Santo Domingo.- Hace mucho  que escribí que estos son tiempos para siquiatras, al echar una ojeada a  lo que sucede en la República Dominicana con tanta violencia, especialmente contra mujeres, pero además con robos y asaltos, estos últimos generalmente vinculados al tráfico de drogas, con su secuela de muertos y heridos.

Ocurre que antes los comerciantes de la droga pagaban en efectivo, pero ahora lo hacen con raciones de droga, que por supuesto quienes la reciben tienen que vender al mayoreo o al menudeo para obtener dinero y de ese modo llevar una vida fácil, con todo lo que eso significa.

Casi siempre, en nuestro país se responsabiliza al presidente de la República, no importa quien sea, de todo lo que ocurre, solicitándole  a cada uno de ellos “políticas públicas” para frenar la violencia. Sin embargo, los críticos nunca hacen propuestas razonables acerca de lo que significarían esas “políticas públicas” ni cómo implementarlas, que no sea creando mas burocracia.

Como no estoy  incluido en ese grupo, expondré algunas ideas que me parece que podrían dar algún resultado para frenar la violencia.

1-. Si yo estuviera en los zapatos del Ministro de Salud Pública, propondría al gobierno  contratar a todos los siquiatras y sicólogos del país, con sueldos decentes que les permitan vivir acorde con su condición de tales, para que en cada barrio  ofrezcan charlas orientadoras para concienciar a las familias sobre la violencia de género, pero además la que tiene que ver con las riñas internas en los hogares.

 

Pero no para que les receten a esos grupos sicofármacos caros, como se estila a nivel privado supuestamente para “tranquilizarlos”, sino en aquellos casos en que sea absolutamente necesario. Y que esos medicamentos sean adquiridos a precios bajos a través del Programa de Medicamentos Esenciales (PROMESE)

2-. Poner en práctica una campaña educativa  a través de los medios de comunicación para resaltar el enorme daño sicológico que sufren los niños o niñas como resultado de la muerte y en muchos casos suicidios de aquellos padres que luego de matar a sus parejas o ex parejas, se pegan un tiro para evitar la cárcel.

3- Exigir al Ministerio de Interior y Policía que se deje de pendejadas y cumpla su función, pues de todos es sabido  que en nuestro medio numerosas personas, entre ellos delincuentes, compran armas y las registran pagándoles a intermediarios, incluso a aquellos que por unos cuantos pesos  validan las cualidades personales de los solicitantes de licencias, sin ser realmente examinados por un siquiatra, para determinar  si es verdad  que son aptos para portar un arma.

4.-Contratar a especialistas internacionales, entre ellos policías retirados de los Estados Unidos, de Francia, Colombia, Israel y España, que sean intachables, para que  orienten a nuestra policía sobre diversos asuntos que tienen que ver con la seguridad nacional, el tráfico de drogas y la comisión de delitos “de cuello blanco”, es decir, de aquellos que nunca caen presos porque tienen dinero. Claro está que  a esos policías habría que pagarles en dólares o en euros, pero me parece que valdría la pena. Entre las exigencias para contratarlos figuraría claramente que no entrenarán para torturar, pues con algunos de los que tenemos basta.

Esa locura que ahora predomina como noticia fundamental de la violencia de género tiene sus fundamentos tanto en la educación como en las infidelidades de una u otra parte entre las parejas, un tema tan amplio que ya ha sido tratado por numerosos especialistas.

¿Cómo explicar que una persona  más o menos culta, mate a su novia o su mujer y posteriormente se quite la vida? ¿Es que un culo  vale tanto?,  como diría el famoso escritor español Juan José Millás?

¿Cómo es posible que un padre viole a su propia hija y la obligue a callar bajo amenazas, hasta que todo se descubra?

¿Cómo se explica, por ejemplo, que un médico que ha estudiado para salvar vidas mate a su esposa, también médico,  y luego se suicide?

¡Oh, Dios! ¿Es que no hay piedad?, como diría mi admirado amigo Andrés L. Mateo?

Las autoridades tienen que entender que la violencia contra las mujeres y también contra los hombres (porque hay algunas que han asesinado a su pareja) no se resuelve con declaraciones y figureos en la prensa, sino con acciones concretas como las que propongo, que por supuesto pueden ser ampliadas o modificadas.