Una vez oí al histórico director de Listín Diario, Rafael Herrera Cabral, cuando comentaba que no publicaba “sangre” en la primera página porque ese periódico no salía en la mañana para amargar el día a los lectores. Día por día, de sus 31 años como ejecutivo, renovó tal actitud ética sin que se lo ordenara un manual para personal.

Casi hasta su muerte en 1994, a los 82 años, dada su credibilidad, fue mediador social por excelencia, y sus editoriales, con un estilo breve, salpicado de un fino humor, eran de lectura obligatoria. Las demás páginas estaban plagadas de rutinas noticiosas hijas de un modelo piramidal artificial y obsoleto. Pero LD era él, y él era LD. Dos marcas en una con el favor de gran parte del pastel de la publicidad y de la fidelidad de los lectores.

El centenario periódico (1889), como la fábula de la confianzuda liebre en su carrera frente a la lenta tortuga, al parecer se echó a dormir plácidamente, confiado en su estabilidad, hasta que, uno de estos días, entró en pesadilla y se despertó exaltado, casi muerto de una crisis económica que, para comenzar, lo ha convertido en tabloide.

¿QUÉ PASÓ?

Tal vez borracha de progreso, la empresa no leyó las señas de la realidad real tras el deceso del icónico director: cierre de una decena de  impresos, incluidos sus hijos Última Hora, El Expreso y El Financiero; fracaso del modelo de gestión de negocio, pérdida progresiva de confianza de los lectores tradicionales en la información difundida y el desprecio por el surgimiento de una generación que no se ha sentido representada en las páginas de los diarios de papel, ni gusta del estilo seco y frívolo de una Pirámide Invertida que era válida cuando se carecía de otras opciones para informarse. 

El decano de los diarios dominicanos ha perdido demasiado tiempo en reinventarse en una dirección que trascienda la compra de una moderna rotativa, el rediseño o una apuesta al ciberespacio.

Porque el Periodismo no es tecnología, aunque ella, a lo largo de su historia, haya sido soporte vital para gestionar y multiplicar la información entre los públicos. Y, sin embargo, la inversión en esta disciplina y en sus actores, los periodistas, ha sido paupérrima respecto de la inversión en infraestructura y tecnología.    

Ahí está el detalle, como decía el afamado actor cómico del cine mexicano Mario Moreno (Cantinflas).

No es, por tanto, mala la apelación al género explicativo o interpretativo para  reposicionar el periódico, como ha anunciado con orgullo su director Miguel Franjul. En realidad, esa estrategia ha sido por décadas la razón de ser de los periódicos impresos (diarios, semanarios y demás) para satisfacer las acentuadas exigencias de los lectores. Pero ahora no basta. Solo se trata de un filón importante de la crisis.

TESTARUDEZ DE LOS ANTECEDENTES 

Hace casi un siglo (1923) que Briton Hadden y Henry Luce, compañeros de trabajo en la Universidad Yale, en New Haven, Connecticut, EE. UU., idearon una revista semanal y en la reflexión sobre el proyecto concluyeron en que sería un fracaso si su contenido era de informaciones ya conocidas vía los diarios. La solución fue seleccionar algunas informaciones publicadas durante la semana y presentar, cada siete días, una nueva perspectiva de los hechos para que no resultara fiambre a los lectores (Periodismo Interpretativo).

Desde su fundación, el 3 de marzo de 1923, la revista Time es un referente de periodismo; mas, los icónicos bordes rojos en su portada, introducidos en 1927, hasta hoy solo han sido cambiados cuatro veces, por razones muy especiales. https://es.wikipedia.org/wiki/Time.

Con el impacto de la primera radio regular e informativa, a partir de 1920, la 8MK (hoy WWJ), propiedad de The Detroit New, en Detroit, Michigan, EE.UU., los periódicos debieron cambiar el terror petrificante que les provocaba la competencia por la explicación o interpretación de las informaciones.    

Los públicos de diarios de este mundo complejo quieren saber el porqué y el para qué de los hechos noticiosos (interpretación y perspectiva) porque el qué lo han conocido 24 horas antes a través de la radio.

En lo que halla el camino de un nuevo modelo de negocios efectivo, Listín Diario debe de construir una nueva confianza en los lectores y prosumidores, y crear hábitos de lectura de periódicos en los inquietos nativos digitales. Para lograrlo es imprescindible que experimente con una propuesta de una escritura creativa y la presentación de historias bien investigadas que huelan a los seres humanos, lejos de leyendas urbanas y posverdades.