En Netflix. Las relaciones primarias norman en la mafia, en la política y en el control de toda y cualquier organización o entidad, independientemente de su registro legal (orden legal implantado e implementado por un sector sindicalizado que busca mantener sus beneficios y privilegios de todo tipo).
Es lo que se desprende de todas esas citas o insinúes que construye la narrativa del filme en torno a individuos que asumen posición non santa para escalar en la vida social, política, económica y de cualquier índole tal cual se ha construido a USA. Del sindicato de camioneros al sindicato del crimen la frontera es un pelo de ángel.
Martin Scorsese adapta la historia de un tal Jimmy Hoffa descrita en el libro "Escuché que usted pinta casas: la historia de Frank Sheeran y el caso final sobre Jimmy Hoffa" del abogado Charles Brandt para realizar este filme que procura visibilizar el origen de la constitución de la sociedad estadounidense tal y como la conocemos hoy. En ese libro se señala a Sheeran como el verdugo de Hoffa en 1975 y que desapareció su cadáver. Posteriores investigaciones, incluida una sigilosamente política de la Universidad de Harvard, desmienten lo señalado en el libro. Pero eso no desmotivó a Scorsese quien compró los derechos de la historia y filmó su propia versión. Hoffa es personaje importante en el sindicalismo internacional cuya historia se remonta a los 20 años y los años posteriores en que fue escalando posiciones en la Hermandad internacional de Camioneros hasta llegar a presidente general entre 1957 y 1971, años en que gravitó con fuerza en la política y elecciones en que intervino.
Todo eso lo cita el filme en la trama envolviendo elementos históricos documentados mezclados con las tres líneas narrativas que le dan al filme una dimensión dramática inusitada en la que innova el lenguaje cinematográfico –lo que ironiza que desatinadamente otros filmes estrenados este año de 2019 lleguen a ser supuestos superiores por la crítica, cuando no llegan a la evolución estética de esta obra maestra–. Un señalamiento importante que se destaca con maestría es la importancia del movimiento sindical en el auge de la Era de Oro del capitalismo clásico norteamericano, al finalizar la Segunda Guerra, y su patético desplome cuando cambió el oro por el papel moneda en los años 70. De cierta manera, el filme desenmascara la subida y auge del demócrata Kennedy y los subsiguientes gobiernos republicanos mostrando que no hay diferencias ideológicas entre ambas formaciones políticas.
Innovar en el lenguaje es reservado a directores con un alto sentido para describir espacios dramáticos en los que se puedan crear varias líneas narrativas manteniendo un alto control estético. Las tres líneas narrativas sindicadas por Robert De Niro, Joe Pesci y Al Pacino, cuentan que Pesci como Russell Bufalino es quien gestiona el buen tránsito colaborativo entre la mafia y grandes entidades empresariales, sindicales y del gobierno.
Así es como recluta a Frank ´El Irlandés´ Sheeran, interpretado primorosamente por De Niro, a quien le descubre su competencia como sicario y lo coloca al lado del líder sindical Jimmy Hoffa, encarnado por el resplandeciente Pacino. Todos se deben a individuos superiores a ellos a quienes les sirven, tienen cheque en blanco para actuar en sus empresas mafiosas y obtienen total impunidad siempre que se arrodillen a instancias de un esquema de Poder. Los personajes son envueltos en una dinámica de nostalgia, del pasado de una vida de traiciones.
Es un elemento importante porque esa añoranza justifica los vaivenes del presente al pasado con maravillosos flashbacks que no boicotean el normal ritmo de un montaje grácil, ligero y renovador del lenguaje. Como el filme tiene sus dimensiones dramáticas muy cargadas y bien delimitadas, la narrativa elegida fue el formato de crónica, como si El Irlandés estuviera rememorando un diario de vida. Y esto empieza en el inicio con el plano-secuencia de una casa de retiro de ancianos donde él vive, la cámara se acerca y él va contándonos –y así mismo termina con otra secuencia donde les niega la verdad a unos agentes del FBI, pero sí nos la cuenta a nosotros: su vida de aprendiz que asimiló con alto sentido del deber ante la mafia su rol de sicario–.
Esa crónica de su vida con su visión muestra la visión gansteril de la historia reciente norteamericana mientras Sheeran-De Niro da el pasaje del tiempo envolviendo su historia con los acontecimientos políticos y los gobiernos de Eisenhower, Kennedy, Johnson y hasta llegar a Nixon. La frase “oí que pintas casas” es una fábula sobre la conversión de su vida de veterano de guerra acostumbrado a matar, luego su trabajo como chofer sindicalizado y ladrón de poca monta hasta un golpe de suerte que lo convierte en todo un señor de horca y cuchillo. Pues bien, una de las particularidades que hace del cine un arte único es su capacidad para forjar y experimentar emociones y empatías como si surgieran del fondo de nuestra alma, y no, ¡es el sello del arte!
¡Sí, lo es!