Los dioses no han hecho más que

Dos cosas perfectas,

La mujer y la rosa.

Solón.

No obstante haber tenido desde siempre un dejo de tristeza causado por el Otoño, y además nunca haberme gustado, creo que en estos tiempos, donde se aproxima la celebración de la llegada del hijo unigénito del  Creador, lo ideal sería hablar solo de cosas bellas, hablar del amor y la ternura y sobre todo, hacerlo pensando en ese ser excepcional que se llama la mujer, sin distinción alguna, ya sea morena, rubia o trigueña, todas valen lo mismo.

Poder copiar cuantas cosas bellas a diario crean soñadores y bohemios, y decir simplemente que; “En el mundo genial de las cosas que dices, hay tesoros de nadas, planetas grises con millones de estrellas que llenan mi mente y yo no sé si se puede querer más fuerte”, y es que “hay historias de buenos y malos felices, ceremonias de vivas sonrisas al verte”, lo que no me explico es… “como diablos se puede tener tanta suerte”.

La mujer es un ser tan especial, que es el único que te odia o te ama, no hay otra alternativa, tal y como expreso el filósofo Publio Siro y “cuando te pide que la olvides, es porque ya ella te ha olvidado”, quedando solo el camino de brindar por el olvido, porque la verdad es que duele menos el brindar que el ponerse a llorar.

Pero que desgracia tan grande el no poder permanecer en este tiempo de bien querer, porque de un rato para el otro nos hacen cambiar el tiempo de ensueños por la dolorosa realidad. Tiempos que deberían ser ideales y que solo lo son en parte. Y es que toda una rémora política  nos entorpecen el buen pensar, el buen sentir. Es como si su misión fuera mantenernos solo como el instrumento que utilizan para sus apetencias personales, cual si fueran parásitos enquistados en las costillas del pueblo.

Deberían todos ellos tener salones de belleza, porque en verdad son especialistas en cosméticos, por no adicionarle su gran especialidad en crear dramas y engaños que enredan a cualquiera. Disfrutan de un sortilegio increíble, llegando a embobar todo un pueblo pendejo, que siquiera habla, porque los políticos descubrieron con gran éxito, que con una fundita, un bono… ¡Se la taponan”!

El dengue acaba, mata infelices y cogen ese tema para hacer sucia política, porque todo el aparataje para combatirlo y que por demás, dicha pandemia fue creado por la negligencia de esas mismas autoridades, se circunscribe a una chapucería, una sucia chapucería de “eliminar” unos supuestos cinco millones de criaderos de mosquitos, pero efectivo solo en lo mediático, en lo que “ellos” son especialistas, en crear la falsa percepción de que están resolviendo, cuando es todo lo contrario. Quien lo dude, solo como ejemplo, que vaya a los bajos de Haina y pregunte.

Sí, son rémoras que utilizan el pueblo como un medio para fines personales, para indelicadezas, pero no para cumplir con lo que le corresponde como dirigentes, como es el caso de actuar contra la gran mafia empresarial de transportistas y que ahora procuran adicional representación en el gran salón de sus iguales, es decir, junto a los “honorables”. Son la misma mafia que se aprovecha de “bonos para la gobernabilidad”, que venden combustibles subsidiados por el pueblo y por los cuales todas las semanas nos sangran los bolsillos.

Esos son los mismos que amenazan a la autoridad, que mantienen un abusivo, inconstitucional y mafioso monopolio del transporte y para los cuales las autoridades no tienen el coraje para aplicarle la ley, para ejercer el derecho y el monopolio de la violencia, porque al final de cuentas, es para esto último por y para lo cual fueron elegidas.

Mafiosos que tienen secuestrados los muelles dominicanos y flojas autoridades que en vez de llevar a cabo su labor, prosiguen desviando la atención del país sobre ilusorios progresos, cuando en verdad en vez de evolucionar hacia el progreso, vamos como en su momento canto Juan Luis Guerra… ¡La guagua va en reversa”. Sí, todo es lo mismo de siempre, solo cambian el lenguaje, el ropaje, pero sin lavarse la boca y sin bañarse el cuerpo. ¡Sí señor!