Vivimos tiempos de cambio, donde los escenarios políticos se modifican sorpresivamente y a veces a una velocidad tan incontrolable que exige mucha inteligencia reactiva y capacidad adaptativa. Quienes ven la situación vernácula como algo petrificado en las realidades de hace algunos años pueden llevarse tremendos sustos y toda su cara convertirse en una interrogante, agigantada por la carencia de respuesta.

Las nuevas circunstancias empiezan observarse en variables importantes del próximo torneo electoral, como el reanimamiento político de figuras que después de galvanizar grietas internas, se aprestan a llenar espacios perdidos que la chabacanería insulsa nunca podrá llenar.

La situación en desarrollo también está matizada por el activismo proselitista para definir la candidatura presidencial del PLD, la cual luce envuelta en el misterio de una posible reelección que desataría los mil demonios internos dentro de la organización morada. Eso por un lado.

De aquí a mayo de 2016, habrá quienes sufrirán el peso de arrastrar la larga cola de la corrupción y verán disminuir sus números y habrá otros que mejorarán aún más su evaluación positiva entre los dominicanos

Por el otro lado, los aprestos regresionistas de Leonel Fernández, jalonan las riendas de los caballos morados en sentido contrario a los intereses del Ejecutivo. Y de esas fricciones están surgiendo chispas que pueden incendiar las praderas moradas con fuego arrasador.

Como parte de este cuadro, ahí están las críticas públicas contra funcionarios gubernamentales y personajes del propio partido que abundan por doquier, enrareciendo el ambiente en las parcelas moradas. De todo aquello se desprende que si los intereses chocan frontalmente y las pasiones se desbordan, se crearía el efecto de una implosión divisionista que favorecería el surgimiento de grandes oportunidades electorales y se abrirían brechas para opciones subestimadas.

Pero independientemente de esto, habrá que ver qué cartas manejan cada partido y cada candidato para influir en el curso de los acontecimientos políticos, sin estar supeditados a lo que intestinamente ocurra en las aceras peledeistas.

Difícilmente existan ahora escenarios construidos para la elección del próximo presidente de la Republica que no se puedan modificar sustancialmente. Ahora las simpatías electorales lucen dispersas y no se ve el monopolio de nadie sobre las preferencias políticas. Las encuestas que conocemos solo tienen el valor de verdad del momento en que las hicieron. Pero no aplican al futuro que es siempre impredecible y que está lleno de incertidumbres.

De aquí a mayo de 2016, habrá quienes sufrirán el peso de arrastrar la larga cola de la corrupción y verán disminuir sus números y habrá otros que mejorarán aún más su evaluación positiva entre los dominicanos.Aludimos a esos actores políticos cuyo activismo de bajo perfil les ha permitido ir modelando los escenarios buscados sin hacer los ruidos escandalosos de los que van en carretas vacías.

Puede afirmarse que la combinación de creciente miseria económica y social y la resaca política de las masas populares ante un partidoque solo pasa paños tibios a los dolores que provoca, terminarán pasando su factura electoral. Esta situación, que no la aguanta nadie, va a acelerar una serie de macro tendencias económicas, políticas y sociales que reconfigurarán el panorama del 2016, y esto no puede registrarse en ninguna encuestas de ahora.

A esto último contribuyela velocidad con que avanzan las nuevas tecnologías, el empuje de las redes sociales,las cuales permiten un mayor empoderamiento de los ciudadanos y una mayor difusión de criterios y denuncias que se vuelven virales.

Es decir, las cosas apuntan a dar virajes interesantes e importantes, apuntan a cambios en la actitud del pueblo dominicano hacia figuras políticas que algunos se apresuraron en descartar y que hoy se restablecen para jugar el rol protagónico que la historia le tiene reservado.

Se trata de dirigentes políticos que vienen realizando un trabajo de reagrupamiento de fuerzas, conciliación y negociación con grupos emergentes, lo cual abre nuevas perspectivas y refresca la esperanza nacional.

En fin, el panorama político nacional dista mucho de ser definitivo por la tendencia cambiante que se observa en la marcha de los acontecimientos y que apuntan hacia una reconfiguración del escenario electoral próximo.