Debe estarse gestando un regreso.
No puede seguir siendo tan evidente que la ostentación desvirtúe el espíritu de algo tan elemental. La arquitectura, a ojos de quien vea sin mirar, aparentemente se ha engreído sobre la faz de la tierra. Así lo ve o mira cualquiera, pero olvidan a los propietarios, los que encargan los proyectos y por supuesto, olvidan a los arquitectos, los que diseñan los encargos.
Puntuales proyectos de reconocidos proyectistas y otros de desconocidos, dan la impresión de estar inundando la superficie del planeta con su arrogancia megalomaníaca de formas y alturas estrambóticas.
Es tanta la publicidad en torno a esas maneras de expresión del poder económico (social y político), que las escuelas de arquitectura de todo el mundo deben estar siendo sacudidas por un sismo autodestructor de incalculable intensidad ante la apabullante promoción que diversas empresas dan y mantienen sobre esas determinadas obras, defendiendo sus intereses particulares, y vendiendo sus productos, usados en esas obras. Pero no todo debe verse con igual matíz crítico.
Diseñar edificios de apartamentos es una cosa, diseñar torres de edificios para apartamentos es otra cosa y diseñar inalcanzables, por mareantes, agujas de frenéticas alturas, que intentan demostrar lo tangible en cuanto a estabilidad, estatus y prepotencia, también es otra cosa. Edificios autosuficientes e inteligentes, ciudades verticales, ciudadelas, panales en alturas, y decenas de calificativos más, identifican a estos portentos del despilfarro, de la ostentación, la opulencia y la arrogancia (contra la estrujante realidad de las mayorías sobre el globo).
Todos esos proyectos y obras demuestran las condiciones del multifacético complejo de inferioridad del ser humano, que necesita ver muy alto para asegurarse de avasallar con su presencia a los demás. Usted lo puede ver en las cimas de las montañas de la isla antillana donde vivimos. Casitas y mansiones compiten con los nidos de las aves más hurañas. Es raro ver inversiones costosas casi a ras del suelo, a nivel de superficie normal. Cuando se va a construir y se construye en las montañas del centro de la isla, se hace ostentación de alturas y se encumbran las edificaciones hasta allá, "donde sólo las águilas se atreven"*
¿Es ese el tipo de diseño que debe promocionar una escuela de arquitectura nacional?
Las consideraciones de carácter sicológico sensorial que deben adornar las virtudes de quienes eligen la profesión de la arquitectura, han de estar por encima de todas las miserias y debilidades humanas. La petulancia es una de ellas.
Usted podrá escuchar cientos de veces que cada quien hace lo que le venga en ganas con su dinero, pero los límites de la prudencia aconsejan otras cosas. Ostentar es retar y cuando se reta construyendo en altura se reta al prójimo para que intente alcanzar semejantes objetivos y se reta a la naturaleza, que muda, e inadvertidamente, soporta el desatino desequilibrante de tener que sustentar las arrogancias personales de específicos individuos (y sus consortes) obnubilados por la borrachera de poder pasajero que les arrebata el alma. Ellos mismos, misericordiosos y recogidos, pueden ser los que bajen los domingos a los ritos religiosos de las iglesias del lugar y hasta ofrenden generosas limosnas creyendo que actúan con dispensas ante la desconocida presencia de lo divino. Están tan equivocados como los resultados de sus obras en las cimas montañosas o en las estilizadas ofertas urbanas de torres neomedievales modernas (neomedievales porque funcionan sin agua ni electricidad garantizable, entre otras cosas).
Ya antes, otras veces, he citado al estudioso francés de la arquitectura mundial, Auguste Choisy (1841-1909).
Su memorable párrafo del Tomo I de su "Historia de la Arquitectura", donde describe el final de la época medieval de la arquitectura, dando paso al renacimiento, marcó mi apreciación formal, estética, espacial, estructural y volumétrica de la arquitectura. Les dejo con dicho párrafo: "Al alcanzarse los límites de la liviandad fueron agotadas las deducciones. La complejidad llega a su máximo. Una vuelta a las formas simples es el único medio de rejuvenecer el arte. El Renacimiento inaugura esa reacción…" (Página 631, Ed. Víctor Lerú, S.R.L., 1944 (4ta. edición, 1963).
* Titulo de un film de acción militar que creo data de los años finales de la década del 60 del siglo pasado.