En su obra La narración en el cine de ficción (Eds Paidós, Barcelona, 1996), David Bordwell le asigna al cine diversos valores expresivos y narrativos a partir de lo que se ha llamado la nueva prosa de ficción trasladada a la pantalla. El teórico, tratadista e historiador del cine remite a Hollywood y en general al cine norteamericano basándose en la movilidad y tensiones del cine europeo. Sin embargo, en la tradición europea de las primeras cuatro décadas del siglo XX, la simiente fílmica puso las bases de esta invención.

Los ejemplos de Bordwell,  a propósito de narrar en el cine, incluyen los estilos de contar, relacionados con los estilos de dirigir, tomando como ejemplo a los maestros directores del cine europeo (Eisenstein, Wells, Visconti, De Sica, Fellini, Bertolucci, Godard y otros), los cuales han trazado perspectivas teóricas y prácticas que incidieron a todo lo largo del siglo XX desde el arte cinematográfico.

Para entender que la teoría cinematográfica es también estratégica, funcional, estructural, estética y filosófica, Bordwell echa manos también de la teoría y práctica de la narración en lo que a partir de ella han llevado a cabo o ejecutado propósitos los directores de cine en Europa, en América, en el Medio Oriente y América Latina, todo lo cual es indicador de varios puentes o enlaces donde la narración en el cine de ficción ensancha sus horizontes de interpretación para la comprensión de procesos que dependen de la relación entre lenguaje y narración, montaje y narración, escritura y tensión dramatúrgica, encuadre y predicado secuencial, núcleo y forma expresiva, texto y textualidad, foco narrativo y función direccional, entre otras.

La necesidad que tiene el cine de narrar al otro y para el otro, propicia una línea de escritura y producción basada en el sentido de cada historia, concebida como núcleo y movimiento, reconocido en tanto motivación y visión del dispositivo de la puesta en escena, materializada como un eje de realización  formal de la práctica productiva del relato, proveniente del guion de la historia nuclear.

La misma obra citada de Bordwell invita a desentrañar los principales modos de narrar bajo cardinales efectivas de desarrollo y de cierre; lo que desde el punto de vista funcional se sostiene sobre la relación entre plano, secuencia, ángulo, escena, acto y función escrituraria. La visión narrativa en el cine depende siempre de los rumbos y de la cardinal temática mostrativa del fenómeno de inducción, referencia y abducción, lógica del relato, lógica del tiempo, lógica del espacio en un orden narrativo y funcional ligado a la propuesta originaria.

La necesidad de tomar en cuenta estos componentes constructivos implica un tratamiento objetivo de las instancias, fórmulas narrativas, eventos interconectados, núcleos y predicados que junto a los nexos y articuladores de la narración de ficción colaboran con el orden propio de una propuesta narrativa; lo que asegura en este caso aquellos focos que forman parte de la solución de base y que a su vez son comprensivas de los diferentes niveles de narración. (Ver, por ejemplo, películas como Indiana Jones, El honor perdido de Katharina Blum, El atentado, El séptimo sello, El doctor Zhivago, Otelo, Zorba, el griego, Ifigenia, y otras.

Todo material narrativo en este sentido cobra valor como ficción, debido al funcionamiento temporal en la historia y que comprime el tiempo o lo alarga en función de las acciones o los efectos propiamente narrativos. El tiempo siempre funciona en correspondencia con el espacio en el cine, entendiéndose que el tiempo y el espacio en la narrativa clásica y en la moderna se deciden a favor del personaje como función humana y ficticia de toda historia;  todo esto conduce a que el mismo fenómeno active y movilice los diversos elementos de la trama y las soluciones que cohesionan la propuesta cinematográfica.