La Organización Internacional del Trabajo (OIT) promueve el trabajo decente en América Latina y el Caribe y establece que esto implica la generación de suficientes puestos de trabajo para responder a la demanda de la población, pero con la condicionante de que sean "empleos productivos y de calidad, y que las trabajadoras y los trabajadores los ocupen en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana".

Dadas las condiciones socioeconómicas y políticas de la región, la OIT propuso una agenda hemisférica con medidas generales  y específicas para que los países diseñaran políticas favorables para la generación del trabajo decente según sus características particulares y a ser desarrolladas en el período 2006-2015.

El trabajo decente implica dignidad, igualdad, ingresos justos y condiciones laborales seguras, y es en este último aspecto que la OIT recomienda a los países garantizar que los hombres y mujeres disfruten de condiciones de trabajo seguras, que les proporcionen tiempo libre y descanso adecuados, que tengan en cuenta los valores familiares y sociales, así como que permitan el acceso a una asistencia de salud apropiada.

Más de dos millones de personas mueren cada año por motivos relacionados con el trabajo; que se producen más de 300 millones de accidentes no mortales en el mundo y que el costo económico mundial de las enfermedades profesionales y los accidentes de trabajo ronda el 4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial

Nunca serán suficientes los esfuerzos que realicen los países para la implantación de las actividades para lograr los objetivos de la agenda del trabajo decente si se toman en cuenta las alarmantes cifras que se reportan en el área de seguridad y salud en el trabajo.

Cabe señalar que más de dos millones de personas mueren cada año por motivos relacionados con el trabajo; que se producen más de 300 millones de accidentes no mortales en el mundo y que el costo económico mundial de las enfermedades profesionales y los accidentes de trabajo ronda el 4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial.

Lo primero que hay que hacer en pro de mejorar la salud y seguridad en el trabajo es elaborar un perfil integral para cada país y ofrecer las recomendaciones y orientaciones para las correcciones. Es de vital importancia que los países fortalezcan los sistemas de registro y notificación de accidentes de trabajo y enfermedades ocupacionales, que según estimaciones solo se registra el 10 por ciento.

  Hay que fortalecer las leyes y las regulaciones a los fines de lograr un ambiente de trabajo seguro y saludable, donde la identificación y el control de riesgos es de vital importancia tomando en cuenta ¿quiénes?, ¿cuándo?, ¿dónde? y ¿por qué? están expuestos. Pero para esto hay que invertir en la formación de personal en salud y seguridad en el trabajo (SST).

  Hay que trabajar la parte de la sensibilización de los empleadores para producir un cambio de la percepción de considerar la inversión en seguridad y salud en el trabajo como un gasto y no como una inversión, que lo es, porque se traduce en un aumento de la productividad y ahorro de dinero para las empresas.

  Un trabajador o trabajadora que realiza sus labores en un ambiente de trabajo seguro y saludable estará mejor motivado y por ende más productivo. Esto se puede lograr mediante la acción concertada de los actores que intervienen en en los procesos productivos de cada país, que son el gobierno, los empleadores y los trabajadores, haciendo posible el cumplimiento de los objetivos del trabajo decente en este aspecto.

  Finalmente, la seguridad y la salud en el trabajo (SST) debe ser un asunto de todos y debe ser considerada, no como el resultado, sino como una condición previa para el desarrollo sostenible de los países.