La mina del endeudamiento se agota rápidamente y el país en poco tiempo no podrá asimilar mas deudas, excepto para pagar la que ya tiene. Eso traerá graves consecuencias debido a que el presupuesto se tendrá que financiar con recursos internos, quedando las nuevas deudas comprometidas con los pagos de capital e intereses.

Tanto la política monetaria como la fiscal tendrán que ajustarse a esa nueva realidad si queremos evitar males mayores.

El problema es que no hay en el horizonte fuentes alternativas de recursos externos que compensen esa restricción al endeudamiento. La inversión extrajera directa, después de concluir la instalación del Barrick, ha caído a su nivel tradicional y las exportaciones mantienen un ritmo lento y con vaivenes que reflejan la precaria condiciones de competitividad de nuestras empresas.

Pero hay una salida y se llama China. El gobierno debe gestionar con carácter de urgencia el establecimiento de relaciones diplomáticas con la Republica Popular China. Atraer inversiones de ese país en la minería, en infraestructura portuaria, en tecnología o en otras ramas de la industria y la agroindustria, podrían ser la salvación. Además, el gran poder de compras de por lo menos 400 millones de chinos que demandan todo tipo de bienes y materias primas, significaría un nuevo mercado para nuestros productos.

Hemos sido muy condescendientes con la Republica de Taiwán, que le ha  ofrecido al país por muchos años, una importante asistencia financiera y técnica. La productividad arrocera y el casi autoabastecimiento de ese cereal se debe en gran parte a la misión técnica de Taiwán en la zona de Bonao, iniciada en la década de los 70.

Pero el país ha cambiado mucho desde ese entonces y lo que ahora se necesita es una fuerte dosis de inversión externa para impulsar nuestra economía, desprendiéndonos de esa perniciosa dependencia del endeudamiento.

Países como Perú, Paraguay, Brasil y México son solo algunos ejemplos del impacto de las inversiones Chinas en su economía. Y no se trata solo de préstamos, sino de inversión real a cambio de un mayor intercambio comercial.

De acuerdo a un estudio de las Naciones Unidas, en el 2016 las relaciones comerciales de China con América Latina desplazaran las que tiene actualmente con la Unión Europea y en 16 años desplazaran las que tienen con Estados Unidos. O sea, China se perfila como principal socio comercial de Latinoamérica y viceversa.

Una cosa buena es que en materia de inversión, no hay diferencias para China entre un país gobernando por regímenes de izquierda, como Cuba o Venezuela, con otros gobernado por regímenes más democráticos y conservadores, como Chile, Brasil o México. Lo que les importa son los negocios y garantizar su abastecimiento a toda costa ya se de materias primas, alimentos procesados, petróleo, minerales o materiales de construcción.

Pero hay una salida y se llama China. El gobierno debe gestionar con carácter de urgencia el establecimiento de relaciones diplomáticas con la Republica Popular China

El país tiene que buscar a toda costa como atraer inversión extranjera en cantidad suficiente que permita sustituir el endeudamiento público,  como fuente de financiamiento del presupuesto y para suplir al Banco Central de las divisas que necesita para mantener el anclaje cambiario. La inversión extranjera crea empleos productivos, agrega mucho valor a la economía, genera divisas, aumenta los ingresos fiscales y mejora la cuenta corriente de la balanza de pagos.

Hay que volcarse hacia ese objetivo de inmediato y modificar las políticas públicas y leyes vigentes en materia de inversión externa, incluyendo la apertura formal de las relaciones diplomáticas con China.

Finalmente, el tema minero hay que manejarlo con más transparencia y sentido común y no convertir toda explotación de los recursos naturales en un tema diabólico. No hablo de Loma Miranda, que ya la población considera intocable por la campaña mediática desatada contra su explotación. Pero sí vamos actuar igual en futuras explotaciones, simplemente nos jodimos.

He dicho y sostengo que todos los recursos naturales son viables de ser explotados si existen instituciones fuertes que garanticen el cumplimiento de los planes de conservación y protección del medio ambiente. Lamentablemente en este país nadie confía en esas instituciones, que tampoco tienen la capacidad de cumplir esa labor de supervisión. Otro tema a ser resuelto con urgencia.