Trabajar juntos hacia la igualdad  o el viejo participaba, los más jóvenes no

Desde que tomé conciencia del gran trabajo que implica ocuparse de la casa, los hijos e hijas y la familia, cambié la manera de preguntar en terapia acerca de esto.

Antes preguntaba directamente a las mujeres si trabajaban o no, la respuesta era tan obvia, hace algunos años, que simplemente no eran necesarias las aclaraciones; las que trabajaban fuera de casa decían que trabajaban y las que no, unas veces con orgullo, otras con vergüenza y algunas con disgusto, decían que no trabajaban.

Más tarde la pregunta se convirtió en si trabaja fuera o dentro de la casa. Actualmente tengo el compromiso de seguir afinando la pregunta, pues hace unas semanas una mujer me respondió "Trabajo mucho fuera y mucho dentro", me encantó esta respuesta tan clara y tan expresiva de la realidad de muchas mujeres de hoy.

Vengo de una familia en la que mi madre siempre trabajó, de las pocas madres de mi grupo de colegio que lo hacían. Mi madre es maestra ya en retiro y digo es, porque es una profesión que se mete en la piel y las personas que la asumen con responsabilidad y entrega, nunca dejan de serlo.

El resultado de la pareja de padres que me tocó fue: tres mujeres profesionales, trabajadoras,  con voluntad férrea y ambición de desarrollo, pero además, madres entregadas y ocupadas al mismo tiempo de las necesidades y detalles de la casa y la familia

Mi madre estudió en la universidad y tengo muy claro en mis recuerdos, las largas noches de estudio con su grupo de compañeras en mi casa, luego de la jornada de trabajo y clases.

Mi padre aunque también trabajaba fuera y siempre fue el principal proveedor económico de la familia, se ocupó  de aquello de lo que se tendrían que ocupar los hombres, cuando sus parejas también trabajan fuera: nos llevaba y buscaba al colegio, estaba integrado en la asociación de padres y madres de la escuela, simplificaba el tema de la comida, fregaba, barría el patio, pintaba la casa, cambiaba los bombillos, en fin estaba pendiente del mantenimiento general de la casa, esa es la experiencia de pareja que nuestros padres nos entregaron a mis hermanas y a mí.

Cuento esto a propósito de terminar la lectura del libro de Sheryl Sandberg "Vayamos  adelante. Las mujeres, el trabajo y la voluntad de liderar". Tomé  el título del último capítulo para nombrar este artículo en el que ella plantea la necesidad de un trabajo colectivo de hombres y mujeres para lograr este objetivo sin distraernos en peleas y conflictos.

Plantea como, ni hombres ni mujeres a estas alturas, tenemos una verdadera posibilidad de elegir.  Dice Sheryl "Hasta que las mujeres no trabajen con empresarios y colegas que las apoyen y no convivan con compañeros que compartan las responsabilidades familiares, no tendrán una verdadera posibilidad de elegir. Y hasta que los hombres no sean del todo respetados por contribuir dentro del hogar, tampoco tendrán una verdadera opción de elegir".

Estas palabras me hicieron mucho eco, pues la posibilidad de mi madre para trabajar y estudiar en los años 70 sólo fue posible por una distribución equitativa de responsabilidades de ambos, fuera y dentro de la casa.

Pero al mirar las parejas de mis hermanas y la mía, las de mis amigas, primas y compañeras de trabajo, quedo con la misma sensación de Sheryl al terminar de leer el libro.  Con una pareja que se comportaba como mi padre en los años 70, las expectativas eran que, a estas alturas, el camino hacia la igualdad estaría más avanzado, que las oportunidades para hombres y mujeres serian más igualitarias y que las responsabilidades relacionadas a la familia estarían más distribuidas entre ambos.

El resultado de la pareja de padres que me tocó fue: tres mujeres profesionales, trabajadoras,  con voluntad férrea y ambición de desarrollo, pero además, madres entregadas y ocupadas al mismo tiempo de las necesidades y detalles de la casa y la familia.  Sin embargo los hombres que acompañaron a estas mujeres retrocedieron en el modelo masculino comprometido y responsable recibido por ellas.

Es indiscutible que hemos avanzado en el esfuerzo por superar  la distribución rígida de roles de acuerdo al género, pero el ritmo es muy lento y el costo para  la vida, la salud y la libertad de las mujeres muy alto. Mientras tanto les recomiendo esta lectura a las mujeres adultas, sus hijas, amigas y conocidas, pero además a los hombres, sus hijos, amigos y conocidos.

solangealvarado@yahoo.com

@solangealvara2