El miércoles 17 del 2020, dejó de vivir y pensar el ilustre e ilustrado Tomás Novas, uno de los miembros más prominentes de la generación filosófica del ochenta, del pasado siglo XX. De pensar flexible y profundo, sus amigos cercanos, solíamos calificarlo de "Sócrates" de la Escuela de Filosofía de la UASD, por la calidad de su magisterio, la formación impregnada a sus discípulos, y por supuesto, por no ser muy dado a plasmar en escritura la fuerza de su pensar. Fue el maestro por excelencia de nuestra generación, así lo atestiguan decenas de jóvenes que abrevaron en su fuente y recibieron su benéfico influjo.               

Lo conocí en 1979, y desde entonces, afianzamos vínculos académicos y amistosos, que perduraron felizmente a lo largo de los años, hasta su dolorosa partida. Vivía exactamente como pensaba: ser responsable y honrar la palabra fueron virtudes que lo adornaron a lo largo de la vida. Tomás Novas, era un hombre bueno en el sentido ético de la palabra bueno, lo era con todos: sus hijos, su esposa, amigos y conocidos.

Se superó desde su origen rural y campesino, y conquistó con esfuerzo superador lo necesario para vivir, sin ostentación y ambiciones desmedidas. Filosóficamente, solía arrojar luz, donde percibía la oscuridad del entendimiento, éticamente, su vida estuvo pautada por el equilibrio o justo medio, un remedio eficaz contra los excesos del mundo capitalista. Nunca sintió envidia de nadie, y el triunfo de sus amigos era el suyo propio. Conversar con él era fiesta, ampliar horizontes, afianzar convicciones y esperanzas en un mundo mejor.   

Nuestra generación, de la cual Nova era a su vez, producto y hacedor, vivirá eternamente agradecida de este gran ser humano por sus aportes académicos y vida ejemplar.            

Descanse en paz hermano del alma, tú ejemplo vivirá eternamente entre nosotros.