(A propósito de unos 50 años de ejercicio en su maraña, acompañado del quehacer académico y los deportes)
Era una tardecita gris de esta semana copiosamente lluviosa con esporádicos truenos que sacuden inesperadamente el sosiego convertido en remanso hogareño , que invoca a un espacio rico de bellas emociones del alma para impulsar al ser humano a la reflexión y por extremo a la meditación. El clima cuajado de una imperiosa dormida de la ciudad, me vi de pronto hundido en los sentimientos más nobles que el reino hominem puede despertar de lo profundo de sus fibras humanas. Porque ya saben ustedes los instintos animales que pululan en el ambiente social de estos tiempos, donde la fiera y garras asechan para cumplir su mefistofélico cometido: devorar de ambición, soberbia y poder a los más débiles y acosados.
En el dilema que se movía mi presencia asida de la tranquilidad vespertina, rodeado de algunos cuadros pictóricos de artísticas imágenes de colores encendidos y ante la sonoridad del ritmo dulcísimo de canciones de W. Houston, me extasié tanto en mi psiquis que afloró en mi mente la utopía de un mundo semejante, que entregue solidaridad y sentimientos de cooperación humana. Pero cuando la reflexión se traduce en puros razonamientos del ejercicio propio del cerebro de los hombres; me doy cuenta que he caído en el reino de los socialistas utópicos franceses e ingleses del pasado, cuando proponían una sociedad igualitaria, hermanada y sin gobierno que impusiera poder; pura utopía al estilo del plan de Tomás Moro. Es ahí mi dilema, que imagino suele brotar en la conciencia de muchos dominicanos por la gravedad en que su vida discurre tensas y espantada, por la violencia que merodea en derredor de su amargada existencia.
Mientras esto ocurría en mi cabeza volví de repente a valorar el papel de la naturaleza de los sentimientos humanos y la puja de los raciocinios en ese mismo ser, que somos nosotros, cubiertos de razón y emoción. ¿ Cuál prima? Es un dilema que se disuelve u opta mediado por el egoísmo, y más que eso, por el poder asumido irremediablemente por los políticos y por los empresarios: todo pasa por los negocios, unos siguiendo las normas establecidas, otros violándolas para engrandecer su ego y en esa virtud su poder. Este poder suele sin penas llevar al paredón, a la guillotina, a las ergástulas o al destierro, aún a los que fueron "hermanos o compañeros". Véalo así porque la pugna o imposición de poder, lo proclama y materializa para cumplir sus propósitos, sus bajos instintos que acercan al hombre al reino zoológico. Entonces la gente parafrasea que la política es una especie de selva. ¡ Claro! Porque nos hemos convertido en fieras, que arrebatamos la carne suculenta que poseen los demás o al menos los derechos de otros, situados en una sociedad que priva en democrática.
Me situé en F. Nietzsche y su filosofía de la moral, reflexione en la decepción que albergara con intensidad, que no pudieron comprender sus congéneres, porque en sus trabajos hizo añicos la falsa moral que pronuncian ciertos discípulos invadidos de hipocresía, con vergüenza de no quedar desnudo frente a los conocidos. De manera, que mi dilema aumenta cuando más adentro en la lectura y vivencia de la política y que perdone Duarte cuando llego a la conclusión contraria de, no es verdad que: " la política es la ciencia más pura y digna, después de la filosofía de ocupar las inteligencias nobles". No es un problema teórico, usted puede no compartir la ideología marxiana, pero es en el terreno práctico donde se demuestra la terrenalidad de un pensamiento, o mejor dicho es en la práctica donde brota la verdad con todo su fuerza y vigor. Y hoy más que nunca hemos de diferenciar este asunto que traba inmensamente el trato socio-ético entre los hombres y clases sociales que se asocian en función de los negocios y los espacios de poder que pueden detentar en la maquinaria del Estado.
Como dijo Mitchel Foucault en 1980, evidentemente que no soy nihilista en el tema de la moral, porque aunque ella ha sufrido transmutaciones, al decir de Nietzsche, en el camino de la historia; las relaciones humanas y en particular las del poder, les ponen límites a los abusos e iniquidades que se podrían manifestar en dichas relaciones. La moral sirve de contrapeso y convivencias entre los grupos sociales que hacen vida en la sociedad. El problema es que la moral se asienta en la subjetividad de los sujetos y cada uno esta posicionado social, cultural, político, educativo y económicamente en su espacio vital. Si esa relación es desigual en poder, al margen de los aparatos de justicia y aplicación de lo justo, deviene en privar al hombre de su libertad y emerge lo esclavo en la presión del más fuerte. La moral siempre se acomoda a esa relación íntersubjetiva en toda circunstancia. En fin, el problema se fundamenta en que siguiendo a Foulcault a pesar de posesión de conocimientos, conocemos lo otro, pretendidamente a los demás, no obstante esa propiedad cognitiva, no nos conocemos a sí mismos; no hacemos introspección para descubrir el sentido moral del ser y asumir a los otros con todos sus derechos en nuestra conciencia en su sagrada condición de ente social con plenitud libérrima.