Me da un miedo de agárrate cuando vienes a mí tropezando con brisa, canción hecha, boca poeta. Aterida aquí estoy ante la certeza de que en las mañanas cerrás los ojos medio mía, medio del retazo de sueño. Para alcanzarte camino resuelta penumbra, caliente, con la boca de veneno llena, impasible. ¿Te gustó el pedazo de ser o la simple extremidad que dejé bajo tus senos? ¿El mapa de alabastro hacia la ciudad costera? Deseante me muevo ligera hacia la prolongación de tu pureza. Adicta vivo a la casetera que constantemente te repite. Se te extraña: la carretera de la memoria de tus caricias va de arribabajo y sin peaje por todo mi cuerpo. El vicio contigo me refresca tus imágenes, y montada en la yegua del Apocalipsis me entrego a la maldá porque, ¿quién se resiste al cuerpo de vos? No puedo, no quiero hacer nada, no pido el auxilio del hierro de la demencia. Deseo es una acuarela en donde la palabra simple no llega, o no alcanza, si la hay.
A cada paso de tu ráfaga tormentosa siempre quedas tú, deseada, y yo, bienvenida.