Resulta un ejercicio dantesco, la idea de querer justificar una postura social apoyándose en una obra realizada en 1938.
La obra "Teresa soñando", pintada por Balthasar Klossowski de Rola, conocido como Balthus, que muestra una joven sentada con una pierna levantada sobre una silla, haciendo que su vestido se levante y sea vea su ropa interior -actualmente expuesta en el Museo Metropolitano de Nueva York (MET)- ha sido objeto de censura por parte de un grupo de personas quienes sustentan que es una pieza “agitadora y sugerente” ante los escándalos sexuales que zozobran la sociedad de esta época.
Querer que se retire esta pintura, es descontextualizarla en un momento en que el feminismo se ha convertido en un negocio para múltiples sectores de todo el mundo.
Entendiendo que el arte en todas sus manifestaciones, sobre todo visuales, se ha establecido como una de las herramienta más significativas para introspección y la valoración del futuro como hipótesis, es sin duda un extremismo que busca recostarse de una ignorancia advertida.
La sexualidad en el arte siempre ha sido recurrente, con un sentido contemplativo de la belleza, sin embargo hipersexualizarlo es encaminarse hacia un pensamiento lleno de atavismo. Del mismo modo buscar una excusa para no admitir que la descomposición es mental, es construir un Medioevo en pleno siglo XXI que no respete la multiculturalidad y su evolución incesante.
Motivemos con una discusión en base a la expresión creativa, y sigamos soñando Teresa, antes de que cubran al David y se desaten otras conjeturas.