Uno de los males que nos agobian y no nos dejan avanzar son las famosas “botellas”. Personas que por alguna razón son nombradas por un gobierno o una gestión ministerial y no se les exige nada y por ende no se presentan en sus posiciones a las cuales se supone fueron designadas.

No es posible que el Estado cargue con los compromisos políticos, familiares o de amistad de un gobernante, ministro o director de turno. De personas que viven del cuento, de una fama creada por mentiras y verdades a medias, publicadas en los medios por un periodismo que no investiga la veracidad de la nota, para luego creerse merecedores de un puesto y un sueldo en el Estado, en la mayoría de veces sin cumplir con el más mínimo de lo requerido para el puesto que aspira y le dan.

Es con carácter de urgencia que se debe investigar a cada quien en todos los ministerios, direcciones y oficinas del gobierno, porque aparte de que es corrupción, es una burla para todo aquel que sí trabaja y cumple con sus labores.

Es tiempo de investigar y revisar las nóminas, de llevar a cabo una limpieza, cancelar a quien no cumple, decir nombres sin importar de quién se trate. No es posible que el Estado subvencione a personas vagas, corruptas y faranduleras, en una práctica que cada vez nos está hundiendo como nación.