Los dramáticos sucesos ocurridos  entre el 16 y el 18 de enero de 1962.

1.- Crisis política, negociaciones y conformación del Consejo de Estado.

El  movimiento militar encabezado por Rodríguez Echavarría tenía como motivo legitimador evitar el golpe de Estado de la familia Trujillo contra Balaguer- lo que en el momento pudo lograrse-, propiciando, de este modo, su transitorio fortalecimiento político y la puesta en marcha de su bien calculada estrategia de poder personal, imposible de ejecutar hasta la salida de Ramfis y los Trujillo del país.

Por un lado, Balaguer procuraría erigirse en el árbitro necesario en tan complejas circunstancias, no sólo como el hombre de confianza del imperio norteamericano, capaz de liderar los aprestos contrainsurgentes contra la influencia del comunismo y la revolución cubana, sino también como el genuino representante del conglomerado burocrático trujillista, el cual mantenía notoria vigencia por su profunda incidencia en los diferentes estamentos de la vida nacional, especialmente el militar.

Procuraba, de este modo, desarticular la estrategia de los cívicos al tiempo que adoptaba medidas de corte reformista-populista, entre las que cabe destacar el aumento salarial de los empleados públicos, la distribución gratuita de bienes del estado y la disminución de precios de productos de primera necesidad.

Conscientes los cívicos de la estrategia balaguerista, procuraron intensificar sus esfuerzos, con el propósito de consolidarse como la verdadera alternativa de poder.

Sabían, además, que Rodríguez Echavarría, aureolado de prestigio tras el contragolpe del 19 de noviembre  y aunque exhibiendo en el momento credenciales democráticas que les llevarían incluso a entablar conversaciones con el PRD y el 14 de junio para enfrentar a los Trujillo, coincidía, en el fondo, con Balaguer.

A pesar de la manifiesta astucia balaguerista, los cívicos no se avendrían a ninguna propuesta que implicara la continuidad velada o manifiesta del poder trujillista, lo que advertiría con su fina agudeza el entonces enviado especial de Kennedy, el destacado historiador y diplomático puertorriqueño Arturo Morales Carrión.

Una gran huelga nacional, a principios de diciembre de 1961, prohijada por los cívicos,  con una duración de once días, incrementó la polarización y la violencia, tornando cada vez más urgente la búsqueda de una salida  a la profunda crisis política reinante.

Tras  los aprestos de Morales Carrión, los grupos políticos confieren legitimidad mediadora  a las asociaciones profesionales.  A  partir del 3 de diciembre de 1961 aceptan el rol conciliador  y negociador del Dr. Nicolás Pichardo, quien luego asumiría papel destacado en el Consejo de Estado. Por parte del gobierno participaban en la tarea Don Emilio Rodríguez Demorizi y Don Manuel Amiama.

El Dr. Pichardo, en compañía de los mencionados representantes del gobierno, visitó al Dr. Balaguer, quien consciente, al igual que los demás actores del proceso, en la aprobación de un  plan político, consistente en dos puntos fundamentales:

1.- La continuación de Balaguer en la Presidencia durante las próximas tres o seis semanas.

2.- Formación de un Consejo de Estado de cinco a siete miembros. Este consejo seria presidido por el presidente de la Republica, quien ostentaría también el título de jefe supremo de las Fuerzas Armadas, por cuyo intermedio se canalizarían las relaciones entre ambos estamentos. La elección de este Consejo se haría por común acuerdo entre los grupos de oposición y se preferiría que estuviese integrado por ciudadanos de cierta neutralidad.

Una nueva Constitución fue proclamada el 29 de diciembre de 1961. La misma, en su artículo 116, mandataba la creación del Consejo de Estado, sobre el cual recaerían  todos los poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).

De igual forma, le correspondería la responsabilidad de organizar elecciones libres, las que debían efectuarse a más tardar el 20 de diciembre de 1962.

El 1 de enero de 1962  se instauraba el Consejo de Estado, presidido por Balaguer y como vicepresidente del mismo el destacado jurista santiagués Lic. Rafael F. Bonnelly. Completaban la matrícula de Consejeros los dos sobrevivientes del tiranicidio, Luis Amiama Tio y Antonio Imbert, un prominente abogado, el Lic. Eduardo Read Barreras, el destacado médico Dr. Nicolás Pichardo y en representación de la Iglesia, monseñor Eliseo Pérez Sánchez.

Rodríguez Echavarría sería designado secretario de Estado de las Fuerzas Armadas.

