La OCDE, a través de sus principios, ha señalado cómo el rol del Consejo de Directores de la empresa debe revisar de manera continua la estructura interna, a los fines de establecer y supervisar los controles internos y las medidas de cumplimiento ético designadas para prevenir, detectar y manejar los comportamientos indebidos. Ciertamente, conforme los estándares de la OCDE, una conducta empresarial íntegra se orienta a acciones responsables frente a las relaciones con sus empleados y clientes, protección de los derechos humanos, del medio ambiente, normas anticorrupción, etc.
A nivel mundial, es cada vez es más reconocido que la cultura de la empresa es la piedra angular de un buen gobierno. Sin embargo, en algunos países y en la visión de muchas empresas, la cultura ética es un elemento del buen gobierno frecuentemente ignorado, hasta que les sobreviene una crisis. (Grant Thornton)
Y es precisamente en el contexto de las crisis internacionales que los organismos internacionales y expertos en las materias de gobernabilidad se refieren en sus análisis a la teoría del “Tone at the Top”. la cual significa que, en materia de cultura ética empresarial, el tono debe ser establecido en el tope, es decir, desde los mas altos mandos de gobierno.
Ciertamente, es “desde arriba” que deben bajar los valores que la empresa ha adoptado, y es también desde arriba que debe promoverse el clima interno que se quiere mantener. En palabras más llanas, lo que establecen los Principios de Gobierno Corporativo es que es el Consejo de Directores quien debe definir los objetivos de la empresa, y promover ante los empleados qué tipo de comportamientos son los esperados.
Es en este contexto que la responsabilidad principal de la cultura de la empresa recaerá siempre sobre el Consejo, ya que es una labor constante que permanece en el tiempo. En palabras de Sir Winfried Bischoff, “la cultura de la empresa se establece para que permanezca más allá del término de duración del CEO de turno”, pues lograr una cultura ética en una entidad es un proceso a largo plazo, no un elemento susceptible de variar cuando varíen las posiciones de los altos ejecutivos.
Indudablemente, es el rol del Consejo de Directores el alinear al CEO y a la Alta Dirección con los estándares éticos establecidos desde este órgano, para que puedan entonces el CEO y la Alta Dirección proceder con la implementación de los estándares en todo el personal. Parte esencial de esta función de la administración es mantener informado en todo momento al Consejo de Directores en cuanto a la aplicación de las los estándares, a los fines de que el órgano superior de administración pueda cumplir con su función de supervisor en este sentido, y adoptar las medidas de lugar en caso de incumplimientos.
Es importante precisar que, en el establecimiento de una cultura empresarial íntegra, los objetivos y estrategias de la empresa deben ser consistentes con sus valores éticos. Además, las normas éticas y conductuales incorporadas en las políticas deben ser reglas vivas, aplicables y sancionables, más allá de ser una declaración de buenas intenciones.
Aunado a lo anterior, en materia de ética empresarial, la capacidad de liderazgo entre los principales ejecutivos es esencial, pues, establecer el tono en el tope implica que los líderes de la empresa “conecten con su gente”. Los líderes deben provocar en sus colaboradores sentimientos de inspiración, motivación y ejemplo, para que los valores y estrategias promovidos puedan ser verdaderamente integrados, implementados e identificados entre todo el personal. En este tenor, recordemos que el liderazgo es una cualidad que debe propagarse desde el tope, pero no solo en el tope.
Sobre este punto, dos elementos clave hacen que un líder sea creíble y/o confiable: una comunicación correcta y un comportamiento irreprochable. En este sentido, los líderes de las áreas de Control Interno de la entidad llevan en sí mismos una responsabilidad esencial: ser personas de integridad incuestionable y ganarse el respeto del personal, en todos los niveles.
En el establecimiento del tono de la empresa, un punto que reviste alta relevancia es el proceso de selección de los principales ejecutivos, pues es allí donde el Consejo evidencia las cualidades y aptitudes que la empresa valora. Ciertamente, se ha observado cómo se hace sumamente importante que, más allá de evaluar las competencias clásicas del candidato, se evalúe su carácter (conjunto de cualidades mentales, morales, conductuales).
De igual forma, se quiere que los reconocimientos que se otorgan al personal sean consistentes, no solo con el logro de objetivos métricos, sino también en base a cómo se lograron dichos objetivos. Debe ponderarse – como elemento decisivo del reconocimiento – el comportamiento y los valores del empleado reconocido, pues de lo contrario, el tono que se estará esparciendo a través de la entidad es completamente opuesto al promovido “desde el tope”.
Dicho esto, importante es recalcar que “nada socava el tono de la empresa más rápido que hacerse de la vista gorda ante empleados cuyas acciones son contrarias a los valores que promueve la entidad”. (Wall Street Journal)