No existe peor tiranía que la que no tiene tirano (al menos de carne y hueso), pues la tiranía difusa es la más persistente y difícil de combatir. No tiene cabeza que se puede cercenar para ponerle fin; no hay a quien poner en un avión camino al destierro para terminar la pesadilla. Hace más de dos siglos que Edmund Burke dictaminó en ese sentido: “Las malas leyes son el peor tipo de tiranía”.

Si las leyes malas son el peor tipo de tiranía, al menos pueden ser derogadas por autoridad competente. Peor son las normas, las costumbres y los prejuicios no establecidos por un acto legislativo consciente y explícito, sino impuestos por diversos medios sociales en perjuicio de una parte o de toda la población, en mayor o menor medida. Muchas veces estas imposiciones difusas son difíciles de identificar o se hacen pasar por veneradas tradiciones antiguas. No son derogables por un acto parlamentario como las “malas leyes” promulgadas por el gobierno, pues suelen alojarse en las entrañas mismas de nuestra cultura, pasando a confundirse con nuestra propia identidad o ADN cultural. Somos nosotros- inconscientemente- los primeros guardianes del cumplimiento de esas imposiciones tiránicas, incluso en contra de nosotros mismos. Ingente es la tarea de combatir la tiranía que uno mismo contribuye a imponer y custodiar, sin querer, queriendo; y a veces incluso, sin saber lo que estamos haciendo.

Así como el gobernante populista suele- con su demagogia y propaganda- eventualmente imponerse como tirano, el contemporáneo afán- al menos  en los estratos consumistas- por “el cuidado del cuerpo y de la imagen, que inicialmente pudo inculcar algunos valores positivos y potenciar ciertos comportamientos saludables, se ha transformado hoy en una ‘tiranía de la apariencia’ que está imponiendo criterios y favoreciendo actitudes propias de una sociedad ilógica cuyos miembros se automutilan, sufren, y se castigan en aras a que su presencia sea socialmente aceptada y a no ser discriminados”. Estas son las palabras de la Dra. Marta Martín Llaguno en su trabajo académico  de 2002, titulado precisamente “La tiranía de la apariencia en la sociedad de las representaciones”. En la evolución del culto por “el cuidado del cuerpo y la imagen” que mueve verdaderas fortunas, la publicidad y los medios sociales han jugado el papel que hacen la demagogia y la propaganda en el ascenso del gobernante populista, imponiendo como ideal estético una imagen corporal única, sin ningún criterio justificable, y que resulta inalcanzable para la mayoría, al menos sin sacrificar la salud corporal y mental.

Si bien la apodada “tiranía del espejo” afecta en su vida diaria a grandes segmentos de la población de las sociedades consumistas, es particularmente en las adolescentes y mujeres jóvenes (y todos sabemos que la juventud de la mujer es elástica, extendiéndose con los años), que causa mayores estragos. En los casos más extremos se convierte en un factor contribuyente de las enfermedades de conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia, que pueden llevar a la muerte prematura de sus víctimas. Pero el impacto mayor de la tiranía de la apariencia es el estrés y el malestar que provoca a diario en millones de personas que persiguen un ideal estético ilusorio, y por demás, no saludable por diversas razones. Se ha comprobado que el índice de masa corporal considerado más “atractivo” se encuentra por debajo de los niveles sanos, según un estudio científico reciente; pero ese es el espejismo que millones de mujeres persiguen. Claro, hay quienes se aprovechan y ganan mucho con ese distorsionante ideal que promueven con entusiasmo. Y la mayoría de nosotros les hacemos el coro sin entender las consecuencias del tiránico modelo único de la belleza humana, manipulada por la publicidad y los medios al servicio de las industrias de la belleza, la “salud” y la moda.

La represión alimentaria basada en este ideal estético impuesto sin ton ni son- al menos lógico- por la tiranía de la apariencia lleva décadas en proceso de consolidación. En 1982, Mario Vargas Llosa publicó un artículo en El País titulado, “Está de moda ser delgado”, cuando aún se podía hablar de una preferencia por la esbeltez, porque aún no era el imperativo que ha devenido en los tiempos subsiguientes. Pero ya en esa época quedaba claro lo coercitivo de esa moda para muchas personas, al citar el novelista la expresión de una dama (histórica o novelesca) de que, "El sueño de mi vida es cumplir los sesenta para poder comerme todo lo que me dé la gana", evidenciando su anhelo de liberarse del yugo de esa opresiva moda de la extrema delgadez, aun a expensas de envejecer.

Esporádicamente brotan movimientos de rebelión contra la tiranía del patrón único de la belleza femenina (la delgadez), como el grupo “Body Positive” con su reciente desfile en Times Square contra la tradicional pasarela de ropa íntima de Victoria’s Secret. Sin embargo, el patrón distorsionado de la belleza corporal que muchos medios de comunicación promueven como único válido para alcanzar el éxito social- porque les resulta altamente rentable-  requerirá del concurso coordinado de mayores fuerzas sociales. La tiranía del espejo no tiene un tirano: Victoria’s Secret responde a las fuerzas del mercado, y como esa empresa, miles de otras corporaciones se lucran de la misma manera. No dejarán de promover su paradigma único de belleza, mientras la tiranía de la apariencia les resulte una mina de oro. Si no hacemos nada, estamos apoyando esa tiranía. Solo cuando los consumidores exijamos la pluralidad de modelos de imagen corporal, basados en criterios de salud y fenotipos, el mercado nos liberará de la tiranía que somete a tantas personas a las innecesarias torturas del hambre (en medio de la abundancia), de rutinas de ejercicios físicos extremos, del estrés mental y de procedimientos quirúrgicos vanos. Hay que fomentar en las futuras generaciones el concepto de que la belleza reside precisamente en la pluralidad y alternancia, y no en un modelo único para todas las personas. ¿Si quieren vender una gran variedad de artículos en todos los estilos y colores, por que hacerlo en base a una imagen corporal única en lugar de fomentar la pluralidad de paradigmas de belleza?

¿Cuáles otras tiranías sociales aun frenan el potencial humano en la era del conocimiento?

Lecturas:

https://www.ull.es/publicaciones/latina/2002/latina50mayo/5005mllaguno.htm

https://elpais.com/elpais/2017/03/19/ciencia/1489937938_435488.html

https://elpais.com/diario/1982/06/30/opinion/394236005_850215.html  Mario Vargas Llosa

http://www.huffingtonpost.es/2014/02/11/canon-de-belleza-asi-cambia_n_4766627.html

http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-92272010000500007  La construcción cultural del cuerpo: El paradigma de los trastornos de la conducta alimentaria” 

https://www.infobae.com/america/eeuu/2017/12/06/los-anti-angeles-que-desafian-a-victorias-secret/

https://www.infobae.com/tendencias/lifestyle/2017/04/10/liza-golden-la-modelo-que-engordo-20-kilos-para-ser-feliz/

http://www.unabrevehistoria.com/2008/10/cuando-el-mundo-era-delgado.html?m=0

http://navarroclinica.com/el-ideal-de-belleza-actual-genera-rechazo-social-te-atreves-a-romper-con-el/

http://www.europapress.es/desconecta/lifestyle/noticia-evolucion-video-cuerpo-mujer-ultimos-3000-anos-20150128195944.html

https://www.theglobeandmail.com/arts/tyranny-of-the-mirror/article18166762/