Lo pensé
Y lo dejé marinar
La idea de un cambio
Lo sentía presente, pero no era urgente
Tomaba pasos en esa dirección
Aunque era una decisión difícil
Una gran parte de mi identidad se encontraba en este lugar
Nueva York
Mi hogar durante dos décadas
Numerosas historias en esta ciudad
En ocasiones atadas a un vecindario, a una persona -o a varias-
Vivir aquí fue una vez mi sueño
Rechazarlo me hacía sentir ingrata
Y hasta un poco desquiciada
Pero seguía pensando al respecto con emociones mixtas, como si se tratara de una montaña rusa que cambia de carril de un minuto a otro, mientras una vocecita ansiosa trataba de crear narrativas conflictivas en mi cabeza: “¿Estás loca? ¡No te vayas!”
Vocecita de pacotilla. ¡Cómo le gusta el drama!
Aunque sus intenciones sean buenas, no es buena consejera
Tuve miedo
Procuré ignorarla
La mandé a callar
Culpé al virus
Pero lo cierto es que este sentimiento se venía cocinando por un buen rato
Hay que lanzarse… este paso seguro abrirá otras avenidas, me dije a mí misma.
La evolución es ley universal
Finalmente, ¡un detonante!
El mundo se detuvo
Y descubrí que en mi edificio había chinches
¡Horror!
La vida es sabia y tiene un peculiar sentido del humor
La excusa perfecta
¿Qué vendría después?
Mejor no preguntar
Empaqué y dejé detrás una hermosa y compleja etapa de mi vida
Empezando un nuevo ciclo, de vuelta en mi isla
Ahora estoy de paso por la gran manzana después de un año de haberla dejado
He disfrutado mucho mi breve estadía
Tras veinte años de matrimonio, ahora somos amigos y nos llevamos mejor
Acá voy de vuelta hacia tierra caribeña
Con cierta incertidumbre… pero mucha satisfacción
Cambia, todo cambia.