"Mandela no fue una imitación de Cristo, como se insinúa por estos días.

Fue un político. Y políticos de veras hay de dos clases:

unos se parecen a Kissinger o a Jaime Guzmán;

otros, los menos, a él…"

Carlos Peña

No quiero escribir acerca de Mandela. Quiero recordar a quienes lo negaron, lo maltrataron, lo encarcelaron, en esos tiempos en que la lucha de muchos, y también de Mandela, no se hacía en épicos tweets, en anónimos Facebook o en entrevistas de televisión. Esos tiempos no pueden ser reconstruidos por los destructores y, francamente, incomoda leer muchas de las expresiones y artículos publicados ante la partida de Mandela. Hay que tener un ‘chin” de vergüenza.

Seamos rigurosos: Mandela fue un militante del partido Congreso Nacional Africano y perteneció a su facción armada –de los que iban haciendo la paz con la guerra- y luego de ser apresado por su oposición al apartheid fue condenado a cadena perpetua acusado de traición (¿no le suena?). Falta sólo que en el actual “Foro Público” le hagan un homenaje.

Mandela no fue sólo el que apoyó el triunfo de Sud África en el Mundial de rugby y tomó el te con Piennar. Esa versión cinematográfica no incluyó a los violadores de los Derechos Humanos que lo llevaron a prisión, que lo mantuvieron en régimen de aislamiento durante diez años, que mataron como sabían matar los blancos del apartheid, apoyados por las grandes “potencias occidentales” que hoy, en una sangría humanitaria que no conmueve a nadie, quieren colarse de contrabando y que se olviden los cuidados y recursos con que protegieron la soberanía de Sud África.

Para hablar de Mandela, hay que cambiar el marco teórico. Los oportunistas y los mentirosos ni son parte de su legado, ni podrán quitarnos su patrimonio heroico, para bautizar con su nombre una hamburguesa integral.

Ahora le declaran admiración a Mandela después de autorizar el despegue de un “dron”, lo reconocen como ser humano ejemplar después de olvidar que explicaron el calvario de Madiba diciendo que era un terrorista.

¿Quiénes fueron los amigos de Mandela? Entre los pocos políticos contemporáneos, que pueden hablar de su amistad con Mandela, de los pocos, uno: Fidel Castro. ¿Sabía usted que en la ciudad de Miami le negaron a Mandela un homenaje porque se había abrazado con Fidel?

Cuba siempre se solidarizó con el movimiento de liberación que dirigía Mandela, entrenó a sus combatientes, formó a sus médicos. Mandela fue un eterno agradecido por esa ayuda.

El amigo de Mandela, Fidel, no ha dicho nada todavía y a lo mejor no diga nada, pues de todos los que han aparecido en las portadas, es de los pocos a quien le falta un amigo, un compañero, un aliado.

Pareciera que ahora recordar tales señales de solidaridad –y de complicidades- fuera inconveniente, y para acabar de “meter la pata” les recuerdo un texto que explica en forma brillante lo que quieren que ocurra con Mandela: “Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para "consolar" y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola.”

Es cierto que hoy, gracias a la lucha victoriosa de Mandela y a la derrota de muchos de los que lo homenajean, no existe Robben Island, pero existen las sentencias y los planes (y Mandela fue un sentenciado), los bateyes y la negación de documentos, y están aquí y allá, todavía, los que niegan al mapuche, al aymará o al guaraní. En fin, los que niegan la democracia y el abrazo, hoy ante Mandela, que no ha hecho otra cosa que ponernos a prueba para ver como nos las arreglaremos en un mundo que sigue negando tanto su humanidad y en el que por primera vez, en muchos años, Madiba no está.

Madiba… ¡¡no nos dejes descansar en paz!!