“No necesitamos un Presidente sano
sino, un Presidente que sanee
el Estado”
Todos los tiempos siempre han sido semejantes, son los hombres quienes con sus actuaciones suponen crear otros nuevos y lo que hacen es repetir –con diferentes escenarios- las mismas acciones, donde solo cambian el ropaje. Estamos en el inicio de un año que al final, es solo otro más, quizás con diferentes protagonistas pero los mismos hechos y los mismos ropajes.
Todo indica que los hombres en su comportamiento, su ambición no es ser diferente, sino, el símil de alguien de quien han leído o han conocido. Es el caso que visualizo para el 2024, que Cayo Julio César regresará o lo inimaginable se hará para que su regreso sea apoteósico, como si fuera el predestinado para hacer que este país haga el “salto” hacia su despeñadero definitivo o algo similar al vecino del Oeste. Y digo esto porque todos saben que este “tente allá” solo cuidará los intereses de su amo dentro de este su paraíso.
Y el epitome de todo esto es simple, continuar el especializado proyecto de mantener tranquilos y sumisos a todos aquellos que piensan con la barriga, en tanto nos retuercen y nos rompen, donde unos se quedan torcidos en tanto unos pocos tratan de mantenerse en pie y al final, se percibirá el resultado esperado; tontos útiles en espera de su dádiva y una clase media esclavizada para mantener a unos y otros.
Vivimos tiempos difíciles, quizás no tan diferentes como otros que han pasado, con la diferencia de que ahora crecen los héroes de barro sin cocer, que no se pueden tocar siquiera con el pétalo de una rosa, por decirlo con algo de poesía. Hoy en día vivimos agobiados por los efectos de la peste del dinero sucio que intenta embarrar a toda la sociedad, mientras el país vive sumergido en un supra mundo de proselitismo partidario donde estos crecen como la verdolaga sin que nadie pretenda ponerle algún tipo de freno.
La proliferación ha traído la cualquerizacion de la política y por ende, la entrada por la puerta grande de elementos señalados como portadores del descaro y la burla a las leyes y al pueblo, con un dinero cuya procedencia es alto conocida, ya sea por el descaro del contrabando millonario que los etiqueta como “honorables empresarios” o el otro, proveniente del criminal y sanguinario negocio de las drogas.
Muchos han cumplido el ciclo completo, es decir, contribuyentes de campañas para luego, ya sea por medio a la creación de leyes que les favorezcan en sus negocios o abusivas exenciones como pago a su aporte a la “democracia”. Por el lado de las drogas es algo parecido, pero más sucio. Son narcos que a medida que adquieren dinero, en igual proporción van aumentando su cobertura de chantaje y compra de autoridades, ya sean civiles, militares o policiales.
Y es, que una vez logrado este propósito, se convierten el “Lideres” de barrios y regiones; en reales caciques sobre los cuales gira la vida del lugar. Conseguir dinero; comprar las autoridades locales, luego las nacionales y como punto culminante llegar al poder político.
Ya esta situación se ha dado en muchas oportunidades dentro de nuestro país siguiendo los pasos de otros donde se produce o comercializa a gran escala los estupefacientes; han llegado a ser hasta “Honorables” y “Héroes” que figuran al lado de tú a tú con los reales. En tanto esto ocurre y ver como la JCE hace su depuración para certificar si los aspirantes propuestos cumplen con lo exigido para ser elegidos a una posición, la pregunta obligada es la siguiente: ¿Alguien se está encargando de depurarlos con relación al narcotráfico? O muy por el contrario, ¿continuaremos en lo mismo? Yo lo digo pero, ¿quién responde? Mejor no pregunto. ¡Si señor!