MUCHAS ME han preguntado: “¿Es usted sionista?”.

Mi respuesta automática es: “Depende de lo que usted quiera decir por sionismo”

Es una respuesta muy sincera. El término “sionismo” puede significar cosas muy diferentes como el término “socialismo”. Francois Hollande es socialista. Y también lo era José Stalin. ¿Se parecen en algo?

Cuando era joven, había un chiste que circula en Alemania: “Un sionista es un judío que le pide dinero a un segundo judío con el fin de asentar a un tercer judío en Palestina”. Mi padre era un sionista de esos. Eso fue antes de que los nazis llegaran al poder, por supuesto. Sospecho que esta definición es válida hoy en día para muchos sionistas estadounidenses.

Theodor Herzl, el fundador del movimiento sionista, en realidad no quería ir a Sión, una colina de Jerusalén. No le gustaba Palestina en absoluto. En el primer borrador de la Biblia sionista, Der Judenstaat, propuso la Patagonia como el sitio preferido del estado judío, debido a su clima templado. También, porque estaba escasamente poblada después de una campaña genocida realizada por Argentina.

Cuando el movimiento se volvió hacia Sión, el sionismo significaba todavía muchas cosas diferentes para diferentes personas. Algunos querían que el país se convirtiera en un mero centro espiritual de los judíos. Otros querían que se volviera una utopía socialista. Otros, en un bastión nacionalista basado en el potencial militar.

La renovación de la lengua hebrea, que se ha convertido en una parte integral de nuestras vidas, no formaba parte del proyecto sionista, en absoluto. Herzl, cuya ambición inicial era convertirse en un gran escritor alemán, pensaba que íbamos a hablar alemán. Otros habrían preferido el yiddish. El deseo fanático de rejuvenecer el hebreo vino desde abajo.

Incluso el deseo de fundar un Estado judío no fue unánime. Algunos sionistas fervientes, como Martín Buber, soñaban con un Estado binacional, medio árabe, medio judío.

Los sionistas “prácticos” querían cumplir el sueño sionista mediante el asentamiento paciente en el paciente en el país; los sionistas “revisionistas” querían lograr de inmediato un “charter” internacional.

Los sionistas religiosos quieren un estado basado y dominado por la religión judía. Los sionistas religiosos-nacionalistas creen que Dios ha enviado a los judíos al “exilio” por causa de sus pecados, y querían obligar a Dios por sus obras para enviar al Mesías ahora.

Los sionistas ateos declaran que los judíos son una nación, no una religión, y no quieren tener nada que ver con la fe judía.

Etcetera.

¿Y QUÉ significa el sionismo hoy en día? La palabra está muy de moda en Israel sin pensarlo mucho. Casi cada partido quiere ser visto como sionista e impone la marca a sus adversarios como “antisionistas” ‒una acusación fatal en la política israelí. Sólo una pequeña minoría marginal declina ese honor. Los comunistas, por un lado, los ultra-ortodoxos por otro. (Estos creen que es un pecado enorme volver a la Tierra de Israel en gran número sin el permiso expreso de Dios.)

Para muchos israelíes, el sionismo no significa nada más que el patriotismo israelí. Si quieres que Israel exista como un “Estado judío” (lo que eso signifique) usted es un sionista. Además, tienes que creer que Israel es una parte del “pueblo judío” en todo el mundo, y su líder, un tipo de comando central. En la terminología actual: “el Estado-nación del Pueblo Judío”.

En un sentido más profundo, el sionismo puede significar la profunda creencia de que los judíos de todo el mundo finalmente vendrán a Israel, ya sea por su propia voluntad o conducidos aquí por el antisemitismo. La victoria inevitable de antisemitismo en todos y cada país se da por sentado. Por tanto, cualquier ola antisemita real o imaginaria ‒como la actual en Francia‒ es recibida con cierta satisfacción secreta (“Te lo dije”).

¿Y YO dónde encajo?

Unos años antes de la fundación del Estado de Israel, un grupo de jóvenes de este país, en su mayoría artistas y escritores, declararon que no eran judíos, sino hebreos. Fueron apodados como “los Cananeos”.

Su evangelio era que los jóvenes de lengua hebrea en este país no formaban parte de la comunidad judía en todo el mundo, sino una nueva nación hebrea por separado. Ellos no querían tener nada que ver con los judíos. Algunas de sus declaraciones sonaban positivamente antisemitas. Concebían la nación hebrea como una continuación ‒después de un breve intervalo de unos pocos miles de años‒ de los cananeos prebíblicos originales. De ahí el apodo.

