En la historia de la Humanidad la universidad es la institución mejor valorada. Entre cruzadas, caballeros, monasterios, liberales, demócratas, republicanos, revolucionarios y reformistas,   su batalla ha sido esencial para conservar la cultura de  conocimiento, ciencia y tecnología.

Thomas Jefferson,  uno de los padres fundadores de la nación Norteamericana, en una visión preclara, forjó en el siglo 19  la Universidad de Virginia  para construir desde sus cátedras el sueño americano, un imperio de libertades y democracia.

Su esplendor y grandeza ha sido tan alto que en el pasado siglo 20, fue declarada en 1987 Patrimonio de la Humanidad.

Artífice de la arquitectura del sueño  americano, Jefferson  hizo elección del estilo greco-romano porque entendía que por asociación histórica representaban el ideal de democracia para una  educación pública laica. Él creía que la educación es base de una sociedad organizada.

Un conjunto de edificios, jardines y huertas con  un frontón en sus fachadas. El centro es la biblioteca, que se yergue  de forma  majestuosa y prominente como el depósito de conocimientos.

Todo un diseño y una estructura que sugieren un movimiento al futuro en la villa académica, llamada hoy ciudad universitaria.

Este modelo  creado por Jefferson representó el patrocinio del Estado para la educación pública  y la naciente democracia agraria republicana.

Todo espacio, toda estructura en la universidad, deben  expresar ideas y aspiraciones intelectuales según  la concepción educativa de Jefferson, de una educación pública laica. El fundador de  la Villa Académica (Academical Village) tenía el firme convencimiento de que la universidad era la piedra angular de todo el sistema educativo de Virginia.

He hecho este extenso preámbulo para preguntar:

¿Cuáles son las ideas y aspiraciones intelectuales que representan hacer desembocar a cielo abierto en la puerta principal  de la universidad Autónoma Santo Domingo un túnel?

Un túnel es una vía de alto riesgo, por la velocidad con se conducen los vehículos en una vía expresa. Los genios de esta solución buscan resolver los problemas de tránsito del perímetro central de la Ortega y Gasset desviándolo hacia la UASD, en otras palabras salir de un lío de circulación, creando un problema mayor de congestionamiento, contaminación ambiental e inseguridad de acceso a la Universidad.

La P1 en el argot uasdiano, o lo que es lo mismo la puerta donde sale el túnel, es la puerta de mayor índice de confrontación entre policías y estudiantes.

Ese túnel debe cambiar de orientación y continuar de forma subterránea de oeste a este por la calle  Juan Sánchez Ramírez para salir a la calle Elvira de Mendoza, esto es si quieren salvar la inversión y respetar la necesidad de un ambiente para el estudio en la UASD. Qué triste cuadro el de la UASD, un cuadro anti académico: arrabalizada por los guagüeros y vendedores, inundada de colmadones de bebentinas y casas de citas y, ahora vulnerada por un túnel.

Permitir y promover situaciones semejantes sólo cabe en cabeza de un Estado de bárbaros, autoridades universitarias irresponsables y urbanistas sin escrúpulos.