En los últimos días ha habido en los medios y en las redes sociales lo que podría considerarse una revuelta de profesionales que por lo general son de bajo perfil y que prefieren la anonimidad por la naturaleza de su trabajo, los profesionales de la Finanzas y la Economía. La razón, el dichoso proyecto aprobado por la cámara de diputados que da un monopolio del cobro de cuotas, la capacidad de censura y elimina la libertad de asociación a todos los profesionales de las ciencias económicas.
El proyecto de marras pretende la afiliación obligatoria en el Colegio Dominicano de Economistas (CODECO) de todos los que en este se definen como “Economistas”; a Saber aquellos profesionales “…Cuyo objeto de trabajo lo constituye el estudio y análisis las relaciones económicas que se establecen entre los individuos en la sociedad, y entre estos y los medios de producción para obtener un resultado final que pueda satisfacer las necesidades de consumo general a través del intercambio de bienes y servicios”. Definición tan amplia que puede incluir hasta a los no economistas que trabajan en la administración y el área financiera de las empresas.
El CODECO fue reconocido ya y se le dio personalidad jurídica mediante el decreto 5127 del 1970, pero ahora con una ley y de golpe y porrazo se le quiere dar la relevancia y los ingresos que este no ha podido ganarse por si mismo en los más de 45 años desde su creación.
En la referida ley se exige que para poder ejercer la profesión es necesario pertenecer al CODECO y estar al día en los pagos de la membresía y las tasas ad valorem que sean dispuestas por el referido grupo. Que el incumplimiento en el pago implica la “Destitución” definitiva del colegio y del ejercicio. También nombra al CODECO como único representante de los economistas y el país ante organismos internacionales; y lo sitúa por encima de las universidades como rector de las carreras asociadas a las ciencias económicas. También se da poder sancionador al CODECO por el no cumplimiento de “Los Lineamientos Jerárquicos”, mecanismo que es utilizado en regímenes socialistoides para acallar opiniones disidentes.
Más de 200 economistas se han vocalizado en contra de esta sinrazón. FINJUS se ha pronunciado al respecto enumerando un sin numero de fallos y jurisprudencia internacional en donde se rechaza la filiación obligatoria para los economistas y/o aquellas profesiones que no tienen fé pública (como es el caso de los notarios y contadores) o que su accionar no tiene la posibilidad de causar un daño directo inminente a terceros (como los médicos, ingenieros o abogados). Para Finjus "Esta normativa no procura prevenir riesgo alguno ni corregir dificultades del mercado, sino que, al contrario, en sí misma crea trabas innecesarias e irrazonables para la actividad empresarial, desincentivando el ingreso de nuevos proyectos que beneficiarían el desarrollo del país”. De igual modo se tiene la información de una carta formal enviada al senado de la República por parte de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) oponiéndose y expresando todos los puntos que hacen innecesaria la fatídica ley.
Pero en el fondo, ¿qué se busca con este proyecto? a nuestro entender dos puntos muy específicos: renta o ingresos para unos pocos y la capacidad de influir o dictar líneas económicas de pensamiento a los profesionales de la economía y las finanzas. El CODECO desde su creación no ha podido lograr una cohesión de los economistas ni un liderazgo y aceptación de la clase. Ahora, con el supuesto fin de crear un "Fondo Social para los Economistas” se pretende el cobro de tasas sobre los ingresos de todos los que hacen vida en las ciencias económicas. Y nos preguntamos ¿no se supone que para la administración de fondos sociales se creó la ley 87-01 de la seguridad social?
Pero en un país donde “ To’ E’ To’ y Na’ e Na’ ” no nos sorprende que sin vistas publicas, liberado de lectura, debate y de todos los tramites administrativos los “Honorables Diputados” hayan aprobado un proyecto que además de dar “Un Negocito” a unos cuantos, les da el poder de decidir que se opina y como se opina en profesiones cuya belleza se debe a la divergencia de criterios y universalidad de pensamientos.