Hoy es Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua.
Sabemos que la palabra "resurrección" es una metáfora tomada del sueño y quiere decir, literalmente, volver a levantarse. Pudiéramos pensar que la resurrección de Jesús es la misma que la de Lázaro. Los apóstoles entendieron de manera clara que la resurrección de Jesús es diferente. Fue para ellos una marcha hacia adelante y no un retorno; más aún, "ni siquiera la entendieron como una continuación sin límites de la vida presente. Para ellos fue una viva superación de la muerte y del reino de la necesidad, para entrar en el reino de la libertad".
Jesús, resucitando, fue más allá del lugar en que los seres humanos podíamos imaginarnos tan siquiera y empezó una vida absolutamente plena. "Los apóstoles no pudieron hablarnos de esta pascua de Jesús, de este paso, sin utilizar metáforas, pues no hallaron nada igual en el campo de nuestra experiencia objetiva".
La resurrección de Jesús significa también para los tienen fe, que Dios le concedió la gloria a Jesús, tal y como correspondía. De modo que el "ajusticiado por el sanedrín", el "excomulgado por la sinagoga", y el "ejecutado por los romanos fuera de la ciudad", emerge como el imparcial y como el juez de vivos y de los muertos. El Padre ha bendecido el nombre de Jesús para que todos los que creemos en él -en su vida y en su cometido como Mesías- tengamos una vida que no termina con la muerte.
Entender y darle veracidad a la resurrección es aceptar que alguien que vivió como un ser humano semejante a nosotros está "lleno de vida" para siempre. Aceptar que Cristo vive es dar un sentido diferente a nuestras vidas y creer en la resurrección es aún mucho más profundo. Es percatarse de que se ha sometido a la muerte, que esta no existe.
Aprovecho en este plano terrenal y específicamente en nuestra República Dominicana, para tomar el significado sencillo o por arriba como decimos, de resurrección que es el de renovación o volver a levantarse y hago votos en este día para que en nuestros país trabajemos para una resurrección. Todo depende de nosotros y nosotras. Nadie más que nosotros mismos podremos lograr una renovación de la República Dominicana. Tenemos para ello que dejar atrás la desesperanza, la apatía, la modorra, el silencio cómplice, la inacción ciudadana, el conformismo, el desencanto. Tenemos que manifestarnos a partir de nuestras posibilidades, contra las injusticias, contra el robo público, contra la violencia, contra el engaño de nuestras autoridades, contra el continuismo, contra la deshonestidad. Debemos participar en todos los foros y apoyar a todo el que levante una causa noble. Olvidemos un poco nuestros estómagos y nuestra zona de confort, seamos pobres o seamos ricos. Apoyemos e impulsemos todo lo que implique la crítica a una justicia al servicio de los intereses de grupos políticos, incapaz de decidir con una venda en los ojos, con independencia absoluta.
Procuremos que nuestro país no siga atado a la corrupción. Resurrección significa hacerle la guerra a los corruptos y no olvidar a los jueces que se prestan al juego vil de los mandatos de los poderosos. Recordemos su cara para toda la vida, para despreciarle como un traicionero y un ladrón de la esperanza.
Hagamos que nuestra República Dominicana resucite de su muerte institucional, de una muerte que lleva muchos años.
Tenemos que hacer que la República Dominicana se levante y barra con los corruptos de cuello blanco, con los mercaderes de la política, con los buscadores de fortunas rápidas, con los jueces que se venden por seguir trepando, atados a una oferta y al agradecimiento de la posición privilegiada que ostentan.
Los cristianos estamos hoy de gozo celebrando nuestra redención por la resurrección de nuestro señor Jesucristo, pero estamos de luto porque nuestra justicia ha sido enterrada porque no es capaz de sobreponerse a los intereses y ha dado el triunfo una vez más, a los corruptos, a los que han desfalcado a nuestra nación, permitiéndoles que se burlen de todos los ciudadanos y que continúen en su cruzada por seguir ostentando el poder persecula seculorum.
Basta ya!
Trabajemos por la resurrección de la República Dominicana y por una resurrección, no como la de Lázaro, sino como la de Jesús, para no volver a morir nunca más.