Detrás de todo trabajo sucio hay caras limpias.

Toda cantaleta apaña verdades, deforma la realidad, encubre culpables.

No hay descrédito sin que alguien no cobre crédito. “¿A quién conviene el crimen?”. Primera pregunta.

Tenemos más o menos claro quiénes en la UASD hacen el sucio trabajo de interrumpir la docencia cuando quieren, hacer salir despavoridos a miles de estudiantes y profesores mediante pedreas, vertederas de tanques de basura y toda clase de desmanes. Tenemos claro que se trata de mercenarios (gente a las que se les paga por sus servicios bélicos) y no de  simples desaprensivos o rebeldes sin causa.

Una coordinación casi admirable entre tira-piedras y tira-bombas, quienes concurren con asombrosa simultaneidad al escenario de “lucha”, no deja dudas de que no se trata de la natural respuesta de uniformados empeñados en preservar el orden. Pitcher y catcher que desde luego requieren de un manager.

Alguien preguntaba hace unos días que por qué no interrogaban a esos encapuchados. Se refería a las autoridades de la Universidad. Es buen pregunta, pero yo quiero extenderla a la prensa nacional: ¿Por qué es tan dada a hablar de estudiantes revoltosos, de uasdianos insensatos que no se cansan de fuñir (“y después quieren que el gobiernos les dé más dinero”), y no se toma nadie la molestia de entrevistar un par de estos supuestos rebeldes?

Ya sé. A los directores no les interesa. Mejor seguir manejando la legenda de la insensatez estudiantil. Es más cómoda la cantaleta.

¿Que a mí que diga cuáles serían las caras limpias que estaría detrás de este trabajo sucio? Pregúntese a quiénes les conviene, quiénes no simpatizan con que a la UASD se le entregue un aporte monetario decente y quiénes no soportan más que el pastel de esas instalaciones y esos 250 mil estudiantes siga fuera de manos privadas.