Históricamente nuestra nación ha sido víctima de la corrupción gubernamental. Muchos gobiernos hemos tenido en los cuatro períodos republicanos, que han puesto sus intereses por encima del bien común. A pesar de que son muchos los dominicanos que a lo largo de la historia han combatido los actos dolosos contra el Estado y hoy son muchos más, la verdad es que la corrupción nos está ganando.
Los niveles de corrupción a los que hemos llegado no tienen madre. Según Transparencia Internacional, el año pasado nos situábamos entre los 50 países más corruptos. También informó que somos el segundo país de Latinoamérica en donde se pagan más sobornos. La encuestadora Barómetro de las Américas, a finales del año pasado, realizó un estudio donde dice que el 83.9% de los encuestados creen que por lo menos la mitad de los políticos del país están involucrados en la corrupción y que la confianza en las instituciones centrales para el combate a la delincuencia y la corrupción han caído. También reveló la investigación que desde el año 2008 se ha producido un declive estadísticamente significativo en la confianza de la ciudadanía en la justicia dominicana.
Lo irónico de todo es que el partido que ha gobernado los últimos años, en sus principios combatía la corrupción, a tal punto que uno de ellos afirmó una vez, cito: “El país se divide en dos clases de personas: los peledeístas y los corruptos” y sean ellos los que el día de hoy protagonicen la corruptela jamás vista y vivida en el país. Y no sólo esto, sino que se incomodan cuando se cuestiona algo, al punto de callar a personas y sacarlas del medio, porque es un sacrilegio exigir transparencia en República Dominicana.
Debemos ser nosotros los que gritemos a todo pulmón todos los actos de corrupción que se están presentando, desde los más pequeños, hasta los más grandes, porque no importa la dimensión, la acción es lo que debemos atacar. Denunciemos pues, con nombres y apellidos, a todos los que tengan botellas, paguen sobornos, exijan pagos, el nepotismo, los que usan de los recursos del Estado para beneficio propio, los que no van a trabajar y por años han cobrado, las injusticias, los vagos faranduleros, los incompetentes designados en posiciones por alguna cuña, denunciemos a todos sin importar de quién se trate. ¡Ya basta!
Hoy, más que nunca y a pesar de que la pizarra favorece a la corrupción, es el momento de unirnos todos, combatir por y con todos los medios posibles, esto que nos está costando una fortuna. Porque con nuestro silencio e indiferencia, estamos siendo cómplices de todo, creando las condiciones para que lo malo continúe.