No me venga conque usted es un santito de esos que no siente envidia por nada ni por nadie, porque algo de ella tiene en alma o en el corazón, o en algún recoveco menos sofisticado de su cuerpo como es el hígado o el epigastrio, pues forma parte de nuestra naturaleza humana, como la sangre, la piel o el pagar impuestos. Es una fuerza tan formidable que es capaz de sacudir al mundo como un viento de huracán lo hace con una mata de palma. ¡Cuántas cosas se habrían dejado de hacer en la vida si la envidia no estuviera metida de por medio ¡ mansiones deslumbrantes, emporios comerciales, inventos brillantes, guerras, carreras profesionales… es tan relevante que hasta la religión ha tenido que tomar cartas en el asunto y declararla uno de sus pecados capitales, ocupando el sexto lugar del ranking de cosas feas.
Hay muchas clases de envidia, la más suave es la que llaman ¨ sana ¨ y que se puede declarar sin sonrojo a puertas abiertas diciendo ¨ Fulano, tienes una familia hermosa, una bella mujer, dos hijos preciosos, un empleo excelente…qué envidia te tengo, claro que es sana ¨ aunque por dentro le esté sentando como si se tomara un par de cucharadas de aceite de higuereta en ayunas. Una envidia de las más destacadas es la que existe entre vecinos. Uno se está leyendo en su casa y de pronto le dice la mujer: Juan, ¡mira el carrazo que se han comprado los Mengano, es mucho más grande, mejor y más caro que el nuestro, seguro que lo han hecho para darnos envidia… ¡y encima lo parquean fuera para que lo veamos día y noche!… ¿así es la cosa? responde el marido herido en el amor propio ¡pues ahora mismo voy a comprar uno más potente!…y se mete en una clásica novela de asfixia económica.
Otra es la laboral, siempre hay uno en la empresa al que todos envidiamos porque tiene esa suerte loca de poder llegar tarde, redactar mal el informe, irse antes de hora y nunca le cae un regaño del administrador de personal, y además cada año le aumentan el sueldo. Claro que ser primo, amigo o canchanchán del director de la empresa es una carrera o un master que no todos pueden cursar ¿Y qué me dicen de la envidia política? los funcionarios superiores tienen en un punto de mira real o ideal el cargo de Presidente, es la silla que todos desean, la que les quita el sueño en cavilosas noches. No importa cuantos elogios puedan decir de manera humilde y sincera sobre lo capaz, lo trabajador, lo honesto, que es el Jefe del Estado… siempre hay un buena ración de envidia cuando lo abrazan y felicitan efusivamente y se hacen la foto junto a él, lo más cerca posible.
Una envidia muy curiosa es la intelectual, la que proviene de personas tan inteligentes como sabios, literatos o artistas renombrados. En ese sector de egos destilados en probetas, impresos en papel o tallados en piedra, abunda el celo profesional más de lo que pudiera esperarse de mentes tan preclaras…Sí, le dieron a Zutano el premio de las Grandes Letras, pero su narrativa deja mucho que desear, la mía es mucho más vital, pero lo que me ha faltado en mi carrera es suerte…
Una envidia muy reconocida es la femenina, ahí hay buena tela por dónde cortar -la masculina no le va a la zaga- una mujer puede ver a otra que está perfecta, bien vestida, maquillada…y sobre todo, si es bonita, siempre hay un pero… los aretes no le combinaban, la blusa le caía mal, el carmín de labios …Claro, que sin la envidia el mundo perdería bastante de su gracia mundana. Por cierto ¿han visto el nuevo Premio Nobel de Literatura ? seguro que si el jurado sueco hubiera leído mis escritos… ¡otro gallo cantaría! ¿Envidioso yo de ese escritor?, claro que sí, por toneladas ¡¡Y a mucha honra¡¡