La manera en que se comporta una gran parte de los ciudadanos, frente a la situación actual del país en la que enfrentamos con poco éxito la pandemia COVID 19, viola todas las normas del comportamiento social que espera el gobierno. Nos encontramos de cara a grandes peligros de hospitalización de pacientes con síntomas graves en cantidades inmanejables por los médicos, enfermeras e incluso por falta de unidades disponibles y con características de cuidados intensivos. La situación de falta de voluntad de colaboración con su propia seguridad por parte de una ciudadanía inconsciente, estaría colocándonos frente a la posibilidad del colapso del sistema de salud.

Es cierto, que la manera en que se hizo funcionar la planeación protocolar para enfrentar la crisis sanitaria, fue demasiado ambivalente. Y el pasado gobierno dejó para última hora la toma de decisión de cerrar puertos y aeropuertos, como medida preventiva. Pero, la ciudadanía a tomado muy a la ligera su propia seguridad, frente a un fenómeno que ha colocado al mundo contra la pared. La falta de disciplina nos puede colocar en situación de calamidad nacional, por lo que tenemos que auto decidir cuidarnos, como una forma de preservar la salud colectiva y así poder colocarnos frente a soluciones mutuas de la situación actual.

El momento en que vivimos, tampoco ha sido manejado correctamente por el gobierno actual, su manera de funcionar frente a esta determinada situación de riesgos de salud, ha sido también ambivalente y a veces populista. Creo, que al igual que el gobierno anterior, se ha querido sacar provecho político de la crisis. Seguimos en un certamen de simpatías, arriesgando no solo la salud en sentido general, sino tomando riesgos económicos innecesarios, mercadeando al mundo la idea de que todo está bajo control epidemiológico. Tanto el pasado gobierno como el actual, han diseñado planes incorrectos para enfrentar la situación de peligro en que nos encontramos.

¿De qué han servido los “toque de queda” en el mundo? Esta interrogante nos la hacemos muchos ciudadanos, porque en verdad, no han servido de mucho. Y, ¿por qué no han servido de mucho?

El concepto “toque de queda” prohíbe la circulación libre de la ciudadanía, confinándola en sus hogares, salvo excepciones de necesidad urgente. Se supone establecido, para preservar vidas, cuyo origen es la edad media. Se crea para evitar que se inicien fuegos, debido a que las personas tenían la costumbre de encender maderos de cierta longitud para poder andar en las noches. Al paso del tiempo, este costumbre provocaba incendios en las incipientes ciudades, por ello, se prohibía la circulación nocturna. Con el tiempo, y, sobre todo, luego de la segunda guerra mundial, los toques de queda se hicieron una costumbre, arraigándose, sobre todo, como uso militar de los gobiernos dictatoriales. De ahí, lo irritable que resulta para la memoria de las naciones.

Al responder la primera pregunta que nos hacemos, debemos decir -siempre bajo mejores pareceres- que los “toque de queda” han servido generalmente para oprimir y limitar a la población en sus derechos y por ello, la repulsa que muchos sentimos al respecto. Para salvar vidas y detener la propagación de enfermedades, no han servido de mucho los “toque de queda”.

Los “toque de queda” irritan a la población. Considero que son una salida fácil, frente a la inoperancia de los gobiernos y una desesperación por crear percepción de estar haciendo lo propio, pero sin la creatividad necesaria -como para darse cuenta- de que para salvar vidas y detener la propagación de la COVID 19 hay que promover hasta la saciedad y hacerlo cumplir por la fuerza, llevar una cubierta facial permanente, insistir y obligar al lavado de las manos con frecuencia, facilitando acceso a los ingredientes adecuados, mantener la distancia social y aislar a los enfermos con efectividad y obligatoriedad. Si las autoridades tienen que reprimir, ha de ser para que se tomen esas medidas sanitarias urgentes y para evitar la entrada de extranjeros, imponiéndoles accesos restringidos y de seguimiento documentado a cada ingresante al país. Es en eso que se debe insistir con autoridad y decisión urgente, alejándose del populismo. Debe ser así, porque las cubiertas de tela o de uso quirúrgico, debe ser una acción obligatoria en espacios públicos interiores y en espacios públicos al exterior, cuando no se pueda mantener la distancia fisica establecida con rigurosidad y aplicabilidad sin excepciones.

La segunda pregunta la podemos responder -siempre bajo mejores pareceres- este mecanismo de “toque de queda” no ha servido de mucho, debido a su inoperancia frente a un virus o enfermedad que se propaga inmisericordemente. El “toque de queda” tendría que ser establecido en forma permanente, por lo menos 15 días y en las 24 horas, pero debió establecerse en el inicio de la pandemia, no ahora, porque ya es tarde para ello. Basta con establecer autoridad y disciplina, sobre quienes no acaten las medidas sanitarias de uso del cubrebocas, la necesaria distancia física y las medidas higiénicas que se establezcan como obligatorias.

Si la gente se junta de día sin tomar las medidas correspondientes, ¿de qué vale el “toque de queda” en las tardes y en las noches?