La escogencia de Bonnelly para la Vicepresidencia obedecía al hecho de que, en breve tiempo, conforme la fórmula política pactada, el Dr. Balaguer debía resignar la Presidencia en su persona a fines de propiciar el avance del proceso sin entorpecimientos.

2.- Los dramáticos sucesos del Parque Independencia y sus inmediatos prolegómenos.

El 4 de enero de 1962- apenas tres días después de instaurado el Consejo de Estado- Rodríguez Echavarría le pide dictar una amnistía general en favor de todos los miembros de los Cuerpos Castrenses. La propuesta fue denegada por seis de los miembros del Consejo de Estado, situación que caldeó notablemente las relaciones entre este  y el poderoso militar.

Las tensiones aumentaron notablemente, por lo que los miembros del Consejo de Estado determinan encomendar a Bonnelly y al Lic. Eduardo Read Barreras para hablar con Balaguer a fines de plantearle que, dado el clima de tensiones reinante en el  país, y dado que se habían levantado ya las sanciones de la OEA, procediera a renunciar, conforme se había pactado al efecto. Al respecto, Balaguer llegó a manifestar que su renuncia no se llevaría a efecto antes del 27 de febrero de 1962.

Crecía considerablemente la agitación, especialmente a través del programa Baluarte Cívico, de Unión Cívica Nacional, el cual se transmitía en la emisora situada frente al Parque Independencia.

El 15 de enero de 1962,  en horas de la tarde, Luis Amiama toma conocimiento- según revelaciones de Bonnelly-  de que se pensaba lanzar los tanques sobre la marea popular que ya se organizaba pidiendo la salida de Balaguer.

Bonnelly, conforme su versión, pidió a Amiama Tió intentar disuadir a Rodríguez Echavarría de que no llevara a cabo tan temeraria acción. Este accede, alrededor de las 7: 00 p.m, pero ya a las 10:00 p.m, tres horas después, la ciudad estaba sitiada por los tanques blindados. Fue el preludio de los dramáticos  acontecimientos del “Parque Independencia”.

Conforme la versión posterior que de los hechos ofreciera Rodríguez Echavarría, recibiendo órdenes de Balaguer para silenciar los altoparlantes, pero que al tratarse de un asunto de orden público se comunicó, a su vez, con el coronel Luis Arzeno Colón, de la Policía Nacional, a fines de ejecutar las instrucciones del presidente, pero este rehusaría acatar las mismas.

Sólo entonces, según relatara Rodríguez Echavarría, asumió la ejecución de la orden al tiempo que ordenaba la detención de Arzeno Colón por desacato a la autoridad.

En versión de Bonnelly, fue el Dr. Ramón Cáceres Troncoso quien hizo de su conocimiento que estaba en curso una tragedia inminente en el Parque Independencia. Al enterarse, intentaría movilizar la presencia de los demás consejeros, pero sólo pudo localizar al Dr. Nicolás Pichardo, a quien se trasladó a buscar en compañía de su ayudante militar, el coronel Luis Segundo Miller Céspedes.

Bonnelly explicaría que tanto él como el Dr. Pichardo desarrollarían una ardua labor de apaciguamiento, “tanto en lo que se refiere a los civiles como a los militares, a fin de que estos no perdiesen el dominio de sí mismos; nos pusimos al habla con el coronel Cuervo Gómez y, girando sin reposo por entre la muchedumbre, presa de un peligroso delirio de rebeldía, íbamos exhortándola a deponer su actitud agresiva”.

Justo en el momento en que conversaba por segunda vez con Cuervo Gómez- refiere Bonnelly- iniciaron las descargas, las cuales dejarían el trágico saldo de cuatro muertos y doce heridos. Al respecto, afirmaría: “…calladas las ametralladoras, todos nos sentimos rodeados, mejor dicho apretadamente envueltos en un tupido silencio de muerte”.

3.- Constitución de la Junta cívico-militar del 16 de enero de 1962.

Tras los sangrientos sucesos del Parque Independencia, Bonnelly y Pichardo retornarían a Palacio. Luego se les uniría Read Barreras, quien había estado cerca del parque, y a quien las turbas romperían el vidrio trasero de su vehículo.

Luis Amiama se comunicaría con Balaguer, quien se presentaría poco después, siendo recibido con actitud hostil por los consejeros, según relataría Bonnelly. Estos le reiteraron el pedimento de que presentara su renuncia, lo cual Balaguer comunicó, a su vez, mediante llamada telefónica, a Rodríguez Echavarría.

Presentes allí, se encontraban,  además, el consejero monseñor Eliseo Pérez Sánchez, el Lic.  Manuel Amiama, presidente de la Suprema Corte de Justicia, el general Andrés Rodríguez Reyes, el canciller José Bonilla Atiles, entre otros.

