Según la Encuesta Gallup-HOY (EGH) publicada el 11 de mayo del año en curso el 80% de la población percibe que su situación económica va mal o muy mal y el 67.1% de los encuestados percibe también que la inflación es una de las tres mayores dificultades que enfrentan conjuntamente con la delincuencia (46.2%) y los apagones (46.4%).
Estas percepciones de la población pulverizan el mito de la estabilidad macroeconómica, caracterizado por un elevado crecimiento del PIB y baja inflación.
Si la mayoría de la población percibe que su situación económica es mala o muy mala en el marco de la actual bonanza económica, entonces el bienestar ha empeorado pese a las impresionantes tasas de crecimiento económico que ha registrado el país entre 2005-2010, las cuales superan según los datos oficiales al promedio de crecimiento del PIB latinoamericano.
El crecimiento empobrecedor, como suele llamársele al elevado crecimiento económico con desempleo, elevada pobreza y concentración del ingreso, coincide esencialmente con las características del actual modelo económico que ha puesto en marcha la presente administración del gobierno. Cuando el PIB dominicano crece, el empleo se genera en el sector informal (caracterizado por los bajos salarios, largas jornadas de trabajo y reducida productividad) y los empleos adicionales generados en el sector formal no son suficientes para reducir, en términos netos, la tasa de desempleo que actualmente bordea el 14% promedio durante el auge económico del 2005-2010.
Todos los reportes económicos oficiales así como de organismos internacionales señalan que la política anti-inflacionaria del gobierno ha sido exitosa. Empero la población dominicana percibe que la inflación es una de sus principales dificultades económicas. Por otro lado, la EGH destaca que el crecimiento continuo no es percibido por el 80% de la población dominicana que entiende que su situación está mal o muy mal.
En otras palabras, los resultados de la EGH resumen el fracaso de las políticas públicas de la administración peledeista. En efecto, el 46.7% de los encuestados percibe al desempleo como otro de los problemas de mayor relevancia y el 60% de los ciudadanos estima que al final de esta administración la economía se encontrará en peores condiciones que las actuales. Esto sugiere que el crecimiento económico no es sostenible en el mediano plazo y mucho menos en el largo plazo.
Esta percepción es correcta si considera la magnitud en que ha crecido el endeudamiento público. En los últimos cinco años el endeudamiento del gobierno con el sector privado se multiplicó por cinco (pasó de US$976 millones en el 2005 a US$5,096 millones en el 2010) y el endeudamiento externo se duplicó (pasando de US$6,500 millones en el 2005 a US$14,000 millones en el 2010) en presencia de una peculiar bonanza económica y acuerdos sucesivos con el Fondo Monetario Internacional.
Por su parte, el BC también duplicó su endeudamiento con el sector privado. Los certificados del BC que mantiene el sector privado pasaron de RD$94,000 millones en agosto del 2004 a RD$225,000 millones en el 2010.
Todos estos créditos internos y externos se han utilizado para financiar el déficit del gobierno, el déficit de las cuentas externas (comercial y corriente) de la balanza de pagos y para completar el ahorro interno (que representó 5% en el 2010) que, dado el elevado nivel de consumo (95% del PIB en el 2010), resulta insuficiente para financiar la inversión (que asciende a cerca de 19% del PIB en el 2010).
Pese a todos estos desequilibrios, financiados con deuda pública, las autoridades nacionales e internacionales denominan este período de la historia económica de la RD como de estabilidad macroeconómica. Cabe destacar que la situación descrita por el Consenso de Washington, previo a la ejecución de las reformas neoliberales, encajan a la perfección con las condiciones que prevalecen actualmente en la economía dominicana. Las economías latinoamericanas durante la década de los años ochentas estuvieron dominadas por políticos populistas que propiciaron déficits insostenibles en las cuentas fiscales y la cuenta corriente de la balanza de pagos que causaron inflación, desempleo, pobreza y concentración del ingreso. Esta situación condujo a serios cuestionamientos del modelo de desarrollo vigente en aquella época.
Cabe preguntarse ¿Cuál es la diferencia de la situación previa al Consenso de Washington con la situación que hoy se vive en la economía dominicana? ¿Acaso no tenemos vicios similares a los que sirvieron de caldo de cultivo para la elaboración de los modelos neoliberales que sustituyeron los modelos populistas?
No es necesario esforzarse mucho para llegar a la conclusión de que la economía dominicana registra hoy dificultades similares a la década de los años ochentas. Pareciera que la misma recorre nuevamente los senderos del populismo macroeconómico que caracterizó la década perdida.