Cuatro años más tarde fundé otro grupo, apodado la “Grupo de Lucha”. También proclamamos que éramos una nueva nación hebrea. Pero, contrariamente a los cananeos, reconocimos que esta nueva nación era una parte del pueblo judío, tanto como los australianos, por ejemplo, son una parte de la cultura anglosajona.

También contradijo a los cananeos en otro elemento crucial de la doctrina. Los cananeos negaron la existencia de una nación o de naciones árabes. No sólo reconocimos el nacionalismo árabe, sino que declaramos que la nación árabe era el aliado natural de la nación hebrea en la creación de una nueva Región Semita.

Poco después se fundó Israel. Hace 40 años, en un caso de difamación, un juez me pidió definir mi actitud hacia el sionismo.

En respuesta inventé el término “post-sionismo”. El movimiento sionista, testifiqué, es un movimiento histórico con logros increíbles ‒una sociedad totalmente nueva, un lenguaje antiguo y nuevo, una nueva cultura, una nueva economía, nuevos modelos sociales como el kibutz y el moshav (pueblo, asentamiento). Pero el sionismo también causó males graves, especialmente al pueblo árabe palestino.

Sin embargo, dije, esto es historia. Con la creación del Estado de Israel, el sionismo ha cumplido su papel. El patriotismo israelí debe reemplazarlo. Al igual que los andamios que desmantelan una vez que el nuevo edificio está terminado, el sionismo ha superado su tiempo útil y debe ser descartado.

Esta es ‒también hoy‒ mi opinión.

TODA LA cuestión ha salido a flote de nuevo ahora por causa de la decisión de la nueva lista electoral conjunta del Partido Laborista y el grupo de Tzipi Livni de llamarse oficialmente “Campo Sionista”.

A nivel pragmático, este es una movida inteligente. Los partidos de derecha casi siempre acusan a la izquierda de ser antipatriota, incluso traidora, una quinta columna. En nuestro caso, la izquierda está siendo acusada de ser antisionista. Así que tiene sentido que una nueva lista conjunta se llame “sionista”. No “un” partido sionista, sino “el” partido sionista.

(Siguiendo la misma lógica, un partido francés muy moderado una vez se llamó “Partido Radical”, la palabra “democrática” ha aparecido en los nombres oficiales de varios países comunistas y los fascistas alemanes se llamaban a sí mismos “nacionalsocialistas”.) Seguros de sus seguidores incondicionales, esperan que el nombre inapropiado atraiga votos en los márgenes.

Un aspecto práctico negativo del nombre de la lista Laborista es que excluye automáticamente a los ciudadanos árabes. Para los árabes de todo el mundo, el sionismo es el sinónimo del mal. El sionismo les quitó su país, el sionismo expulsó a los árabes palestinos, y llevó a cabo la Nakba (catástrofe, la expulsión de los palestinos); el sionismo hoy discrimina a los ciudadanos árabes de Israel en todas las esferas de la vida.

Sin embargo, muy pocos ciudadanos árabes votaron en el pasado reciente por el Partido del Trabajo, y a estos no les importa el sionismo como nombre. Todas las fuerzas políticas árabes en el país, incluido el partido Hadash Comunista, que tiene un número de miembros judíos, se unieron esta semana en una lista árabe común, y se espera que cosechen casi todos los votos árabes.

Esto, por cierto, es una de las ironías de la política israelí. El partido “Israel Nuestro Hogar” de Avigdor Lieberman, que algunos consideran fascista, quería expulsar a los árabes del Parlamento. Al advertir que ninguna de las tres listas árabes lograba el 3.25% de los votos, promulgaron una ley que eleva el umbral para entrar en el Knesset a este nivel. Como resultado, todos los partidos árabes ‒que se detestan mutuamente‒ se unieron en una lista común que puede llegar al 10%, y más.

Aparte de los ortodoxos, este será el único partido autoproclamado antisionista. Todos los demás, desde el de extrema derecha nacional-religioso partido Hogar Judío hasta el de la extrema izquierda Meretz, se declaran sionistas acérrimos.

Así que es un buen golpe el que Herzog y Livni se escaparan con la codiciada etiqueta.