La politiquería por twitter tiene sus altas y sus bajas. Alta: la capacidad de llegar a un mayor grupo de seguidores sin el filtro de los medios de comunicación. Baja: la imposibilidad de otorgar un contexto que permita tomar decisiones informadas. Uno ve el post de breves caracteres y queda a merced de las propias facultades para formarse una idea sensata de las cuestiones. Estas líneas aquí plasmadas van en solidaridad con la artista, activista y docente Michelle Ricardo, despedida de sus funciones hace unos días. La persona que dirige el ministerio desde donde baja esta línea, se desvincula del asunto rápidamente con un brevísimo e iluminador mensaje: Las protestas durante cambios de gobierno son cosa normal. Y luego se defiende diciendo que no hay familiares de los ministros ocupando lugares públicos. ¿Es un chiste? ¡Claro que lo es! Y de mal gusto por cierto. Pero el chisme y el chiste entretienen y satisfacen. De un plumazo queda resuelto el problema de esta ciudadana que, al solidarizarse con colegas que habían sido despedidos para que otros compañeritos ocuparan los puestos, queda expuesta y abandonada por el hecho de protestar. Lo normal, como han sugerido los sicofantes y lambones de la nueva gestión, hubiese sido que nuestra amiga Ricardo se quedara callada ante los despidos de sus compañeros, que dicho sea de paso, como ella habían obtenido su plaza magisterial por concurso, independientemente de su labor política o sus afiliaciones partidistas. Lo normal, hubiese sido que Ricardo se volara los pasos institucionales y negociara el favor de un sub-ministro, que tiene cuñas con la ministra, para que todo quedara en el ministerio. ¿Quién es Michelle Ricardo para ir a los medios de comunicación y enviar un alerta con relación a las irregularidades que a menos de 100 días del nuevo gobierno, ya se están dando en las instituciones? Al parecer la despiadada campaña política no generó fortaleza en la piel de la nueva jefatura, que se irrita al ser criticada o llamada en falta, con pruebas y contexto, y no con un simple tweet. Lo normal es que esto no sorprende. Aunque esperábamos algo diferente, aún están muy vivas en nuestro acontecer las memorias del gobierno de Hipólito Mejía, en donde lo campechano y el nepotismo florecieron de manera apabullante. Triste es ver ahora la comedia de los nuevos familiares y funcionarios, haciendo desde ya alardes de la yipeta, del cargo, de la necesidad de los puestos para los compañeritos, etc. El mal gusto rampante. Y si a la nueva gestión hay que apoyarle los aciertos, como la designación de Miriam Germán frente a la responsabilidad legal del país o la restitución del nombre de Enriquillo Sánchez a un auditorio, también es bueno hacerle notar la pifia ante la cancelación de Michelle Ricardo, quien nos recuerda que toda victoria moral implica una pérdida material. Ricardo encontrará trabajo gracias a ella misma y a su talento, de eso no nos cabe duda, pero mi corazón tiembla en el viento como su carta de despido de dos líneas, en donde sin ningún tipo de explicación ni contexto se le informa que ha sido cancelada. Es triste la vida de un profesional de carrera en la República Dominicana, un país que ciertamente lo tiene todo, como anuncian sus vallas turísticas en ciudades como Chicago o París, pero en donde se vive también bajo la normalidad de que intenten acabar contigo porque no eres un compañerito o un comesolo, que al parecer es lo normal, y es más de lo mismo.