los patés con o sin trufas…Un reality show pensó en aquello y ya lleva dos décadas repartiendo el amor entre campesinos solitarios. ¿Pensarán en todo esto a la hora de dictar sentencia?

La policía, pese al susto, no se dejó intimidar y pidió refuerzos. Menos mal que el hecho no sucedió en las llanuras de Nebraska, allí los guardianes del orden no se hubieran complicado y al estilo Western, hubieran abierto fuego contra el transgresor. En cambio, La Gendarmerie Nationale le cerró el paso con tremendos camiones y sacó unas luces inmensas para cegarlo y obligarlo a frenar.

Después del regaño de rigor, alguno se dio cuenta que Monsieur Le Tracteur olía a vino y no a vaca o a tierra mojada o a granja… ¿Ese fue el último problema?, ¿el más grave? Le aplicaron el alcoholímetro. Un aparatito similar a un globo, que tiene una boquilla por la que el supuesto briago debe soplar y que suena si uno ha bebido más de la cuenta.

A resultas de lo anterior, se supo que El-triste-granjero-en-fuga había bebido. ¿Mucho? Lo suficiente para tener más problemas. Los accidentes de tráfico son cosa seria y dejan más muertos que el crimen, el terrorismo, las guerras y las enfermedades (¿covid incluido?) y las más de las veces las víctimas suelen ser peatones, ciclistas, terceros ajenos y despistados… Ojalá y haya disfrutado los tragos, porque ahora tiene una cita con el juez y pesa sobre su conciencia un kilo de infracciones. Son tantas que me da flojera escribirlas: Manejar en…, intento de…, desobediencia a…, violación al toque de…

¿Qué le dirá la autoridad judicial? ¿Le aplicaran una pesada sentencia como lo mencionan las notas?, ¿75 mil euros y hasta cinco años de prisión? Esperemos que no alegue la trillada excusa esa de: no soy yo cuando tomo. ¿Ignorarán que el agricultor, cuando abandonó sus parcelas, se había olvidado de desenganchar el arado? Situación agravante que hacía más peligroso (y más lento) al tractor.

Probablemente lo condenen a utilizar bueyes aburridos para la siembra y, si tiene sed o desesperanza, que tome agua y lea la Biblia, le dirá el juzgador. Aunque dudo que aluda al libro dizque sagrado, a lo mejor le obligan a leer a Proust, cuya prosa infinita si no calma por lo menos aletarga. Francia es un estado laico y tiene la sabiduría de no mezclar los titubeos de la fe con el desempeño público.