Hace cerca de un año República Dominicana tuvo la pifia de dejar pasar la oportunidad de reconocer a la República Popular China por la elección de la independentista Dra. Tsai en la presidencia de la República de China (Taiwán). En ese momento, China quería demostrar su molestia por los coqueteos sostenidos por la presidenta con el entonces recién electo Donald Trump, y hubo la oferta del golpe de efecto del cambio de reconocimiento de la soberanía de Taipéi a Beijing.

Los funcionarios dominicanos sopesaron la ayuda taiwanesa al Sistema 911 y se mostraron tibios. Los chinos acudieron a Panamá y ya es historia. Desde entonces, el Presidente  Varela ha visitado Beijing y ahí surgió el TLC entre Panamá y China.

La formalización de las negociaciones es anunciado en el enlace siguiente: https://www.prensa.com/economia/China-Panama-memorando-negociacion-TLC_0_5052244752.html

La idea es que con reuniones cada cinco semanas, alternándose entre Panamá y Beijng, por dos años, lograr un Tratado de Libre Comercio.

Se me ocurre, ¿Por qué no reclamar un TLC de Centroamérica y el Caribe y China, aprovechando el proceso formalizado en Panamá? Estando Costa Rica junto a Panamá y República Dominicana en el redil de  las naciones que reconocen el Gobierno de Beijing, y así aprovechar regionalmente los beneficios  que ofrece el régimen de Xi Jingpin.

Es posible, ya que Panamá va a explorar sus potencialidades en un TLC, igualmente novatos somos Costa Rica y la República Dominicana, los otros países candidatos al TLC.

Además, si China asumió el rol de adalid del libre comercio, debe asumir el de los esquemas regionales que han abandonado los Estados Unidos de Trump. También, la coordinación de las obras de infraestructuras interesantes para China está asociada con el Canal y su ampliación, por lo que se impone que hagamos sociedad con la República del Istmo.

Otro proyecto de la urgencia de los males dominicanos es el diseño, construcción y operación del ferrocarril que una la isla, enfrente los costos crecientes de los combustibles fósiles y viabilice las obras del super-puerto de aguas profundas para el trasbordo de mercancías que sirva al Canal.

Estas son acciones conocidas de las empresas de construcción chinas, por lo que falta la voluntad política de un gobierno que se apriete la correa  y eche a trabajar en pos de ellas.

En  materia de exportaciones, Panamá prevé una agricultura de nichos frutales específicos para el mercado chino. Es un potencial de toda la región, por lo que podríamos aunar esfuerzos y hacer de la investigación y el  desarrollo la punta de  lanza para el avance en este renglón, ¿verdad, presidente Medina? En los dos años que faltan de su mandato se cumpliría el plazo para tener negociado el TLC según el  modelo panameño. Así que no hay razón para esperar.