En aquellos momentos, llega Donald Read Cabral  y les expresa que si no habían advertido que estaba “virtualmente presos”, tras constatar un despliegue inusual de soldados en la casa de gobierno.

Es Balaguer quien le informa a los demás consejeros- de parte de Rodríguez Echavarría- que de no renunciar serían sometidos a prisión en breve tiempo. Eran las nueve de la noche del 16 de enero y Balaguer les informa que tenían hasta las diez, de parte de Rodríguez Echavarría, para presentar su renuncia. Ante la negativa de los consejeros a plegarse a sus designios, los mismos fueron apresados, justo a las 10: 00 p.m. de aquel 16 de enero de 1962.

Fueron  llevados a una casa de la base militar de San Isidro, Bonnelly, monseñor Eliseo Pérez Sánchez, Nicolás Pichardo y el Lic. Eduardo Read Barreras.

Les condujo desde Palacio a San Isidro el general Braulio Álvarez Sánchez, dispensándole en todo momento, según Bonnellly, un trato considerado. Los consejeros Luis Amiama y Antonio Imbert buscaron refugio en una embajada.

Se había consumado de este modo, el golpe contra el Consejo de Estado, propiciado por Balaguer y Rodríguez Echavarría, siendo sustituida por una Junta Cívico Militar.

4.- Balaguer renuncia ante Huberto Bogaert

Es en aquellos momentos dramáticos cuando entra en escena el Dr. Huberto Bogaert.

Bogaert relataría que a las 11 de la noche del mismo martes 16 de enero, recibió  una llamada del Presidente Balaguer, en su casa natal de Mao Valverde,  pidiéndole presentarse al Palacio Nacional lo más pronto que le fuera dable. Partió de  inmediato hacia Santo Domingo, donde llegó a las 4 de la madrugada del miércoles  17.

Se presentaría al palacio a las 7:30 a.m., donde fue recibido por Balaguer quien conduciéndole hasta su despacho le manifestaría: “Don Huberto, el país está al borde de un tremendo caos; se esperan acontecimientos cuyas consecuencias desastrosas para la familia dominicana están fuera de toda sensata previsión. Conociendo su entereza de carácter y su seriedad he pensado que Usted es hombre capaz de restablecer el imperio de la ley y el orden y yo espero que Ud. no la desamparará en esta hora decisiva de su destino”.

Si Usted cree- respondió Don Huberto- que yo puedo prestar a mi pueblo y a mi patria el servicio que Ud. reclama de mi acción, ni mi patria ni mi pueblo serán defraudados por mi vacilación o mi timidez.”.  Acto seguido, Balaguer procedería a juramentarle.

Balaguer,  forzado por las circunstancias  a resignar el poder,  no lo hace ante los consejeros, sino ante  el Dr.  Huberto Bogaert.  Bonnelly afirmaría, años después: “¡Cumpliò con Bogaert lo que debió haber cumplido con nosotros!”.

Preciso es significar que no fue Bogaert el primero a quien llegó a considerarse para presidir la Junta.  En la noche del mismo 16, Rodríguez Echavarría le había ofrecido la Presidencia de la República al Consejero Luis Amiama y haría lo mismo  con el General Antonio Imbert, rechazando ambos dicho ofrecimiento.

La conformación definitiva de la Junta Cívica-Militar fue la siguiente: Doctor Huberto Bogaert, presidente y como miembros de la misma los Licenciados: licenciado Armando Oscar Pacheco,  Antonio Imbert Barreras y Luis Amiama Tió; el contralmirante de la Marina de Guerra Enrique Valdez Vidaurre; el coronel del Ejército Nacional , Neit Rafael Nivar Seijas; y el mayor piloto de la Aviación Militar Dominicana, Wilfredo Medina Natalio.

5.- El contragolpe y sus principales incidencias.

Al asumir el control del poder, la Junta Cívico- Militar dispuso el Estado de sitio en todo el territorio nacional, entre otras medidas no menos desagradables que de inmediato comenzaron a granjearle el rechazo de  ciudadanía.

Las diferentes fuerzas políticas, Partido Revolucionario Dominicano, Vanguardia Revolucionaria Dominicana, Unión Cívica Nacional y el 14 de Junio, manifestaron su repulsa al golpe militar. Este último partido lo hizo a través del programa “Política y Orientación”, que dirigía el destacado jurista, intelectual y dirigente político Dr. Francisco Carvajal Martínez (Bueyòn).

