La visión totalitaria

no se detiene en la frontera,

si no en la raza humana.

Hannah Arendt

Una de las grandes teóricas políticas del siglo pasado sobre el totalitarismo  es sin duda Hannah Arendt, autoras de varios textos como: Los Orígenes Del Totalitarismo, Responsabilidad y Juicio, Verdad y Mentira En La Política y  La Condición Humana, entre otros.  Las similitudes de los procesos en este siglo XX1, es casi igual en forma y el fondo; a los temas abordados por ella en sus libros,  laten con profundidad y vigencia en nuestros días.

La reivindicación de los nacionalismos autoritarios; sobre la base de la supremacía racial. Son  tan vigentes que a veces uno puede poner en duda, el avance civilizatorio  de la humanidad. Las amenazas permantes de una desintegración son advertidas por Arendt, al parecer la humanidad se despojó de su propia humanidad; asumiendo  categorías de análisis políticas como la llamada necesidad histórica  de los movimientos totalitarios.

En el Prólogo a La Primera Edición Norteamericana, Karl Jasper dice: Someterse al simple proceso de desintegración se ha convertido en una tentación irresistible, no solo porque  ha asumido la falsa grandeza de una necesidad histórica, sino porque todo lo que era ajeno comenzó a parecer desprovisto de vida, sangre y de realidad. (Arendt Hannah. Los Orígenes del Totalitarismo. Año 1974. Pág. 4)

El hombre de la postmodernidad, el hombre de la inteligencia artificial no alcanza a comprender la importancia de cohabitar el mundo donde vivimos, es por eso, que determinadas conductas parecen ser comportamientos  irracionales  e inexplicables.

Los movimientos totalitarios pretenden lograr organizar a las masas, no a las clases, como los antiguos partidos de intereses nacionales  de Estados  Continentales; opiniones acerca de la gobernación de los asuntos públicos y con intereses en esto, como los partidos de los países anglosajones; mientras que todos los grupos políticos dependen de una fuerza proporcionada, los movimientos totalitarios dependen de la pura fuerza del número hasta tal punto, que los regímenes totalitarios parecen imposibles incluso bajo circunstancias por lo demás favorables en países con poblaciones no relativamente numerosa.( Arendt Hannah El Origen del Totalitarismo).

Los movimientos totalitarios no crean en clases, ni en burgueses, ni en empresarios, ni aristócratas, ni en obreros, ni en las instituciones de la democracia; son autócratas, que creen en las masas movilizadas encarnado un interés superior, un rol histórico, una supremacía existencial.

Los  movimientos totalitarios  tienen su propia interpretación de  las masas, el término masa se aplica sólo cuando nos referimos a personas que bien por su puro número, bien por su indiferencia o por ambos motivos, no pueden ser integradas en ninguna organización basada en el interés común, en los partidos políticos, en la gobernación municipal o en las organizaciones profesionales, y en los sindicatos potencialmente que existen en cada país y constituye la mayoría de esas muy numerosas personas.( Arendt Hannah).

Estas masas a las que se refiere Arendt están desprovistas del interés común, por eso no la encuentra en ninguna estamento social institucionalizado, no procuran un interés de grupo o de clase, están ahí procurando su propia existencia;  esa existencia se ha convertido en una subsistencia es  el alimento, el vestir y el ocio. Perdieron mas que su cadena, perdieron la razón del ser.

En el caso de la República Dominicana, Joaquín Balaguer quien gobernó nuestro país durante veintidós años del siglo pasado, habló de las llamadas masas silentes, refiriéndose a ese grupo díscolo, discontinuo, no organizado para la vida  institucional.  Esos sujetos carecían y carecen de interés común, porque sus existencia fue y es una existencia individual, lo común no encarna, porque no está  en su lógica psicosomática.

Arendt  nos introduce al concepto de hombre masa, seres impersonales que perdían  de alguna manera sus medios y formas  de existencia sin saber que hacer. Ella nos  ilustró de  la manera siguiente: En esta atmosfera de   ruptura de la sociedad de clases se desarrolló la psicología del hombre-masa europeo. El hecho de que con uniformidad monótona, pero  abstracta, sobreviniera el mismo destino una masa de individuos no impidió que éstos lo juzgaran en términos de fracaso individual y el mundo entero en términos de injusticia específica.

El hombre mismo no importa, lo que importa es ser gastable, estos hombres que perdían más que sus cadenas, perdían el interés por su propio bienestar. Existían marginalmente en la sociedad, cuya importancia residiría en su utilitarismo residual. Esa es la sangre fresca, la sangre pura de los movimientos totalitarios.

En la próxima entrega, autócrata o neototalitarismo, democracia formal o  democracia real el tránsito impostergable.