Las únicas películas dominicanas que llevan “gente” al cine son las comedias acolchadas en figuras del humor televisivo o de otras áreas de las comunicaciones, es decir que el éxito se debe en mucho a la fama de estas personas. Es lo que ha sucedido hasta el año pasado (2014).

Hay excepciones como “El Teniente Amado”, que es un género dramático e histórico. Ese filme rompió, como también “Código Paz” que es de acción con tintes jocosos.

Lo que usted no sabes es que las comedias están perdiendo público, pero,  según algunos criterios del sector exhibidor, eso se debe más al alto cumulo de películas dominicanas estrenándose,.

Pero lo cierto es que ya hay una alta tasa de rechazo al “cine dominicano”, como se dice, porque este solo hace “comedias de televisión en pantalla gigante”.

Y va tomando cuerpo un prejuicio en el público de alto nivel adquisitivo, con respecto a lo que consideran más un negocio que el deseo de realizar películas con contenido.

Se reclama del guión, de la repetición de figuras famosas, de lo desabrido que son las tramas.

Se reclama también del público que respalda esas comedias, porque se trata de un público endiabladamente ´contentoso´, sin modos para estar en una sala de cine (habla alto, se paran y se sientan haciendo malabares con un combo de refresco y hotdog, etc.). Aunque la misma experiencia de “sufrir” el ir a una sala de cine con películas foráneas es ya una invitación a no repetir y no volver jamás, porque, total, “la puedo ver pirateada en casa” como me dicen varios  cinéfilos amigos.

Sospecho que mañana puede haber una buena película dominicana, de comedia, o quien sabe y se comience a exhibir otros géneros nacionales y, sin embargo, como el daño ya está hecho al descuidarse el negocio de exhibición, las cifras, los cálculos, irán descendiendo. De hecho es lo que viene sucediendo con todo lo que se ha hecho desde que hay ley de cine.

Existen muchas personas expertas, o se les consideran como tales, que, sin embargo, no tienen las fórmulas para señalar lo que es un seguro éxito de taquilla o lo que no lo es. Pero, eso sucede en la Meca del cine de manera muy normal.

Como debo ser responsable con mi conjetura en este artículo, juzgo que la formación de público, de mercado, recae sobre todos los actores del quehacer cinematográfico. Quizás la mayor responsabilidad de pérdidas de mercado, de público, se deba a las distribuidoras y a las cadenas exhibidoras por motivos obvios, además de los arriba dichos.

Recelo que quienes deciden qué va y qué no va a las salas de cine son los subsidiarios del trance; esas personas deben ser las grandes comprometidas con el hecho de que el público venga mermando en Santo Domingo (distrito nacional) y en Santiago, pues en esos dos lugares es donde hay interés de las exhibidoras. Lo que debido a que no hay en otros pueblos del país pues la piratería viene cogiendo el espacio y ya es una institución defendida por los cinéfilos olvidados de los pueblos del sur, del Este y de las zonas montañosas.

Los cinéfilos con carnet de la capital –según testimonios– van a las exhibiciones de lunes a viernes, pagan su taquilla y disfrutan de la ausencia del público bullicioso y ´contentoso´ de los fines de semana.

Esto que le digo es la pura verdad.