Unas 38 organizaciones protestarían públicamente en repudio a la acción golpista.

La desilusión de Bogaert comenzó a manifestarse al momento mismo  de asumir su enojosa responsabilidad. Al respecto afirmaría, días después : “ no tardé, en darme cuenta, que la realidad no respondía a lo que parecían ser las aspiraciones y propósitos del Presidente Balaguer al pedirme mi colaboración…esa primera revelación me llegó con el primer asunto que se planteó ante dicha Junta . Este asunto era la deportación del Doctor Viriato Fiallo y su hermano Antinoe”.

Nosotros repudiamos con éxito semejante sugestión. Yo acepté la Presidencia de la Junta, bajo la convicción que se me infundió de que nuestra misión era empeñarnos a toda capacidad en evitar el caos, ante todo, y luego restablecer el orden público, el respeto a la propiedad, la vigencia de los derechos humanos y las públicas libertades. Y nada de eso podía lograrse cuando la Junta comenzara sus funciones aplicando arbitrariamente una acción semejante”.

No había dudas en mi ánimo de que nuevas pruebas nos esperaban. En lo que a mí personalmente concierne, la renuncia habría sido una cómoda liberación; ese desenlace pasó por mi mente varias veces. Pero pronto recapacité y me di cuenta de que la solución del grave conflicto estaba por encima de toda conveniencia personal. Ya no me queda más que un solo camino, el de seguir luchando para evitar todo desafuero que estuviese a mi alcance impedir o frustrar”.

Nuevas pruebas, habrían de presentarse y no tardaron en hacerlo. El General Rodríguez Echavarría le pidió a la Junta la deportación de los miembros del depuesto Consejo de Estado Lic. Rafael F. Bonnelly, Dr. Nicolás Pichardo, Lic. Eduardo Read Barreras y Monseñor Eliseo Pérez Sánchez”.

El Dr. Bogaert también se rehusaría a aceptar esta medida.

En la noche del 17 de enero llegó hasta la casa donde los consejeros  estaban prisioneros, en la base militar de San Isidro,  el General Rodríguez Echavarría, acompañado de su escolta. Según Bonnelly, procedió a insinuarles la conveniencia de retornar a formar parte del gobierno, propuesta que fue rechazada por los consejeros.

El Dr. Marino Vinicio Castillo se apersonó hasta los cuatro consejeros prisioneros, a las 7:00 a.m. del día 18. Les informaba, a decir de Bonnelly, que la Junta Cívico Militar que encarnaba Rodríguez Echavarría, estaba prácticamente en el suelo.

Los generales Nivar Seijas y Medina Natalio renuncian de la Junta Cívico Militar recién creada, lo mismo que los Secretarios de Estado, funcionarios del tren judicial,  entre otros.

Iniciaría otra huelga más intensa que la escenificada en diciembre, quedando en suspenso las principales actividades en el país.

A la casa que servía de presidio a los consejeros,  arribó, nueva vez,  a media mañana del 18 de enero el General Rodríguez  Echavarría, acompañado de los miembros vigentes de la Junta Cívico Militar Armando Oscar Pacheco, Enrique Valdez Vidaurre y Humberto Bogaert.

En esta segunda ocasión ya no era el militar imponente que dictaba condiciones, a decir de Bonnelly. Antes bien, procuraba persuadirles para que retornaran al poder, ante la constatación evidente del fracaso de los aprestos golpistas.

Es en aquel momento, mientras Rodríguez Echavarría dialogaba con los consejeros detenidos, cuando irrumpen en  la habitación el coronel  Elías Wessin y Wessin, E.N  y entonces mayor Rafael Fernández Domínguez, F.A.D.

Al preguntar a los consejeros en qué condición se encontraban allí, estos responden que en calidad de presos, momento en que ordenan  a Rodríguez Echavarría: “¡Ustedes están presos, tiren sus armas al suelo!”.

Papel fundamental en el montaje de aquella arriesgada operación, lo desempeñaría Fernández Domínguez, pormenores que luego revelaría su fenecida esposa doña Arlette en un interesante artículo titulado “ Aquellos años de amor y de heroísmo”, publicado el 18 de enero del año 2016, en Acento.

Tras el retorno de San Isidro, relataría Doña Arlette,  Bonnelly tendría para el mayor Fernández Domínguez frases elogiosas, reconociéndole como el “héroe de la jornada”. El hoy héroe nacional se retrataría de cuerpo entero en su respuesta: “¡No, Señor Presidente! Aquí no hay héroes. Si hay héroes, estas son las Fuerzas Armadas”!