Tuve el placer de asistir a la concurridísima manifestación cívica del pasado domingo 26 de marzo, en la ciudad de Santiago de los Caballeros. Esta vez, el espíritu de alegría, entrega, vigor y compromiso social se sintió con mayor intensidad que en la primera entrega de la Marcha Verde de enero 22. Sin dudarlo, afirmo que cada vez el despertar de conciencia es mayor, pude constatarlo durante todo el trayecto ese domingo. Supe de personas que vinieron desde Miami y Nueva York; gente que postergó vuelos al exterior para no perderse la marcha. Vi muchas parejas agarradas de las manos, viejitos usando andadores, madres que caminaron con sus hijos en brazos, familias completas. Un verdadero ejemplo de ciudadanía comprometida.

Me regresé de Santiago con las provisiones de moral más que repletas, y lista para continuar la faena. Amigos de otros países saludaban la jornada, no sin antes dejarme claro que con esto no se obtiene nada. Otros, compatriotas, decían que manifestarse está muy bien, pero que no pierden su tiempo en esas actividades porque no dan resultado. Entonces confirmo que la lucha no es solo contra el sistema de inequidad, injusticia, y el peor de todos los males: la impunidad, sino que también una termina luchando contra la desesperanza de tus pares, que lejos de contagiarse con tu entusiasmo, y en el mejor de los casos adherirse, -puesto que también se ven afectados- se quedan apoltronados en la costumbre y la inacción. Terminan engrosado las filas de los buenos que no participan. Si usted es de esos que se quedan tranquilos, sepa que sin proponérselo termina formando parte del problema. Una parte blanda, que no hace ruido, pero parte, al fin y al cabo.

Y pienso en muchos derechos que hoy día disfrutamos, casi gratuitamente, sin reparar en todo lo que significó llegar a ellos.

¿Qué habría pasado si las mujeres del movimiento sufragista hubieran decidido "dejar eso así"? ¿Dónde estaría hoy en día el voto de las mujeres en el mundo? ¿Con cuánto desamino tuvieron que lidiar aquellas damas que marcharon en gran número en Nueva York en 1915? ¿Cuánto tiempo más hubiera durado la lucha por el voto femenino en Londres, España, Chile, Ecuador, Argentina, Estados Unidos de América si aquellas mujeres se hubieran dejado arrastrar por esos que de seguro les dijeron que contra el poder no se lucha, que eso no cambia?  Apenas trato de imaginar lo que costó para muchas otras lograr derechos laborales como mejoras salariales y reducción de horas de trabajo.

A esa gente buena, que no lucha porque "nada cambia", recuerden que hubo un tiempo donde negros y blancos no podían utilizar un mismo sanitario. Hubo un tiempo donde los buses en muchas ciudades de Estados Unidos de América tenían lugares asignados para los negros y otro para los blancos. Y hago mención de estos ejemplos, de contextos bastante complejos, que se sitúan en una época con mayores precariedades materiales y en donde los procesos de articulación y el manejo de información no era, ni por asomo, como lo es hoy día.

Si usted es de aquellos que se levantan, trabajan, van al supermercado, al cine, al centro comercial de moda, llevan la cría al colegio y luego la recogen, tributa y paga impuestos: usted es un activo importante del sistema. Ese poder, contra el cual muchos luchamos, cuenta con que su apatía continúe, espera su aburrimiento silencioso, y aplaude que se comporte como una isla. Usted puede pasar por el can que sacan a pasear al parque para distraerlo, donde la cadena que le sostiene es la desesperanza vestida de costumbre y, en otros casos, de confort. Le recuerdo que aunque decida evadirse de la realidad, esta no le evade a usted. La situación que vive el país permea a todos por igual, en formas distintas, con menos o más intensidad, pero a todos, sin excepción.

En todo escenario de abuso hay dos variables sine qua non: el abusador y el abusado. El abuso implica el uso inapropiado, excesivo, indebido o injusto por parte de una persona sobre algo o alguien. Muchas son las ocasiones donde el abusado no se da por enterado de su rol, lo cual supone una gran ventaja para el abusador. De ahí que la concienciación del segundo sea vital para iniciar un proceso de cambio, y ese proceso puede tardar mucho tiempo. Todo luce indicar que la sociedad dominicana se está haciendo consciente de todos los abusos que la clase política tradicional ha cometido -y sigue cometiendo- contra el Estado dominicano. Y cuando el abusado decide deshacerse de su papel, la dinámica de abuso se debilita y empieza a tambalearse.

En palabras del representante de Transparencia Internacional en Brasil, Bruno Brandão, obtener justicia en los casos de corrupción relacionados a Odebrecht no será posible sin la presión de la ciudadanía. Nosotros los dominicanos tenemos mayores retos que la sociedad brasileña, puesto que no disponemos de un sistema de justicia independiente. Todo esto significa mayor lucha y esfuerzo, mayor tiempo para lograr los objetivos que nos hemos propuesto, pero de ninguna manera implica quedarnos solo como espectadores de nuestra propia historia. Y esta consigna es extensiva para los distintos escenarios de abuso, no solo por parte del sector público, sino del sector privado.

La lucha que emprendemos en estos momentos es mayúscula. No supone una rabieta de momento, un fervor de temporada o una moda de disgusto. Se ha iniciado una nueva etapa para el pueblo dominicano, un proceso en el que se identifica no solo a una gestión de gobierno, a un sistema de justicia, o a un clan partidista. La lucha actual está destinada a subrayar sobre todos los escenarios de la cosa pública y privada que intervienen en el presente y devenir de la nación. Aunque el oficialismo se manifiesta abiertamente torpe con medidas tan risibles como impedir la entrada de personas con atuendos color verde a actividades públicas, solo unidos podremos resistir medidas realmente sofisticadas y peligrosas que puedan venir, porque los que ostentan el poder no son tontos y ya demostraron no tener escrúpulos. Unirnos como país significa no subestimarles y tomar en cuenta que pueden hacer mucho más de lo que ya han hecho. Así las cosas, la participación de todos es urgente y necesaria.

Usted puede estar de acuerdo con esta línea de pensamiento o no, puede hacer suya estas reflexiones o decidir pasar de ellas. Yo insisto en presentarle algunos escenarios con el ánimo de motivar a su reflexión, pues de seguro sí estamos de acuerdo en que hay que lograr un mejor futuro para este país y el proceso de cambio cuenta con cada uno de nosotros.

  • Feminicidios en aumento
  • Ejecuciones de la policía en "intercambios de disparos"
  • Crisis en la educación pública
  • Auge de la delincuencia
  • Procesos irregulares en licitaciones y compras del sector público
  • Crisis en el sistema de salud pública
  • El negocio de los servicios de salud privados
  • Crisis en el sistema judicial
  • Odebrecht  -¿Tengo que decir algo más?-
  • Crisis en la UASD
  • Aumento de embarazos en menores de edad
  • Crisis en el transporte
  • Narcotráfico y política
  • Crisis en medio ambiente
  • AFPs, estafa legalizada
  • ARSs, robo legalizado
  • Caos migratorio
  • Gasto público en descontrol
  • Rumores de reforma fiscal, más alta carga impositiva ya existente
  • Incremento en el precio de la canasta básica
  • Corrupción
  • Impunidad

Le invito a ser parte de este proceso, a sumarse de corazón. El país nos necesita ¡a todos! Convirtámonos en raíz. ¡Todavía queda patria!