Tiempos pascue-ros, que vienen siempre acompañados de alegrías, nostalgias y una fresca temperatura que nos enfría hasta el mal pensar que intenta camuflar todas las amarguras y engaños producidos por los ingratos de siempre y que inclusive, nos dan la sensación de que todo está bien y por momentos, hasta aparece la escurridiza esperanza.
Pero, no nos dejemos llevar demasiado por esta ilusoria sensación, siendo lo mejor, parodiar aquello escrito por Jorge Luis Borges de no permitir que nos ablanden ni la compasión ni sus glorias, porque al igual que “ellos”, hemos comprendido hace muchos años, que no hay cosa en el mundo que no sea germen de un infierno posible.
Principalmente, en estos tiempos que tendemos a enamorarnos y desear muchas cosas inducidos por el mismo ambiente e inclusive, procuramos encontrar el alma gemela y desandamos caminos en pos de ese imposible, de ese idílico ser, a sabiendas de que todos somos como las huellas digitales… ¡diferentes! Y muy a pesar de eso, continuamos en su busca, solo para decirle te quiero, te amo, te extraño.
Son tiempos donde nos sobra el coraje para ir en busca de esas ilusiones sin importar ni cuantas caídas suframos ni cuantas veces tengamos que levantarnos para lograrlo. Son tiempos para amores y amistades. Son tiempos para no dejarnos abrumar por las acciones de los indelicados, hasta de dejarnos engañar una y otra vez, todo en base al amor y la amistad.
Y esto es así, porque entre el amor y la amistad existe un lazo invisible que aún se rompa es deber del ser humano en estos tiempos tradicionales, aun sea a oscuras y a tientas, luchar por unirlos, ya que solo somos en esencia eso, amor y amistad. Este par, estos sentimientos gemelos, constituyen una alianza cuya condición sine-qua-non es el lograr la difícil armonía de los diferentes caracteres y manera de sentir y pensar. Estando todo el tiempo consciente de que nada, aun la amistad y el amor, son eternos.
Son tantos los pensamientos y las situaciones que nos presenta el diario vivir, que quizás influenciado por este ambiente navideño y sin querer hablar de cosas y hechos a los cuales les llegara su debido tiempo y espacio para tratarlos, es que por fin creí comprender el simbolismo de mi vano destino y en medio de ese pensar y divagar entre pensamientos nebulosos, he llegado a pensar como dice una vieja canción, que quizás haya llegado tarde a este mundo o quizás muy temprano ilegalmente
En estos momentos de sentimientos encontrados e inducidos por el medio ambiente de fiesta y reflexión, medito, quizás un poco profundo, de que durante muchos años he tratado de encontrar un significado a la vida -sin entrar en cuestiones de creencias o fanatismos-, que no fuese algo tan vulgar y corriente como este devenir en el cual vivimos.
Sin pesimismo alguno “a veces me parece que estoy demás en la vida, que se ha negado mi sino zodiacal” pero de inmediato recapacito y pienso que el morir por no alcanzar a ver el final del túnel es mucho más fácil y simple que la lucha constante por ese algo, por ese idílico pensar sobre cómo deben de ser las cosas, tal y como fuimos formados dentro de esos parámetros de ética y moralidad que no nos permiten ceder ni mucho menos quedarnos de manos cruzadas ante ese dejar hacer, dejar pasar.
Pero hoy no estoy para críticas sino para alabar, para desear lo mejor a todos, incluyendo a quienes me adversan porque también ellos tienen derechos y lo digo de todo corazón. Prefiero ser lo que he sido, prefiero ser un predicador de palabras que se lleva el viento y no un fabulista, tampoco es mi meta o deseo persuadir a nadie sobre el cómo debe de ser esta nación y por ende su sociedad. Pero eso sí, si logro conmover el espíritu de los llamados a conmoverse, entonces y solo entonces, me daré por satisfecho. Felices navidades a todos. ¡Si señor!