Como parte de mi acostumbrado estilo,  al momento de escribir estas líneas semanales, me dirijo al lector en la primera persona del plural;  hoy con vuestro permiso, lo haré desde un óptica un poco más “singular”.

En días pasados, hacía una reflexión global sobre mi propia situación,  como profesional del área de la arquitectura, la eficiencia energética y la sostenibilidad medioambiental y mi necesidad constante de actualizarme.

Cuando me interesépor estos temas, hace ya más de 15 años cuando menos, podíaimaginar que esta sería la ruta necesaria, que tendrían que tomar la arquitectura y el urbanismo para poder responder a las necesidades de una sociedad con un alto nivel de consumo y contaminación y por ende, una gran necesidad de volver sostenibles todos los procesos relacionados a la vida de los seres humanos y su entorno, es decir, el planeta.

Lo que no fui capaz de ver, dado que no tengo dotes de profeta ni presumo de ello, es el alto nivel de divulgación que han adquirido todos estos temas.

Prácticamente no existe planificación o proyección alguna que no estructure parte de su discurso en la sostenibilidad medioambientalen cualquiera de sus vertientes.Para darnos cuenta de ello no hace falta más que conectarse a internet y hurgar, solo un poco, para encontrarnos una cantidad buenas promesas y estupendos titulares que anuncian proyectos, planes, e incluso hechos consumados; veamos algunos:

“Francia integra árboles para generar electricidad en sus entornos urbanos”.

“Un Municipio de Madrid estudia su potencial fotovoltaico”.

“Ayuntamiento de Pamplona tendrá una empresa municipal que servirá alumbrado público fotovoltaico”.

“Empresa de electricidad y la Cruz Roja se unen para combatir pobreza energética en los hogares”.

“Se abre convocatoria para solicitudes de ayuda pública para rehabilitación energética de edificios.”

Nuevo proyecto europeo para geolocalizar los certificados energéticos de los edificios”.

Exploración de herramientas para el diseño arquitectónico de Edificios de Bajo Consumo Energético usuales en el Ecuador”.

Esto no puede hacer otra cosa, aunque con cautela, que llenarme de esperanza. No todo lo que brilla es oro pero si se nota el brillo de las vetas doradas que marcan el camino hacia el tesoro.

El mundo sigue girando y cambiando para bien. Queda por mejorar la velocidad de esos cambios y que la conciencia colectiva, sea eso, más colectiva. Mientras tanto yo continúo buscando actualizaciones que me permitan estar a la altura de las demandas de una – verdadera- nueva arquitectura. Ahí quedan los titulares; les animo a investigar sobre ellos.