En los 11 años de trabajo a cargo del equipo del Centro de Atención a Sobrevivientes de Violencia de la Fiscalía del Distrito, la solicitud más frecuente que he recibido ha sido facilitar testimonios de mujeres que han vivido violencia. Todas las personas quieren víctimas que hablen de sus historias y esta petición ha sido especialmente frecuente de parte de periodistas y medios de comunicación. Los argumentos que sustentan esta solicitud suelen ser variados y dichos de manera insistente: "es para ayudar a otras mujeres"; “¿quién mejor que una mujer que ha vivido violencia para decir cómo ocurre?"; "le sombrearemos el rostro"; "será muy breve" "no la pondremos en peligro", solo para nombrar algunos. 

En mi negativa por exponer a las víctimas me he ganado antipatías y rechazos. Cuando recibimos donaciones algunas personas quieren fotos con las víctimas, recuerdo que alguien se molestó cuando le ofrecí hacerla con una profesional del equipo, parecería que la gente necesita el morbo de la violencia y mostrarse "buena persona frente al mundo". 

Cuando en el Centro tenemos actividades a las que asisten las mujeres que atendemos, ya hemos aprendido en la Fiscalía del Distrito que las fotos deben cuidar la identidad de las mujeres. Esta conciencia la trabajamos y ya lo hemos logrado con una respuesta de parte de ellas que refleja su satisfacción por sentir que están en un lugar seguro. 

En el pasado, cuando el Centro cumplió 5 años de trabajo, le solicitamos a la periodista Alicia Ortega un reportaje y en un trabajo muy cuidado hizo un Informe con algunas historias de mujeres recuperadas, nos aseguramos de que no estaban en peligro y ellas consintieron hacer la grabación. Más adelante esas mismas mujeres fueron entrevistadas para un trabajo escrito muy bien llevado por la periodista María Isabel Soldevila, esto fue en el año 2013. A partir de ese momento, por el recrudecimiento de las formas de asesinatos a las mujeres y el aumento de las condiciones de vulnerabilidad, decidimos no hacerlo más.

En ocasiones algunas periodistas han recurrido a mis superiores para solicitar victimas y me hace gracia la respuesta que una querida Fiscal da cuando le hacen la solicitud: "Solange es muy ñoña con sus mujeres, así que hablen con ella" digo que me hace gracia y además lo valoro, pues quiere decir que ya el mensaje se ha entendido.

Como toda la población, le he dado seguimiento al caso de Pablo Ross y aunque de manera inmediata dos mujeres se atrevieron a hablar, la mayoría de las víctimas del área de la comunicación no han accedido a ser entrevistadas ni ser mostradas públicamente. La periodista Nuria Piera las ha presentado en su programa y ha dicho sorprendida que periodistas reconocidas y muchas otras, no han querido dar testimonio del acoso vivido. Las ha motivado a hablar indicando que las respeta, aunque no comparte su decisión. 

Y es que la mayoría de las victimas quieren ser tratadas de la misma forma. No les interesa exponerse al escrutinio público, pues ya saben y han vivido en su propia piel el dedo juzgador con la desafortunada pregunta “¿por qué lo permitiste?". Durante estos días, a propósito de los casos de violencia, en las redes sociales la pregunta más frecuente ha sido ¿Por qué no lo dijeron antes? Y ahí está la respuesta, por eso no hablan, pues hacerlo agrega más dolor a la violencia vivida. Porque no se les comprende, solo son señaladas y mal vistas por una cultura que se pone de parte de los agresores y olvida a las víctimas.

Creo que ahora las periodistas y medios de comunicación entenderán mi “NO” a su frecuente solicitud. Vivirlo en la propia historia cambia completamente la perspectiva, solo desde ahí se entiende el costo tan alto que tiene ayudar a otras mujeres cuando la propuesta es hablar de una misma. Todo lo que pasa en las redes y los medios de comunicación no da ninguna seguridad a las víctimas de que no serán juzgadas y revictimizadas, de manera que dejemos de hacer esa pregunta y cambiemos entre todos y todas este contexto cultural que daña, maltrata y mata.